Joan Margarit: ¡°El lenguaje po¨¦tico es el m¨¢s duro de todos¡±
El escritor y arquitecto catal¨¢n publica en prosa ¡®Para tener casa hay que ganar la guerra¡¯, la explicaci¨®n autobiogr¨¢fica, el ep¨ªlogo, de sus poemas
Al frente de la autobiograf¨ªa de sus a?os j¨®venes (Para tener casa hay que ganar la guerra, Austral), Joan Margarit, poeta y arquitecto, catal¨¢n de 80 a?os, expone esta frase de su colega arquitecto Jos¨¦ Coderch: ¡°Una casa no debe ser ni independiente, ni hecha en vano, ni original ni suntuosa¡±.
Para describir a Margarit, el poeta y la persona, bastar¨ªa decir que nada de lo que toca est¨¢ en vano o es suntuoso. No reh¨²ye ni la iron¨ªa ni la carcajada, tiene el aire juvenil con el que a veces se producen, como un deshielo, los finales de sus poemas m¨¢s humanamente heridos, pero es exacto, en el gesto y en las palabras, ni suntuoso ni vano.
Desde la conquista de Granada ves lo mismo. Nada ha cambiado, ?ni siquiera hemos sacado a Franco del Valle de los Ca¨ªdos!
¡°Este libro¡±, dice, ¡°es el ep¨ªlogo de mi obra completa¡±. Esto lo llev¨® a ello: ¡°El inter¨¦s en averiguar por qu¨¦ mi vida ha sido la que ha sido y no otra. No hay persona que haya meditado y utilizado su mente que no se haga esta pregunta¡±. Es, pues, el retrato de una persona que, para entenderse, y para entender un tiempo y un pa¨ªs que suced¨ªa durante el franquismo, inmediatamente despu¨¦s de la Guerra Civil, necesita explicarse. ¡°Hemos nacido en un pa¨ªs que no es cualquier cosa y en una ¨¦poca que no es cualquier cosa. Nos ha costado muchos muertos, muchas peleas, mucha gente infeliz y muy desgraciada¡±.
¡ªUna guerra. Est¨¢s con alguien, comes con ¨¦l una ensalada, de pronto es tu enemigo y lo matas¡
¡ªUna guerra. Y lo matas porque, si no lo haces, te mata¡ Mira esta frase que un chico de 30 a?os me dijo desconocer hace poco: ¡°Pasas m¨¢s hambre que un maestro de escuela¡±. Eso se dec¨ªa en la guerra y despu¨¦s. Mi madre era maestra de escuela. Se te vuelven a helar los huesos sabiendo que esa frase se puede decir otra vez en este pa¨ªs o en el pa¨ªs de Bolsonaro. Conoc¨ª a mi abuelo en una checa, las prisiones de las brigadas comunistas en la guerra. Por no delatar. Sali¨® de la checa con el pelo blanco habiendo entrado seis meses antes con el pelo negro. Y muere. Es muy bestia de donde venimos.
La atm¨®sfera de esta autobiograf¨ªa aparece intr¨¦pida y triste, enseguida. ¡°El ni?o aprendi¨® a utilizar la soledad para hacer frente al dolor y al infortunio, pero a la memoria hay que tratarla con dureza¡±. ¡°Es que si no¡±, dice el poeta, ¡°es una excusa para todas las falsedades. La falsedad, la mentira, es tambi¨¦n una manera de sobrevivir que tiene el animal que somos. ?Hay que ver qu¨¦ sencillo es enga?arnos! Mentir e ilusionarnos, somos el ¨²nico animal que tiene ilusiones¡±.
¡ªEl libro es el relato de c¨®mo nacieron todos sus poemas, marcados por esa guerra.
¡ªDe hecho investiga por qu¨¦ he escrito esos poemas y no otros, como Cernuda o Garc¨ªa Lorca: porque esta ha sido mi vida. Es una justificaci¨®n ¡ªy no me asusta la palabra, a mi edad ya no saco ning¨²n beneficio¡ª, lo he escrito porque yo he sido este y mi pa¨ªs ha sido este. Y me doy cuenta de que ni el pa¨ªs ha cambiado tanto ni yo tampoco.
No, no ha habido tanto cambio. ¡°Ha habido una guerra, franquismo, democracia. Pero te vas a una punta, que es la conquista de Granada, y a la otra, que son las ¨²ltimas elecciones, y ves lo mismo, nada ha cambiado, ?si ni siquiera hemos podido sacar a Franco del Valle de los Ca¨ªdos!¡±.
¡ªLas experiencias que cuenta incluyen miedo, silencio, la fragilidad de la madre, el silencio del padre¡
¡ªPero junto a esas dificultades hay belleza y tranquilidad. No es un libro triste. Habla de una infancia y una adolescencia que tienen unas caracter¨ªsticas muy sencillas: no tengo amigos porque mi familia va de un lado a otro cada d¨ªa y as¨ª es imposible tenerlos. Tampoco tengo tiempo para ir a la escuela. Este ni?o es un solitario. Pero un ni?o solitario no tiene por qu¨¦ ser infeliz, yo no tengo el recuerdo de una infancia infeliz. Si a un ni?o le das de comer y no le pegas, no sabe qu¨¦ es ir de un sitio a otro. La infelicidad la producen los celos, porque un vecino tiene un juguete que t¨² no tienes, una madre que t¨² no tienes¡
¡ªLa ausencia de la madre tambi¨¦n le genera miedo¡
¡ª¡ pero hay una abuela que aguanta el tipo. Cuento, tambi¨¦n en mi libro Un asombroso invierno, una historia de mi abuela; en un poema muy breve la sit¨²o en medio del campo orinando de pie. Aquellas mujeres no llevaban bragas, levantaban un poco la falda, meaban y ve¨ªas el chorro cayendo en la tierra. El poema dice: ¡°Esa mujer es la que me ense?¨® que hace falta coraje para ser feliz¡±. Y ¨¦ste es su ¨²ltimo verso: ¡°Y no es literatura porque no sab¨ªa leer¡±.
Hab¨ªa, escribe Margarit, ¡°una guerra cruel y fratricida que sigue ejerciendo su fuerza sobre la vida y la pol¨ªtica de este pa¨ªs, ll¨¢mese Espa?a o Catalu?a¡±. ?Fatalmente, pues, estamos en ese territorio todav¨ªa? ¡°Si la fatalidad se puede enunciar, vemos que desde el siglo XV hasta ahora s¨®lo hemos tenido un momento ideal de libertad, la Rep¨²blica, tres a?os de ensayo para un pa¨ªs civilizado¡±.
¡ª?En qu¨¦ convierte eso a su generaci¨®n?
¡ªEn que somos una gente que valora cualquier resquicio de libertad. Nos enga?amos bastante en el traspaso del franquismo a la democracia. Dur¨® m¨¢s el franquismo. La democracia se nos est¨¢ estropeando con menos tiempo.
¡ª?Cu¨¢les son las causas de ese destrozo?
¡ªSeguramente que esta sociedad nunca dej¨® de ser algo franquista. Hemos exagerado lo de ¡°una persona, un voto¡±; de j¨®venes nos impresionaba, ahora ya no impresiona tanto. ?C¨®mo puede impresionar que los 150 millones que votaron a Lula a?os despu¨¦s votaron a Bolsonaro, que es como Franco? Y mire el fracaso de la URSS, aqu¨ª la ten¨ªamos como la esperanza roja y all¨ª se mataban hasta entre los comunistas¡ Son fracasos que hay que tener en cuenta.
En el libro de Margarit est¨¢ la media luz pobre de la ¨¦poca, los tiempos oscuros bajo cuyo resplandor opaco, como dec¨ªa Brecht, tambi¨¦n se pod¨ªa cantar. Y hay, al final, una luz, Tenerife, donde vivi¨® el tiempo m¨¢s feliz de su adolescencia, y acaso de su vida. Un alivio de otros dolores. Un abuelo que a los 14 a?os descargaba sacos en el mercado, un padre que proven¨ªa del peor barrio de Barcelona que, cuando ya se va a hacer arquitecto, se halla huyendo de su pa¨ªs y acaba preso en Santo?a, amparado por el sueldo de maestra de su mujer¡ El hijo, mientras tanto, nace y crece y se hace poeta y ahora explica, casi p¨¢gina a p¨¢gina, como un largo ep¨ªlogo, el mapa rabiosamente humano de todos sus poemas.
¡ªY Tenerife¡
¡ªAdonde me llevan mis padres. ?Ten¨ªas que ver c¨®mo era aquel Santa Cruz comparado con la Espa?a triste de los cincuenta! ¡°Verdad, belleza y bondad, el horizonte m¨¢s amplio que ver¨¦ jam¨¢s¡±. Eso escribo ah¨ª. Y eso pas¨®, un tesoro en la vida.
El libro est¨¢ escrito, dice Margarit, ¡°con t¨¦cnica de poeta; y el lenguaje po¨¦tico no es lo que la gente piensa, dulz¨®n, tonto. No: el lenguaje po¨¦tico es el m¨¢s duro de todos¡±.
El lector puede dar fe.
Para tener casa hay que ganar la guerra / Per tenir casa cal guanyar la guerra. Joan Margarit. Austral. 304 p¨¢ginas. 13,95 euros. Grup 62 (en catal¨¢n). 296 p¨¢ginas. 18,50 euros.
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