Dos de Mayorga
Dos ¨¦xitos en Barcelona y Madrid: la reposici¨®n de ¡®El chico de la ¨²ltima fila¡¯, en la Beckett, e ¡®Intensamente azules¡¯, en La Abad¨ªa
El chico de la ¨²ltima fila (2006) posiblemente sea la obra m¨¢s popular de Juan Mayorga, con 25 producciones realizadas en todo el mundo y una adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de Fran?ois Ozon. La barcelonesa sala Beckett ha estrenado un nuevo montaje, inusual por varios motivos: texto en castellano, director invitado (Andr¨¦s Lima), reparto de seis int¨¦rpretes, mes y medio en cartel y luego gira, de momento, por toda Catalu?a. Estupendo texto, uno de los mejores de su autor, y uno de los m¨¢s notables espect¨¢culos de Lima, coreografiado a ritmo viv¨ªsimo, con trabajos de gran humanidad, sin el menor clich¨¦, acordes a los claroscuros de los personajes. Claudio, por ejemplo, el que da t¨ªtulo a la obra, tiene talento y el peligroso af¨¢n de entrar en vidas ajenas para reinventarlas y dirigirlas. El chico de la ¨²ltima fila podr¨ªa ser: 1) una historia sobre el nacimiento de un escritor; 2) sobre maestros y disc¨ªpulos, y tambi¨¦n, a mis ojos, 3) sobre la potencia de las historias: el ¡°continuar¨¢¡±, patentado por Sherezade, es su adictivo detonante. ?Hasta qu¨¦ punto lo que vemos es realidad o f¨¢bula nacida de la imaginaci¨®n del chaval? No hay zonas delimitadas en la escenograf¨ªa de Beatriz San Juan, lo que abre el albur de espacios mentales, y en esa misma direcci¨®n parece moverse la m¨²sica casi on¨ªrica de Jaume Manresa y la iluminaci¨®n de Marc Salicr¨², esta ¨²ltima de intensidad un poco excesiva.
No conoc¨ªa a Guillem Barbosa (Claudio) ni a Arnau Comas (Rafa, su compa?ero): ambos est¨¢n fenomenales. El poderoso Sergi L¨®pez, que hasta ahora no hab¨ªa interpretado un texto teatral ajeno, es Germ¨¢n, el profesor, quiz¨¢s un irresponsable, pero tambi¨¦n un gran amante de la literatura, que acaso vea en Claudio a una mezcla de hijo y de heredero espiritual. Juana, su compa?era (la soberbia M¨ªriam Iscla), trata de razonar y cuestionar lo que ve a su alrededor. Igualmente admirables est¨¢n David Bag¨¦s y Anna Ycobalzeta, que interpretan a los Artola, predestinados a que Claudio no les libere del etiquetaje (mediocres, vulgares¡), hasta que advertimos el amor de Rafa padre por su hijo y la sensibilidad de Ester, la madre. En una lecci¨®n de econom¨ªa narrativa, Mayorga le da a Claudio la frase ¡°Ni siquiera la lluvia baila tan descalza¡±, cercana al c¨¦lebre verso de Cummings, para evocar su sensualidad y su melancol¨ªa secreta: el joven escritor parece detectar la Bovary que hay en ella, e Ycobalzeta le imprime una gran delicadeza. La pr¨®xima puesta en escena de El chico de la ¨²ltima fila tendr¨¢ lugar en el Piccolo de Mil¨¢n, en marzo, a las ¨®rdenes de Jacopo Gassman.
Intensamente azules, que he visto en La Abad¨ªa madrile?a, es la tercera funci¨®n de Mayorga esta temporada (comenz¨® con El mago) y la cuarta que ha dirigido. Es una buena historia, entre humor¨ªstica y filos¨®fica, que en Par¨ªs quiz¨¢ calificar¨ªan de ¡°alto bulevar¡±. Yo le veo ecos de Queneau o su tocayo Raymond Devos. Al protagonista se le rompen las lentes, y cuando sus hijos le regalan unas gafas de nataci¨®n graduadas y azul¨ªsimas se dir¨ªa que le brota el af¨¢n indagador y filosofante de la ni?a Zazie. C¨¦sar Sarachu es un enorme actor, rebosante de humanidad y magia, desde The Street of Crocodiles, cuando militaba en Complicit¨¦, hasta Reikiavik, su primer encuentro con Mayorga, pasando por la televisiva Camera caf¨¦. En lo c¨®mico-po¨¦tico siempre me hace pensar en un cruce (mirada, poes¨ªa, humanidad) entre Fern¨¢n G¨®mez y el franc¨¦s Rufus. A su conjuro, el escenario vac¨ªo y bordeado de azul se llena de lugares imaginarios (Casa Real incluida). Evocado por Sarachu, todo parece tener vida propia: los objetos y los personajes en los que se metamorfosea. Con las gafas m¨¢gicas comprende pel¨ªculas hasta entonces arcanas (Un perro andaluz) o libros que hab¨ªa le¨ªdo sin suerte (desde Cervantes hasta Schopenhauer), y de golpe se siente ¡°en un mundo nuevo y feliz¡±, como cantaba Karina, aunque ¨¦l lo expresa con bolerazos. El mundo como voluntad y representaci¨®n de Schopenhauer es el padre del cordero. No debo explayarme: solo decir que las gafas le permiten aprehender el barroqu¨ªsimo concepto de realidad representada, que aqu¨ª llega en clave de farsa loca. Y lo de ¡°loca¡± depende, porque tanto los pasos que convierten el librote del pensador alem¨¢n en un best seller como ese final que amalgama (ya ver¨¢n de qu¨¦ manera) a Disney, Queen y el diluvio, acaban pareciendo hasta cierto punto razonables. La ¨²nica pega que le vi a la funci¨®n fue, parad¨®jicamente, la exuberancia de Sarachu. Es un c¨®mico tan generoso y tan brillante, y parece disfrutar tanto con su colecci¨®n de hallazgos, que el espect¨¢culo se me hizo un poco largo cuando, reloj en mano, no lo era. En esta ocasi¨®n, un poco de freno por parte de Mayorga no le vendr¨ªa mal.
El chico de la ¨²ltima fila. Texto: Juan Mayorga. Direcci¨®n: Andr¨¦s Lima. Sala Beckett (Barcelona). Hasta el 3 de marzo.
Intensamente azules.?Texto y direcci¨®n: Juan Mayorga. La Abad¨ªa (Madrid). Hasta 10 de febrero.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.