?Taxi!
Retorno a los trenes que viajan bajo tierra. No son el infierno. Es como lo de arriba. Poblados por gente infinita con su mirada enganchada a un m¨®vil y el o¨ªdo a un pinganillo
Julio Cort¨¢zar fij¨® el infierno terrenal en el metro, una consideraci¨®n excesivamente literaria. No le hice caso. A principios de los setenta descubr¨ª con alborozo todos los barrios de Madrid gracias al metro. No quer¨ªa hacer turismo urbano, era el medio que me permit¨ªa conocer todos los cines de barrio. Eran baratos los programas dobles. Cuando mejor¨® mi econom¨ªa, y no sabiendo conducir, me mov¨ªa cotidianamente en taxi. Pero jam¨¢s surgi¨® el idilio entre nosotros. La higiene f¨ªsica y mental siempre me ha parecido un principio inquebrantable, no un fin. Durante d¨¦cadas, gran parte de los conductores se empe?aban en explicarme c¨®mo arreglar¨ªan ellos Espa?a en dos d¨ªas, despreciando mi derecho al sonido del silencio. Tambi¨¦n a escuchar obligatoriamente consabidas y raciales emisoras de radio, por si no me hab¨ªa quedado clara su ardorosa vocaci¨®n de salvapatrias.
La huelga de estos fervorosos revolucionarios (qu¨¦ gracioso el aval, la comprensi¨®n y la solidaridad que reciben de Podemos) contra el opresor Estado que ha permitido que los aseados y respetuosos b¨¢rbaros hagan competencia al ancestral y patri¨®tico monopolio, re¨²ne gags impagables, dignos del cine mudo y c¨®mico, como el de ese pavo que al notar la mano en su hombro de un polic¨ªa simula un tr¨¢gico derrumbe. Y el Manifiesto Dada¨ªsta o el breviario de la idiotez satisfecha no se hubieran atrevido a incluir el lamento b¨ªblico de ese l¨ªder del taxi escandalizado porque un ministro de izquierdas y homosexual ordene reprimir al pueblo.
Despu¨¦s de tan larga ausencia retorno a esos trenes que viajan bajo tierra. No son el infierno. Es como lo de arriba. Poblados por gente infinita (no he citado La invasi¨®n de los ladrones de cuerpos) con su mirada enganchada a un m¨®vil y el o¨ªdo a un pinganillo. Ni cristo lee algo en papel. Me acostumbrar¨¦. O acceder¨¦ por primera vez a Internet para conectar con esos intrusos que hacen grato el desplazamiento urbano.
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