Un irresistible apasionado del teatro
El director teatral y oper¨ªstico Gustavo Tambascio, fallecido ahora hace un a?o, destac¨® por la variedad y riqueza de sus innumerables puestas en escena
El habla arrebatada, el timbre alto de voz, la frecuente risa sarc¨¢stica, anunciaban, incluso a distancia, la figura singular e irresistible de Gustavo Tambascio, que muri¨® en Madrid hace ahora un a?o en plena actividad creadora. Nacido en Buenos Aires en 1948, Tambascio fue actor infantil en una compa?¨ªa creada por su hermana Luz, trabajando tambi¨¦n, a¨²n adolescente, en radio y televisi¨®n. Militante temprano en grupos art¨ªsticos de la izquierda, tuvo que dejar su pa¨ªs natal, como tantos otros compatriotas del teatro, el cine y la literatura, en 1976, tras el golpe de estado de los milicos, instal¨¢ndose ¨¦l durante un largo periodo en Venezuela, donde desarroll¨® m¨²ltiples actividades de gesti¨®n musical y docencia; en el Ateneo de Caracas debut¨® en 1980 como director de escena de una Pulcinella de Stravinsky. Despu¨¦s de un primer y largo periplo latinoamericano, Tambascio lleg¨® en 1988 a Madrid, ciudad en la que, sin dejar de viajar profesionalmente por los confines de Europa y las dos Am¨¦ricas, se instal¨® con su familia, obteniendo la nacionalidad espa?ola.
Fue un hombre de amplios conocimientos musicales y vasta cultura literaria
Le conoc¨ª a finales de 1990, cuando, siendo yo director literario del Centro Dram¨¢tico Nacional que dirig¨ªa entonces Jos¨¦ Carlos Plaza, se present¨® en el teatro Mar¨ªa Guerrero con una timidez aparente y dos propuestas muy originales. La primera, ya estrenada en el teatro Arriaga de Bilbao, era un estupendo montaje de El viaje de Kant a Am¨¦rica (Immanuel Kant en su t¨ªtulo original), obra de ese grand¨ªsimo dramaturgo, tan grande como novelista, que fue Thomas Bernhard, entonces apenas escenificado fuera del ¨¢mbito germ¨¢nico. El montaje se program¨® en la sala grande del Mar¨ªa Guerrero en 1991, asumiendo un a?o y medio despu¨¦s el CDN la producci¨®n en peque?o formato, dentro de la llamada Sala Margarita Xirgu (un amplio sal¨®n del primer piso del teatro) de Fernando Krapp me ha escrito esta carta, sugestiva pieza de Tankred Dorst basada en un relato de Unamuno. Otro proyecto que el CDN le encarg¨® a Tambascio, el estreno mundial de la ¨²nica obra teatral de Luis Cernuda, La familia interrumpida, no hubo tiempo de encararlo, por la salida abrupta de Plaza, aunque Gustavo, enamorado de ese texto cernudiano imperfecto pero fascinante, logr¨® estrenarla en 1996 en una muy lograda producci¨®n del Festival de Oto?o que se vio en Madrid, Sevilla y M¨¢laga. Meses antes, vi trabajar de cerca a Tambascio, hombre de amplios conocimientos musicales y vasta cultura literaria, en el montaje del Teatro de la Zarzuela de La madre invita a comer, mi segundo libreto oper¨ªstico para Luis de Pablo, de quien ya antes Gustavo hab¨ªa llevado a cabo el estreno absoluto de la versi¨®n representada de una de las m¨¢s relevantes obras vocales del compositor bilba¨ªno, Tarde de poetas.
He hablado de mis primeros contactos con Gustavo Tambascio, que fueron en los ¨²ltimos veinte a?os frecuentes, estimulantes e infaliblemente chispeantes, pero lo que no podr¨ªa es plasmar aqu¨ª, por falta de espacio, la variedad y riqueza de sus innumerables puestas en escena, en las que siempre brillaba (aun en las no del todo bien resueltas por premuras o limitaciones de presupuesto) su talento pl¨¢stico, su potencia narrativa, la fantas¨ªa de sus ocurrencias. Y todo ello teniendo un registro muy amplio, que iba desde un exitoso montaje del musical de Broadway El hombre de La Mancha, interpretado por Paloma San Basilio y Jos¨¦ Sacrist¨¢n, a su querido repertorio de ¨®pera barroca y cortesana, en el que abarc¨® desde Lully a Dur¨®n, Literes o Nebra, desde Gluck a Haendel, sin olvidar nunca la zarzuela, que adoraba con conocimiento de causa.
Brillaba por su talento pl¨¢stico, su potencia narrativa y la fantas¨ªa de sus ocurrencias
Quiero acabar evocando las ¨²ltimas memorias teatrales que conservo de ¨¦l como espectador. Su formidable trabajo de explicitaci¨®n dram¨¢tica de El loco de los balcones, un bello texto l¨ªrico de Mario Vargas Llosa, en el Teatro Espa?ol (2014), con magistral actuaci¨®n de Sacrist¨¢n, el empe?o arriesgado en dotar de vivacidad a una ¨®pera algo r¨ªgida y discursiva como El emperador de la Atl¨¢ntida de Viktor Ullmann (Teatro Real, junio de 2016), y especialmente su determinaci¨®n, que ven¨ªa de antiguo, en defender sobre los escenarios el teatro del franco-argentino Copi, autor que le obsesionaba y entend¨ªa a la perfecci¨®n. El montaje de La nevera (Le frigo), mon¨®logo fulgurante que interpret¨® otro polifac¨¦tico, Enrique Viana, en los Teatros del Canal (2017), ten¨ªa la gracia absurda y el atrevimiento descocado que el texto original exige. Mi saludo de felicitaci¨®n entre bambalinas, al acabar la funci¨®n, es la postrera imagen personal que siempre he de guardar de este gran apasionado del teatro, que ¨¦l recorri¨® hasta el ¨²ltimo d¨ªa con el ansioso af¨¢n, lleno de humor e inteligencia, que pon¨ªa en su vida y en sus realizaciones.
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