Maurizio Pollini: ¡°El nacionalismo provoc¨® da?os terribles, es absurdo volver atr¨¢s¡±
El pianista italiano, a sus 77 a?os, apenas ofrece una veintena de recitales al a?o. Este lunes vuelve a Espa?a con un programa de piezas de Chopin y Debussy
Desde la puerta del palacio, escondido en un peque?o callej¨®n del centro de Mil¨¢n, pueden escucharse las notas extraviadas de un piano con el que alguien ensaya a media tarde. El timbre interrumpe de golpe el sonido que llega desde el primer piso, justo al final de unas escaleras de piedra. Una puertecita marr¨®n se abre y aparece Maurizio Pollini (Mil¨¢n, 1942) silenciosamente. El legendario pianista, algo encorvado y de una gentileza extrema, se recupera de una bronquitis estos d¨ªas. El tiempo (y alguna dolencia) ha liquidado su pasi¨®n por los cigarrillos sin filtro. Perdura, eso s¨ª, su hist¨®rica timidez.
El maestro habla despacio, escoge las palabras y sortea los temas de conversaci¨®n que menos le interesan. ¡°Sobre eso no tengo una respuesta¡±, se?ala cuando prefiere no contestar. El mundo de las ideas, la pol¨ªtica y el relato civil han estado siempre presentes en su manera de entender la m¨²sica. En tiempos de Silvio Berlusconi, Pollini fue firme plantando batalla desde un tejido cultural e intelectual que nada tiene que ver con el de hoy. El nivel en Italia ha llegado a cotas tan absurdas, bromea, que terminar¨¢n haciendo bueno al Caim¨¢n.
En la habitaci¨®n de al lado le espera de nuevo su piano para completar la jornada de estudio cuando vuelva a marcharse el extra?o que ha venido a sonsacarle. Hoy toca algo menos. ¡°Unas tres o cuatro horas al d¨ªa¡±, se?ala. Y tambi¨¦n acepta menos recitales, una veintena al a?o como mucho. Pero el pr¨®ximo lunes volver¨¢ a Espa?a para interpretar en el Auditorio Nacional, en el ciclo Grandes Int¨¦rpretes, un programa formado por Chopin y Debussy.
PREGUNTA. Ambos compositores comparten esa maestr¨ªa por las microformas. ?C¨®mo los relaciona usted?
RESPUESTA. Yo har¨ªa una distinci¨®n entre ambos. El Debussy de los Preludios es un autor de microformas, por supuesto. Pero tambi¨¦n escribi¨® Pell¨¦as et M¨¦lisande, que es una forma gigante. Yo a menudo los uno en los conciertos porque pienso que hubo de parte de Debussy una gran admiraci¨®n por Chopin. Es m¨¢s, dir¨ªa que encontr¨® en ¨¦l y en Ravel a sus mayores apasionados. Debussy, de hecho, cur¨® una edici¨®n especial de todas las obras de Chopin.
P. Muchos int¨¦rpretes han tratado de comprender su esencia. Pero casi nadie lo ha hecho con su fidelidad. ?C¨®mo considera que se establece una relaci¨®n m¨¢s esencial con su obra?
R. Una pregunta muy, muy dif¨ªcil de responder. Pero uno de los problemas grandes es el rubato. Porque, como dec¨ªa Liszt, que le hab¨ªa escuchado mucho, los rubatos de Chopin exist¨ªan. Pero los pianistas de la segunda mitad del siglo XIX los hicieron m¨¢s edulcorados, un poco exagerados. Luego los grandes int¨¦rpretes del siglo XX lo disminuyeron. Sobre todo Arthur Rubinstein, que nos dio una visi¨®n de Chopin m¨¢s bien moderna y esencial, donde el car¨¢cter de la m¨²sica llega sin distorsiones: es simple, pero de gran intensidad. ?l mismo dec¨ªa al principio que era considerada demasiado r¨ªgida y tuvo que luchar para imponerla. Eso me gusta. Pero es un compositor dificil¨ªsimo. No hay ning¨²n secreto para llegar a ¨¦l. Est¨¢ lleno de misterios y complejidades. Recuerde que ¨¦l mismo dijo que no hay nada m¨¢s odioso que una m¨²sica sin un pensamiento latente. Y en ¨¦l existe, pero nunca est¨¢ declarado por el autor.
P. Diga un ejemplo.
R. El final de la sonata de la Marcha f¨²nebre. ?Qu¨¦ cosa esconde ese misterios¨ªsimo desenlace moderno? Chopin dec¨ªa que ten¨ªa una fuerza incre¨ªble para afirmarse en el oyente. Pero al mismo tiempo, para Schumann aquello no era m¨²sica. Es terrible porque no hab¨ªa entendido la modernidad, aunque ¨¦l tambi¨¦n la tuviese en grandes cantidades en su obra. ?Qu¨¦ hab¨ªa ah¨ª dentro? Qui¨¦n sabe, quiz¨¢s espectros, porque despu¨¦s de aquella marcha estaban todos muertos.
P. ?El hecho de que sea el ¨²nico gran compositor de piano que solo se dedic¨® a ese instrumento lo hace complejo de interpretar?
¡°Ser¨ªa muy est¨²pido que un int¨¦rprete quiera estar por encima del compositor. Eso es imposible, ninguno lo?est¨¢¡±
R. S¨ª, desde luego.
P. Habla de su predilecci¨®n por Rubinstein. Pero muchas veces ha elogiado a Horowitz.
R. Era grand¨ªsimo. Pero hay que entenderlo en su estilo y su personalidad. Yo fui a verle hace muchos a?os a Nueva York y estuvimos juntos un par de noches. Fue muy amable, se puso a tocar las Mazurkas de Chopin. Me habl¨® tambi¨¦n de la m¨²sica de Muzio Clementi e improvis¨® una sonata. Yo no toqu¨¦. Pero si me pregunta, personalmente prefiero la interpretaci¨®n m¨¢s simple de Rubinstein.
P. ?l fue el presidente del jurado que le dio el Premio Chopin en 1960. Usted ha dicho que le dio uno de los mejores consejos que ha recibido.
R. ?l sacaba del piano una sonoridad maravillosa, pero dec¨ªa que nunca se fatigaba porque tocaba con el peso de su cuerpo. Me coloc¨® el dedo medio de la mano derecha sobre la espalda y me hizo sentir todo su peso. Era una fuerza impresionante. As¨ª evitaba extenuarse al piano.
P. ?La edad o la fatiga han cambiado en usted la manera de tocar?
R. La verdad es que no. Se puede decir que he buscado perfeccionar la t¨¦cnica. Pero partiendo de lo que hab¨ªa encontrado.
P. Alfred Brendel sostiene que la plenitud de un pianista se encuentra entre los 40 y los 60.
R. Pues espero que sea algo m¨¢s, porque yo he superado de largo esa l¨ªnea [suelta una carcajada].
P. ?Cree que es usted mejor int¨¦rprete que hace unos a?os?
R. [Risas] Al menos puede usted decir que lo intento.
P. Qu¨¦ le parecen los j¨®venes pianistas de hoy. Me refiero tambi¨¦n a la generaci¨®n asi¨¢tica.
R. Me parece que tienen una t¨¦cnica fant¨¢stica. No s¨¦ si falta algo¡ Pero la verdad es que no les escucho mucho m¨¢s all¨¢ de alguna grabaci¨®n o la radio. Me gustar¨ªa hacerlo en vivo para poder juzgarles, y eso es algo que hago poco. Mire, si me pregunta por pianistas, Evgeny Kissin no es jovenc¨ªsimo [tiene 47 a?os], pero me parece formidable. Me impresion¨® verlo tocar.
P. Uno de los riesgos que se perciben en la nueva generaci¨®n, quiz¨¢ por el marketing, es el de querer estar por encima del compositor.
R. Ser¨ªa muy est¨²pido. Eso es imposible, ninguno lo est¨¢.
P. Aunque ofrezca menos conciertos ahora, usted siempre ha tenido una relaci¨®n con la experiencia de la sala y el p¨²blico muy ¨ªntima. Alguna vez le o¨ª discrepar de ese acercamiento de Glenn Gould.
R. Pero era muy particular, personal. Incre¨ªble en la manera en la que se aproximaba al instrumento. Muy bueno para el repertorio moderno de Schoenberg... Se ocup¨® de m¨²sica no cultivada por muchos pianistas en aquel momento. Pero todav¨ªa la m¨²sica moderna, la de Schoenberg y su escuela, los compositores de la posguerra como Pierre Boulez, Luigi Nono, Luciano Berio o Stockhausen no son tratados como merecer¨ªan.
P. ?Por qu¨¦ cree que la proporci¨®n en los programas sigue siendo tan desigual?
R. Porque se cree que se comunicar¨¢ m¨¢s f¨¢cilmente. Esa es la raz¨®n. Pero deber¨ªa cambiar. Yo he hecho mucha contempor¨¢nea. Este a?o har¨¦ Nono en Salzburgo y Lucerna, pero habr¨ªa que empe?arse m¨¢s para ir aumentando su presencia. No s¨¦ si acabar¨¢ calando.
P. A Mahler tambi¨¦n le cost¨®.
R. ?l era completamente tonal, pero ten¨ªa un esp¨ªritu modern¨ªsimo para el momento. Y esa fue una raz¨®n por la que fue comprendido con tanta dificultad en aquellos a?os. Hubo tambi¨¦n la horrible oposici¨®n de fascistas y nazis, que hicieron todo lo posible para da?arlo. Pero no era solo eso, porque incluso en la posguerra, la cr¨ªtica de Nueva York fue muy tibia con ¨¦l durante un periodo. Y eso pese a todo lo que hicieron Bruno Walter y Mitropoulos para difundirlo. Luego, con Bernstein creo que se le entendi¨® mejor. O, al menos, se hizo m¨¢s popular.
P. Usted forma parte de una generaci¨®n italiana que se extingue. Claudio Abbado quiz¨¢ fue su mayor representante. Su gran amigo¡
R. Bueno, ¨¦l tuvo la amabilidad de querer tocar conmigo muchas veces. Vimos medio mundo juntos.
P. ?C¨®mo vivi¨® su p¨¦rdida?
R. [Se queda callado 10 segundos] Fue muy triste, naturalmente. Estaba enfermo desde hac¨ªa tanto tiempo. Hab¨ªa pasado por muchas operaciones y no s¨¦ ni c¨®mo consigui¨® aguantar. Fue admirable que siguiera haciendo m¨²sica todos esos a?os aun estando as¨ª de enfermo. Un milagro.
P. Abbado, como Nono, conceb¨ªan la m¨²sica como un proceso de apertura al otro. ?Cree que se ha perdido ese proceso civil, casi pol¨ªtico, en el arte?
R. Lamentablemente, ha disminuido, s¨ª. Pero me resulta dif¨ªcil decir por qu¨¦.
P. Usted tocaba en f¨¢bricas con Abbado y Nono para llevar la m¨²sica a otros p¨²blicos en lo que llamaron M¨²sica/Realidad.
R. Bueno, se organizaban conciertos en lugares para buscar a otro tipo de gente. No creo que hoy falte esa comunicaci¨®n, pero quiz¨¢ s¨ª falta la b¨²squeda de un nuevo p¨²blico.
P. Acercar la m¨²sica a los obreros ten¨ªa un significado pol¨ªtico.
R. Bueno, lo de las f¨¢bricas es un poco leyenda. La realidad es que se hicieron conciertos en Reggio Emilia fuera del teatro, en sitios peque?os explicando al p¨²bico la m¨²sica que sonar¨ªa, acerc¨¢ndola. Y es verdad que di un concierto para obreros en G¨¦nova, pero mi formaci¨®n pol¨ªtica en aquella ¨¦poca estaba todav¨ªa por hacer. No estaba demasiado comprometido entonces.
P. Pero luego usted abraz¨® las ideas pol¨ªticas de la izquierda. ?C¨®mo la ve hoy?
R. No estoy para nada contento. Yo soy muy europe¨ªsta y falta un sentido profundo de la importancia de la relaci¨®n fuerte y s¨®lida entre las naciones europeas. Podr¨ªa dar resultados formidables, pero, lamentablemente, mire lo que tenemos.
P. ?En Italia?
R. S¨ª, Italia tiene un Gobierno p¨¦simo. Pero los hay tambi¨¦n en otros pa¨ªses europeos, y luego tenemos a Trump¡ Asistimos a un crecimiento del nacionalismo horrible. Y no se puede entender. El nacionalismo provoc¨® tantos da?os terribles a las naciones europeas que hoy resulta absolutamente absurdo volver atr¨¢s e imitar esas formas terribles. No lo comprendo.
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