Ian Gibson: ¡°Machado est¨¢ bien en Colliure. Si se llevan a la momia del Valle de los Ca¨ªdos, quiz¨¢s pueda volver¡±
El hispanista publica un libro sobre el poeta sevillano muerto en Colliure cuando se cumplen 80 a?os de su fallecimiento
Con uno de esos d¨ªas azules y quiz¨¢s iluminados por destellos de aquel sol de la infancia, el mismo que se present¨® en su busca como una premonici¨®n de despedida desde aquel patio de su infancia en Sevilla hasta el Mediterr¨¢neo... Como un digno homenaje a esos versos inconclusos que se encontraron en su gab¨¢n, cuando Antonio Machado muri¨® en Colliure, a pocos kil¨®metros de la frontera con Espa?a, un 22 de febrero de 1939, Ian Gibson ha regresado al peque?o pueblo de pescadores franc¨¦s, a la pensi¨®n donde se aloj¨® el poeta y le prestaron camisas con que repeler la humedad de su di¨¢spora. All¨ª reposa en el peque?o cementerio como s¨ªmbolo de una verg¨¹enza colectiva, envuelto en flores y banderas republicanas: ¡°Si Lorca representa a los fusilados; Machado, a los exiliados¡±, dice Gibson.
Dos extremos que no se debieron producir. Ni el asesinato indiscriminado ni la expulsi¨®n, como humillante castigo de un bando sobre otro. ¡°No estar¨ªa contento el poeta hoy si comprobara que seguimos a la gre?a¡±, comenta el bi¨®grafo hispano-irland¨¦s, que ha presentado en Colliure Los ¨²ltimos caminos de Antonio Machado (Espasa). Gibson ha dedicado su vida a desentra?ar algunos de los grandes de la cultura en espa?ol: de Lorca a Machado y Rub¨¦n Dar¨ªo; de Bu?uel a Dal¨ª, la mayor¨ªa de ellos representantes de la inagotable edad de plata, casi todos s¨ªmbolos y ejemplos del bien que trajo a Espa?a la Instituci¨®n Libre de Ense?anza.
A ella pertenecieron el abuelo y el padre de Machado. Sobre la base de sus principios se educaron sus descendientes. Antonio y Jos¨¦ los abrazaron hasta el final. Manuel, en cambio, acab¨® dedicando poemas a los golpistas, cantos radiados a asesinos como Queipo de Llano: ¡°Otro motivo ¨²ltimo de tristeza para Antonio, por si no hubiera sido suficiente el derrumbamiento de la Rep¨²blica, su lejan¨ªa de Guiomar, la huida en los ¨²ltimos d¨ªas¡±.
¡°Si Lorca representa a los fusilados; Machado, a los exiliados¡±, dice el hispanista
Un viaje que se asemeja al v¨ªa crucis de quien reivindic¨® un marxismo de bases cristianas, un republicanismo laico y abierto, un pa¨ªs donde la libertad, la igualdad y la fraternidad rigieran sus destinos. ¡°No es posible entender a Machado sin Francia. Tampoco resulta tan extra?o que acabara aqu¨ª. Desde ni?o estudi¨® esa lengua, fue profesor de franc¨¦s, su primera etapa simbolista est¨¢ llena de influencias de la poes¨ªa gala¡±.
En Colliure encontr¨® cierto descanso y un refugio, aunque solo fuera para la tristeza o un ¨²ltimo suspiro inaplazable. Muri¨® ¨¦l tres d¨ªas antes que Ana, su madre. Los enterraron juntos, tras una agon¨ªa de la mujer, a quien trasladaron en brazos desde la frontera tanto ¨¦l, como su hermano Jos¨¦ o su amigo Corpus Barga.
La lluvia del trayecto a pie acab¨® con su salud. Al morir encontraron en su abrigo los versos: ¡°Estos d¨ªas azules y este sol de la infancia¡±. Andaban entremezclados junto a una transcripci¨®n del mon¨®logo metaf¨ªsico de Hamlet o una copla dedicada a Guiomar, su ¨²ltimo amor. ¡°Fue una verdadera desgracia que ella quemara sus cartas. M¨¢s de 200 arrojadas al fuego, con lo que eso supone¡±, aseguraba este lunes Gibson en Colliure.
¡°No es posible entender a Machado sin Francia. Tampoco resulta tan extra?o que acabara aqu¨ª"
Se adelant¨® el hispanista al homenaje que le rendir¨¢n conjuntamente el s¨¢bado Pedro S¨¢nchez y Emmanuel Macron. Ambos presidentes se dar¨¢n cita en el pueblo para rememorar el d¨ªa de su muerte. Aquella jornada, cuenta Gibson en su libro, su hermano Jos¨¦ comunic¨® su fallecimiento a la embajada espa?ola en Par¨ªs y desde all¨ª se difundi¨® la noticia. Manuel Aza?a envi¨® su p¨¦same. Alg¨²n hispanista, como Jean Cassou, ofreci¨® trasladar su cuerpo a Par¨ªs. Pero Jos¨¦ declin¨® la oferta y decidi¨® hacerle reposar en el mismo suelo al que tanto le cost¨® llegar, arrastr¨¢ndose.
Pidi¨® permiso al alcalde, este lo concedi¨® y se congregaron en el lugar algunas autoridades como el c¨®nsul Juli¨¢n Zugazagoitia, incluso el general Vicente Rojo, seg¨²n la prensa local, as¨ª como algunos refugiados de los campos Argel¨¨s-sur-Mer y Saint Cyprien. Una vecina hab¨ªa bordado una bandera republicana la noche antes y varios presos del Castillo de Colliure recibieron permiso para trasladar el f¨¦retro.
¡°Sencillez absoluta y sin un cura¡±, cuenta Gibson. Tristeza, impotencia, rabia y fatalismo: el c¨®ctel de quien todo lo pierde sin asomo de justicia. E iron¨ªa del destino para redondear la desgracia: ¡°Al d¨ªa siguiente de su muerte, recibi¨® una invitaci¨®n de la Universidad de Cambridge para dar all¨ª clases como profesor. Hubiera sido su salvaci¨®n¡±, comenta el autor.
?Devolver alg¨²n d¨ªa los restos a Espa?a? ¡°No creo que se deba hacer. Si desaparecen de aqu¨ª, se borra una huella tr¨¢gica. Lo acogieron con mucha atenci¨®n y generosidad. Merece quedarse en Colliure. Si se llevan a la momia del Valle de los Ca¨ªdos, si alg¨²n d¨ªa tenemos una derecha m¨¢s razonable y una izquierda mejor avenida, quiz¨¢s¡±.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.