Todas las Emilias de Pardo Baz¨¢n
La historiadora Isabel Burdiel reconstruye la contradictoria personalidad de la gran autora del XIX en su vuelta a la biograf¨ªa despu¨¦s de su celebrada 'Isabel II'
Lo escribi¨® casi todo: cuentos, libros de viajes, novelas, teatro, ensayo, cr¨ªtica literaria, art¨ªculo period¨ªstico. Y se atrevi¨® con todo: mont¨® tertulias, financi¨® revistas, fue catedr¨¢tica, se ech¨® al monte carlista en la juventud y se hizo feminista radical en su madurez, se separ¨® cuando ninguna arist¨®crata se atrev¨ªa y se acost¨® con quien quiso. Emilia Pardo Baz¨¢n (A Coru?a, 1851- Madrid, 1921) dijo lo que le dio la gana y pag¨® por ello. Tuvo amigos valiosos (Giner de los R¨ªos, Unamuno, Altamira) y enemigos igual de todopoderosos como Valera, Pereda y Clar¨ªn. Fue reaccionaria y moderna y, por eso mismo, f¨¢cil de fustigar y dif¨ªcil de aprehender. Tan caleidosc¨®pica que a veces ha cegado a Isabel Burdiel (Badajoz, 1958) en estos siete a?os que ha dedicado a rastrear la vida y la obra de la autora gallega. ¡°En el momento en el que cre¨ªa que la ten¨ªa colocada, se me descolocaba¡±, asiente la historiadora en su casa de Valencia, d¨ªas antes de la publicaci¨®n de su biograf¨ªa sobre Emilia Pardo Baz¨¢n, editada por Taurus y la Fundaci¨®n Juan March en su colecci¨®n Espa?oles Eminentes.
¡°Tan ambivalente fue su personalidad p¨²blica que pudo aparecer a un tiempo como subversiva, conservadora y amante del orden, disconforme y guardiana de la ortodoxia, iconoclasta e icono momificado del r¨¦gimen de la Restauraci¨®n que tanto critic¨®¡±, escribe en la introducci¨®n.
Pardo Baz¨¢n se gan¨® su lugar en la literatura en varias ocasiones. Al principio, por introducir esa derivada del realismo que se llam¨® naturalismo, al que dedic¨® un controvertido libro, La cuesti¨®n palpitante, y al que se ajusta su novela La Tribuna, construida a partir de sus visitas a las cigarreras de la f¨¢brica de tabacos de A Coru?a. Un anticipo de las hechuras del nuevo periodismo. ¡°Mi gran sorpresa ha sido descubrir a una escritora extraordinaria con capacidad para crear mundos que reverberan en la memoria. Yo creo que no tiene el reconocimiento que se merece por la aportaci¨®n enorme que hizo a la novela¡±, sostiene Burdiel.
Su gran reconocimiento le llegar¨ªa con Los pazos de Ulloa (1886), la ¨²ltima cr¨ªtica elogiosa de Clar¨ªn, convertido desde entonces en su ¡°enemigo especial¡±. ¡°La medida de su importancia la da la importancia de sus enemigos, pero si nos dedicamos a ver la misoginia brutal, que existi¨®, nos quedamos solo con la mitad de la pel¨ªcula, porque Pardo Baz¨¢n tuvo tambi¨¦n much¨ªsimos apoyos masculinos. No podemos exculpar a los mis¨®ginos diciendo que era la ¨¦poca¡±, advierte. El sexismo tambi¨¦n se ceb¨® sobre Isabel II, su anterior biograf¨ªa ¡ªPremio Nacional de Historia en 2011¡ª, aunque los personajes no compartan muchas m¨¢s cosas que el g¨¦nero. ¡°De manera distinta, eran dos mujeres poderosas y fueron objeto de befa en un contexto en el que la literatura era pensada en masculino y la monarqu¨ªa, como instituci¨®n, tambi¨¦n¡±, compara.
Emilia Pardo Baz¨¢n fue hija ¨²nica de un matrimonio de hidalgos gallegos, que jalearon su carrera literaria. Su padre, Jos¨¦ Pardo, era un liberal que aviv¨® la curiosidad y el af¨¢n de saber de su hija hasta el extremo de solicitar al Vaticano licencia para que accediese a lecturas prohibidas.
En 1868 se cas¨® con Jos¨¦ Quiroga y, de paso, con un carlismo furibundo que la llev¨® a escribir: ¡°Fui, siguiendo un proceso l¨®gico, hasta la conspiraci¨®n; y a permit¨ªrmelo mi sexo, fuera hasta el campo de batalla¡±. M¨¢s adelante se alejar¨ªa de los tradicionalistas hasta acabar vilipendiada por ellos, aunque nunca hered¨® la tendencia liberal de su familia (y mucho menos sus hijos, que apoyaron el golpe fallido de Sanjurjo). No cre¨ªa en el parlamentarismo ni en la democracia. ¡°Su gran apuesta pol¨ªtica es el feminismo. Defiende que es una opci¨®n pol¨ªtica tan leg¨ªtima como ser conservador, carlista o progresista¡±, sostiene Burdiel. Una feminista radical que alent¨® cuentos sobre la violencia de g¨¦nero y que usaba el t¨¦rmino feminicidio. Una feminista que control¨® su carrera, se separ¨® y se convirti¨® en due?a de su vida, como antes hicieron la fil¨®sofa Mary Wollstonecraft o la escritora Georges Sand. ¡°Me he propuesto vivir exclusivamente del trabajo literario, sin recibir nada de mis padres¡±, cont¨® en una carta.
El alma hasta las ra¨ªces
Una escritora con un mundo ¨ªntimo tan convulso como el p¨²blico. Burdiel va de uno a otro a lo largo de 744 p¨¢ginas. ¡°Se siente escritora y est¨¢ buscando a alguien con quien compartir pasiones y tambi¨¦n intereses literarios¡±, se?ala la historiadora. Otra anomal¨ªa en una ¨¦poca en que las mujeres no ten¨ªan pasiones (en Insolaci¨®n reivindica la sensualidad femenina).
Pardo Baz¨¢n intent¨® que P¨¦rez Gald¨®s fuese su Stuart Mill. Ella, que hab¨ªa traducido La esclavitud femenina (1891), t¨ªtulo fundacional para el feminismo, admiraba la relaci¨®n del fil¨®sofo con Harriet Taylor. ¡°Gald¨®s es el ¨²nico que estuvo a su altura. Construyeron una relaci¨®n muy bonita durante el tiempo que estuvieron juntos y luego se respetaron en la distancia siempre¡±.
Una relaci¨®n entre iguales. Tan es as¨ª que la escritora le confes¨® su aventura con Jos¨¦ L¨¢zaro Galdiano, tan es as¨ª que hablaba del deseo de t¨² a t¨²: ¡°?Qu¨¦, no has sido feliz las ¨²ltimas tardes? ?No me dabas el alma hasta las ¨²ltimas ra¨ªces?¡±. Compart¨ªan ardor, libros y lamentos por las manipulaciones de la Real Academia Espa?ola, que rechaz¨® al autor de los Episodios Nacionales en una primera votaci¨®n y orquest¨® una campa?a para frustrar el acceso de Pardo Baz¨¢n. No se arredr¨® ante eso ni ante nada: ¡°Que murmure de m¨ª el universo entero, pero que yo me sienta bien¡±.
El club de los queridos enemigos
Juan Valera: "Quien ha inventado la tramoya y promovido la zalagarda para que el sexo femenino se inmortalice es la Pardo Baz¨¢n, muy bullebulle, aunque parece una sand¨ªa con patas".
Jos¨¦ Mar¨ªa Pereda: "Por el ansia de llamar la atenci¨®n es capaz de bailar en cueros vivos en la Puerta del Sol. Y si no, al tiempo".
Manuel Murgu¨ªa: "?Una madre que no logra enternecernos cuando habla de su hijo!... Es lo que faltaba por ver".
Marcelino Men¨¦ndez Pelayo: "La tal se?ora escribe bien, y si tuviese independencia y originalidad de pensamiento como tiene de estilo, ser¨ªa una gran cosa (...) Tiene el gusto m¨¢s depravado de la Tierra, se va a ciegas detr¨¢s de todo lo que reluce, no discierne lo bueno de lo malo...".
Clar¨ªn: "?Ser acad¨¦mica! ?Para qu¨¦? Es como si se empe?ara en ser guardia civila [sic] o de la polic¨ªa secreta".
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