Ian Manook: ¡°Mi detective solo tiene sentido en Mongolia¡±
El escritor franc¨¦s relata c¨®mo se le ocurri¨® situar en ese pa¨ªs asi¨¢tico, encajonado entre Rusia y China, al protagonista de su exitosa serie novel¨ªstica
A veces es bueno apostar. Tatuaje, la novela que hizo de Pepe Carvalho el gran detective barcelon¨¦s, surgi¨® de una apuesta. Algo parecido ocurri¨® con Khaltar Yeruldelgger, un detective convencional en un escenario tan poco convencional como Mongolia. Patrick Manoukian, antiguo periodista de viajes, empresario de ¨¦xito, llevaba a?os escribiendo sin terminar nunca nada. Una de sus hijas le desafi¨®: ?ser¨ªa capaz escribir cuatro libros en dos a?os, cada uno de un g¨¦nero diferente, cada uno firmado con un pseud¨®nimo distinto? Manoukian lo hizo. El cuarto libro fue un policial llamado Muertos en la estepa. Manoukian lo firm¨® como Ian Manook. Ahora, el detective mongol protagoniza ya una trilog¨ªa de gran ¨¦xito internacional.
Manoukian/Manook pasa unos d¨ªas en Buenos Aires, donde vive su hija, la que lanz¨® la apuesta. Admite que nunca fue aficionado a la novela negra y que la creaci¨®n de su personaje fue un proceso complicado. Parti¨® de un detective arquet¨ªpico: un hombre grande, duro y fr¨¢gil a la vez, baqueteado por la vida. Lo ten¨ªa ya descrito en un viejo texto inacabado. Era un polic¨ªa de Brooklyn. El golpe de genio fue situarlo como jefe de la Brigada Criminal de Ul¨¢n Bator, en Mongolia. Eso transform¨® al personaje y dot¨® a la historia de una profundidad que el autor, cuando empez¨® a teclear, ni siquiera imaginaba: ¡°Yeruldelgger solo tiene sentido en Mongolia¡±.
¡°Quer¨ªa un escenario mineral para un personaje mineral como Yeruldelgger y consider¨¦ varias opciones, entre ellas Patagonia¡±
Manook trabajaba en el despacho de su empresa, rodeado de ruido y movimiento. Desconoc¨ªa las reglas del g¨¦nero y decidi¨® arrancar con una imagen que le rondaba por la cabeza desde hac¨ªa tiempo: un objeto infantil semienterrado en una tierra ¨¢rida. El objeto result¨® un triciclo. ¡°Cont¨¦ eso en el primer cap¨ªtulo y me bloque¨¦¡±, explica. No sab¨ªa c¨®mo seguir. Como ten¨ªa otra imagen, la de unos chinos descuartizados en un paraje urbano, escribi¨® esa escena. ¡°A partir de ese momento, el trabajo consisti¨® en relacionar el triciclo con los chinos¡±. Por esa v¨ªa, acab¨® logrando una historia compleja y fascinante.
¡°La elecci¨®n de Mongolia fue casual, quer¨ªa un escenario mineral para un personaje mineral como Yeruldelgger y consider¨¦ varias opciones, entre ellas Patagonia¡±, dice. Una vez hecha la elecci¨®n, surgi¨® el trasfondo. Por un lado, un paisaje y una cultura ex¨®ticos, que Manook hab¨ªa conocido como viajero. Por otro, la tragedia de un peque?o pa¨ªs de 3,5 millones de habitantes encajonado entre dos gigantes como China y Rusia, pobre, azotado por el viento y castigado por temperaturas extremas.
¡°Es un milagro que Mongolia subsista. No tiene otra historia que la de Gengis Khan y sus descendientes, apenas un siglo en el que los mongoles mataron a 40 millones de personas (el 10% de la poblaci¨®n mundial), arrasaron China y llegaron a las puertas de Europa; luego, sin haber construido nada, volvieron a la insignificancia¡±. Mongolia, perdida en la estepa centroasi¨¢tica, fue el segundo pa¨ªs, despu¨¦s de Rusia, en integrarse en la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Cuando ¨¦sta se derrumb¨®, Mongolia se inscribi¨® en el capitalismo chino, ¡°el m¨¢s destructivo que existe, para las personas y para el medio ambiente¡±. La corrupci¨®n es imaginable: ¡°ocho de las diez mayores fortunas del pa¨ªs se han hecho en la pol¨ªtica¡±, se?ala el escritor.
Cuando se derrumb¨®?la URSS, Mongoliase inscribi¨® en el capitalismo chino, ¡°el m¨¢s destructivo que existe¡±
Mongolia constitu¨ªa un escenario perfecto para una novela negra. Pero algo no encajaba: el polic¨ªa Yeruldelgger deb¨ªa proceder, en ese caso, de una educaci¨®n estalinista. Y no, no pod¨ªa ser. El jefe de la Brigada Criminal no era ese tipo de persona. Manook solucion¨® el problema haciendo del polic¨ªa un antiguo alumno-monje en uno de los pocos monasterios que los comunistas no hab¨ªan destruido. Eso dotaba al personaje de una dimensi¨®n vagamente cham¨¢nica, id¨®nea para redondear su atractivo y su funcionamiento no siempre l¨®gico.
Los mongoles son gente de la estepa. ¡°Cada tradici¨®n tiene su sentido y puede decirse que las normas sociales, no m¨¢s de medio centenar, se establecen a trav¨¦s de las tradiciones. Por ejemplo¡±, explica Manook, ¡°cuando un viajero se despide de una yurta, alguien sale con ¨¦l y le acompa?a un rato con un taz¨®n de leche. No es simple hospitalidad, la cuesti¨®n es que puede desatarse una tormenta en unos minutos y conviene saber exactamente en qu¨¦ direcci¨®n ha partido el viajero por si hay que acudir a ayudarle¡±.
La estepa es cada vez m¨¢s inh¨®spita. El clima se hace a¨²n m¨¢s extremo. Y la lana que crece en el cuello de las cabras locales produce el mejor cachemir del mundo, por lo que los n¨®madas compran m¨¢s y m¨¢s cabras y se establecen en los suburbios de Ul¨¢n Bator. ¡°El gobierno les regala parcelas por una raz¨®n muy simple: Ul¨¢n Bator vive de subsidios internacionales y el monto de los subsidios depende de la cantidad de habitantes. Cuantos m¨¢s, m¨¢s dinero. Ese dinero, por supuesto, se lo quedan unos pocos¡±. Una ciudad sin infraestructuras, con un fr¨ªo atroz o un calor insoportable, con una poblaci¨®n creciente, desarraigada y pobre, lejos de todo salvo de las mafias locales, los polic¨ªas corruptos y la arbitrariedad del poder: solo un tipo como Yeruldelgger puede sobrevivir a eso.
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