Mercedes Mil¨¢ vuelve a volver (y ya son cinco d¨¦cadas en televisi¨®n)
Tras su depresi¨®n, la periodista regresa a las c¨¢maras con un programa de pura autoficci¨®n audiovisual
De peque?os crecimos con la convicci¨®n de que no hab¨ªa nada en el mundo m¨¢s inquietante que el parpadeo televisivo de Mercedes Mil¨¢. Lo modulaba perfectamente: para entrar a matar o para salvar a sus presas.
Fuimos absolutamente fieles desde que a finales de los a?os setenta apareci¨® junto a Isabel Tenaille en Dos por dos (TVE), dirigidas por Fernando Tola en un juego impecable de poli bueno y poli malo. M¨¢s tarde se gan¨® su propio espacio y dej¨® entrevistas para la historia de la televisi¨®n que se han convertido en momentos de memoria colectiva y dichos populares: desde aquella en que Miguel Bos¨¦ confesaba que en Espa?a exist¨ªa una obsesi¨®n por considerarle drogadicto o maric¨®n al yo he venido a hablar de mi libro, de Umbral, sin olvidar al Cela circense, asegurando que era capaz de absorber litro y medio de agua por el culo desde una palangana.
La escatolog¨ªa ya asomaba como marca de la casa hasta hoy, que vuelve con su nuevo Scott y Mil¨¢ (Movistar +). A lo largo de cinco d¨¦cadas, ha sido la hermana c¨®mplice que no parec¨ªa venir de familia aristocr¨¢tica de pura cepa catalana o la profe que sabe re?irte para luego motivarte. Tuvo tambi¨¦n un periodo en el que pod¨ªa hacer el papel de suegra que te organiza la vida o de mujer madura de rompe y rasga que se pone el mundo y los plat¨®s por montera. Predominaba la proximidad de alguien cercano y familiar, a quien admiras y reprendes desde el sal¨®n de tu casa, pero que siempre quieres ver porque sabes que sacar¨¢s partido del tiempo empleado.
Todos esos papeles suyos los hemos ido apreciando, disfrutando y padeciendo. En Buenas noches, De jueves a jueves o Queremos saber?y, sobre todo, durante 15 a?os al frente de Gran Hermano. La verdadera valent¨ªa de los concursantes no se med¨ªa por el hecho de pasarse meses encerrados como cobayas en una casa alimentando el morbo del personal. No. La aut¨¦ntica prueba de fuego consist¨ªa en saber que al salir, la primera persona del mundo real con quien te ibas a topar era con la Mil¨¢ dispuesta a sacarte los higadillos.
Con todo lo que nos ha demostrado y ha querido hacer siempre ha sido aut¨¦nticamente ella. El estilo lo llevaba a las ¨²ltimas, bien fuera frente a un Premio Nobel o al lado de cualquier pringadillo con ¨ªnfulas en la era del reality show. En el programa de Telecinco supo demostrar su insobornable curiosidad por todo lo que tiene que ver con la condici¨®n humana, pese a las cr¨ªticas sufridas. Lo mismo da qu¨¦ motivaciones le empujaron a pasarse a ese otro lado: dinero, narcisismo, verg¨¹enza torera, ¨¢nimo de explorar lo que Paolo Vasile define como el ¨²nico g¨¦nero aut¨¦nticamente televisivo¡ Con Mil¨¢ dentro, el espect¨¢culo quedaba asegurado.
Pero pag¨® caro ese desgaste. Una depresi¨®n la tumb¨® y la mantuvo apartada de todo durante tres a?os. Nos enteramos por Jordi Evole, que en plan fan total, le dedic¨® un Salvados donde ya la vimos con ganas de volver y dar guerra.
Y as¨ª es. Hoy, Movistar + estrena su nuevo programa. ?De qu¨¦ va? Mil¨¢ m¨¢s all¨¢ de Mil¨¢. Ella en su misma medida, entregada, apasionada y pasada de rosca. Todo lo que siempre fue y ser¨¢ a medio camino entre el documental y la confesi¨®n sin tapujos, a la llana, tan espont¨¢nea como en pose, enfrentando arruga en ristre, la vejez con nuevas f¨®rmulas, contraponiendo la b¨²squeda y la renovaci¨®n de formato a lo crepuscular. Lo hace acompa?ada de su perro, un Schnauzer mini maj¨ªsimo, con maneras de Seneca, que ha sido su prozac y con quien convive a cuerpo de rey. El perro resulta fundamental, porque es quien parece irle diciendo cuando debe meter el freno. De hecho, cuando ¨¦l no la acompa?a, se pasa.
A Scott no le gustan los guisantes ni el tofu: prefiere croquetas y hamburguesas. ¡°Todo lo que como yo, lo come ¨¦l¡±, asegura Mil¨¢. Y cuando lo defecan, sirve para el programa. No es broma. En este empe?o, Mil¨¢ ha tirado por la autoficci¨®n. Quiz¨¢s le venga de la lectura de autores como Emanuel Carr¨¨re o Michel Houellebecq y su ¨²ltimo libro, Serotonina. Xevi Verdaguer, experto en psiconeuroinmunolog¨ªa, le explica a la periodista en su b¨²squeda de respuestas hacia la depresi¨®n, que este elemento es lo que regula la felicidad.
Y que uno de los modos de saber si nos encontramos equilibrados es a trav¨¦s del an¨¢lisis de nuestra propia mierda. As¨ª que Mil¨¢ se la lleva en un bote, fresca, de esa misma ma?ana. Lo planta encima de la mesa ¨Custed lo ver¨¢ o cambiar¨¢ de canal en ese mismo momento: todo depende de su sentido del decoro- y vuelve d¨ªas despu¨¦s a por los resultados. ¡°No me digas que no puedo tirarme pedos porque la vida no tiene sentido sin ellos¡±, le salta, a modo de aviso.
No parece haber objeci¨®n del m¨¦dico a tan saludable h¨¢bito. Es m¨¢s, por el inter¨¦s com¨²n, Verdaguer se presta a describir ante las c¨¢maras la caca perfecta: ¡°Es aquella que sale en churros alargados de color marr¨®n oscuro, sin residuos de alimentos y que una vez cae en el agua, flota por un momento y se hunde¡±. Con un pino as¨ª, usted tiene muchas posibilidades de ser feliz. Es m¨¢s, ante un supuesto depresivo, el doctor Verdaguer, la primera pregunta que les har¨ªa es: ¡°?C¨®mo vas de vientre¡±.
Pero lo mismo que el esf¨ªnter, Mil¨¢ pone a prueba su cerebro en la cl¨ªnica Guttman de Barcelona. Con ella misma como veh¨ªculo busca extraer lecciones y consejos que sirvan a la audiencia. Mil¨¢ como gran m¨¦dium, como hero¨ªna de una autoficci¨®n audiovisual donde cabr¨¢ de todo. Aunque si en el cap¨ªtulo uno hemos visto ya su mierda, no acertamos a imaginar hacia donde nos puede llevar en los siguientes. Quiz¨¢s a la gloria. En medio, nos reiremos y querremos apagar la televisi¨®n, nos irritaremos y aprenderemos algunas cosas, le daremos la raz¨®n y atenderemos al jugo inequ¨ªvoco de sus grandes entrevistas, pero torceremos el esto cuando se pase de la raya. Ojal¨¢ Scott pueda evitarlo a menudo y con ese gesto de sabio atento acompa?ado de su elocuencia en la mirada, le advierta: ¡°Merceditas, se te va la olla, guapa¡±.
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