¡°Lo ¨²nico democr¨¢tico que existe en Venezuela hoy es el hambre y la muerte¡±
La autora venezolana impacta con ¡®La hija de la espa?ola¡¯, su crudo retrato del chavismo, que ser¨¢ publicado en 22 pa¨ªses
Hubo un tiempo en que dentro de los cementerios de Caracas pod¨ªas enterrar en paz a los muertos. Actualmente, no: si evitas jug¨¢rtela, lo m¨¢s prudente es que salgas por pies del camposanto y abandones el ata¨²d de tu ser querido a su suerte. Muchas velas debes poner a la patrona Virgen del Valle para que su descanso eterno no sea profanado. Que alguien se lleve los zapatos, la ropa o, en cualquier caso, descuartice el cad¨¢ver para sacar provecho de sus huesos en el mercado negro y creciente de la santer¨ªa¡ ¡°Lo ¨²nico democr¨¢tico que existe en Venezuela hoy es el hambre y la muerte¡±, dice la escritora Karina Sainz Borgo.
Escenas tan terribles como la del cementerio ocurren en La hija de la espa?ola (Lumen), novela sobre el desguace que ha tra¨ªdo consigo el chavismo y que va a ser publicada en 22 pa¨ªses, algo excepcional para un debut literario. La autora abandon¨® su pa¨ªs hace 12 a?os. ¡°Todav¨ªa viv¨ªa Ch¨¢vez¡±. Casi toda su familia sali¨® despu¨¦s, mientras ella desenredaba un nudo en la garganta y esa artrosis imaginaria en los dedos que hasta hace dos a?os le imped¨ªan hablar y escribir sobre su tierra. ¡°Fue entonces cuando me di cuenta de que pod¨ªa empezar. Aunque de manera inconsciente, me hab¨ªa ido preparando desde hac¨ªa tiempo¡±, asegura.
Busc¨® lecturas sobre el rechazo a lo propio. Cay¨® en las experiencias de Thomas Bernhard y su obra El s¨®tano o el Coetzee de Esperando a los b¨¢rbaros, al tiempo que se adher¨ªa a la voz de poetas como Yolanda Pant¨ªn igual que a una tabla de salvaci¨®n. Se empe?¨® en evitar un riesgo: ¡°Que la novela se hundiera en el dolor de la herida y no aspirara a la belleza¡±. Sobre ese equilibrio bascula La hija de la espa?ola. Entre el infierno y el oc¨¦ano, con un pasaporte robado a un cad¨¢ver como salvoconducto para cruzarlo.
¡°Yo tengo la edad de esta tragedia, he contemplado la demolici¨®n del pa¨ªs¡±
No est¨¢ claro cu¨¢ntas gotas de Karina Sainz Borgo corren por las venas de Adelaida Falc¨®n, la protagonista. Quiz¨¢s mucho de la infancia, del para¨ªso perdido. Tambi¨¦n de la voluntad y la condena del superviviente, del deseo de huir. "La novela gira en torno a eso", comenta. "Yo tengo la edad de esta tragedia, he contemplado la demolici¨®n del pa¨ªs¡±. La autora pertenece a esa generaci¨®n que creci¨® con el viernes negro en 1983, la primera brusca devaluaci¨®n del Bol¨ªvar frente al d¨®lar. Eso fragu¨® las opciones populistas que lo han acabado de convertir en una jungla ca¨®tica y, a d¨ªa de hoy, sin remedio. Un territorio maldito a expensas de bandidos y grupos paramilitares que campan, matan y asaltan con la bendici¨®n del Gobierno.
Karina dej¨® Venezuela cuando a¨²n la impulsaban sus ganas de vivir un futuro en libertad. Abandon¨® la redacci¨®n de El Nacional y emigr¨® a Madrid, donde ha seguido trabajando como periodista cultural (actualmente, en el digital Vozp¨®puli). Fue mucho antes de ver las calles de Caracas convertidas en una frase que su protagonista emplea en la novela: ¡°Un lugar donde la gente pelea por un sitio para morir¡±, suelta Adelaida.
Ese manicomio colectivo donde sus habitantes pierden la vida con la misma velocidad que el juicio. Un barranco por el que se ha ido despe?ando, por este orden, primero la libertad, luego la dignidad y finalmente la existencia. Con un pecado original: la explotaci¨®n del petr¨®leo: ¡°Nuestra supuesta riqueza ha sido nuestra desgracia. Lo advirti¨® Uslar Pietri, ha tra¨ªdo las peores cosas. Adem¨¢s, los pozos de los que antes manaba algo, ahora andan secos. No porque no haya nada, sino porque han sido abandonados por quienes los trabajaban¡±.
De La hija de la espa?ola quisiera que se extrajeran ense?anzas para otros lugares. ¡°Ojal¨¢ a trav¨¦s de esta experiencia la gente pueda entender lo que sucede cuando a un pa¨ªs le arrebatan la democracia¡±. De hecho, Sainz Borgo evita nombrar con insistencia lugares ni l¨ªderes: ¡°Ocumare s¨ª, por representar el para¨ªso; Caracas muy poco, es el infierno. Deseaba que todas esas tragedias totalitarias confluyeran en esos espacios¡±. As¨ª narra el naufragio de esta peripecia protagonizada por madres, hijas y t¨ªas solteras. Entre olores, sabores y ritmos que acompasan toda una asombrosa literatura de los sentidos y los juicios pendientes. El retrato de un gineceo acorralado a su vez por una madrastra patria que acaba arranc¨¢ndoles sus dignidades a base de violencia y abusos. La Venezuela a la que nadie nunca quiso llegar.
Con el Atl¨¢ntico como frontera sin posible regreso: ¡°Es un mar que sirve para decir adi¨®s¡±, asegura. Lo cruzaron sus abuelos santanderinos tras haber huido de la derrota en la Guerra Civil espa?ola. ¡°Convirtieron a Venezuela en su lugar, su pa¨ªs¡±. Luego, la corriente de un mal destino devolvi¨® a sus hijos y a sus nietos. ¡°Nos construimos sobre la base de diversas identidades. Ahora nos han expulsado y lo vamos dejando abandonado a su suerte. Primero ocurri¨® en tiempos de Ch¨¢vez, con una especie de violencia invisible. Ahora, m¨¢s evidente. Lo que reprocho a la izquierda europea es haber blanqueado hasta hace poco la imagen de quien implant¨® el r¨¦gimen, como hicieron con Castro o con Stalin en el siglo XX¡±, comenta.
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