Agentes
Cada de cap¨ªtulo ¡®Call my agent¡¯ narra los problemas de actrices y actores que se interpretan a s¨ª mismos
Probablemente, uno de los s¨ªntomas m¨¢s civilizados de una sociedad, o de un gremio, es su capacidad de re¨ªrse de s¨ª mismo. Con la serie francesa Call My Agent comprobamos que los actores y actrices franceses son muy civilizados. Una primera temporada de seis cap¨ªtulos (Cosmo) permite comprender una parte habitualmente desconocida de la industria cinematogr¨¢fica: los representantes o, como se llam¨® originalmente la serie, ¡°diez por ciento¡±, y siempre con un tono de humor, aunque sin acritud.
La primera conclusi¨®n tras verla es que los agentes se ganan sobradamente el porcentaje. Trabajan a destajo para que sus representados despejen sus frecuentes neurosis y sus no menos frecuentes caprichos. Una profesi¨®n, la de la interpretaci¨®n, tan fr¨¢gil y competitiva suele desembocar en inseguridad, ansiedad o nerviosismo, y son los agentes los que tienen que apagar los fuegos con paciencia y profesionalidad.
Cada cap¨ªtulo narra los problemas de actrices y actores que se interpretan a s¨ª mismos. Nathalie Baye, Line Renaud, Fran?oise Fabian o Fran?ois Berl¨¦and, entre otros, muestran sin tapujos sus miedos, cuando no sus miserias. A?¨¢danle la proclividad de la ficci¨®n francesa a lo sentimental y el resultado es una serie en la que la iron¨ªa consigue inteligentemente que el sirope no se derrame por el cuarto de estar del espectador.
Actores ¨¢vidos de intervenir en una pel¨ªcula de Almod¨®var; madre e hija que comparten la profesi¨®n, pero con unas relaciones personales tensas; divas en la tercera edad a lo Norma Desmond que han compartido alg¨²n que otro amante; el agobio de un actor que ha de tirarse a una piscina, pero no sabe nadar... situaciones de ese territorio ignoto del backstage mezcladas con amores y desamores de los propios representantes mientras una inspectora fiscal martiriza a la empresa.
Sorprende, eso s¨ª, que el canal ofrezca las dos primeras temporadas cuando la serie ya va por la cuarta. Ya lo dijo Billy Wilder: nadie es perfecto.
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