¡°Hubo un momento en que no me gustaba lo de ¡®chico Almod¨®var¡±
El malague?o recuerda su carrera junto al cineasta, con el que ha trabajado en ocho filmes, con ocasi¨®n del estreno de 'Dolor y gloria'
Antonio Banderas (M¨¢laga, 58 a?os) encara a la vez su primera entrevista de la ma?ana y el desayuno. Contundente: dos huevos fritos y beicon. Moja el pan con ganas. "Es que he estado en el gimnasio corriendo y se me ha echado la hora encima", cuenta antes de pedir permiso para acometer el refrigerio. Est¨¢ sentado en el despacho de Pedro Almod¨®var -su silla vac¨ªa preside el encuentro- en la productora El Deseo para hablar de su Salvador Mallo, un director de cine en crisis creativa y vital, un alter ego de Almod¨®var en f¨ªsico, no tanto en esp¨ªritu, en Dolor y gloria, que se estrena el 22 de marzo.
Un reto casi hom¨¦rico porque Almod¨®var es un cineasta conocido por su meticulosidad en los rodajes, en los que interpreta de manera puntillosa a todos los personajes para que los actores aprehendan los matices. As¨ª que, ?c¨®mo se da vida a Almod¨®var sin ser Almod¨®var y sin imitar a Almod¨®var? "De dentro a afuera", responde Banderas. "A pesar de los elementos f¨ªsicos y de vestuario que impuso Pedro y que a m¨ª me extra?aron al inicio, como su pelo y su ropa. Una vez que conformamos el exterior y el dolor de las enfermedades, nunca m¨¢s pens¨¦ en imitarle. Era m¨¢s un estado de ¨¢nimo... y entender a Pedro". El actor asegura que no lo hizo como estrategia para resta?ar heridas -tuvieron algunos choques durante La piel que habito-, sino "como ejercicio real para saber lo que quer¨ªa expresar, no solo usando las cosas que me dec¨ªa sino tambi¨¦n lo que conversaba con otros".
El actor cree que tras el guion de Dolor y gloria est¨¢ el alivio del cineasta. "Hab¨ªa cosas que quer¨ªa confesar de sus relaciones con actores, familia y en general con la vida, necesitaba vomitarlas", afirma. "Puede que fueran cosas que ten¨ªan que haber sido dichas y nunca fueron dichas. Por eso no es una autobiograf¨ªa". Y -prosigue con su reflexi¨®n- por eso sinti¨® mayor libertad. "Creo que cuando se dio cuenta de que yo estaba creando al personaje desde la humildad, de forma muy receptiva, me fue dejando suelto. Pedro es un creador que domina a los actores en los rodajes. Esta vez he sentido que me dejaba, probablemente ¨¦l pensaba que yo ya lo hab¨ªa cogido y que era mejor no tocarlo. Me pas¨® anteriormente en ??tame! y en algunos momentos de La ley del deseo. En fin, toda esa din¨¢mica me ha hecho sentirme muy unido a ¨¦l en el rodaje, donde vivimos momentos muy fuertes. Como la secuencia del balc¨®n de mi personaje con su madre, en la que ¨¦l fue incapaz de leer en el ensayo antes de la toma el guion. Yo me fui a abrazarle y me transmiti¨® as¨ª su profundo dolor, todo aquello que hab¨ªa arrastrado en su juventud, por su condici¨®n sexual, en un peque?o pueblo de los sesenta". Lo que le lleva a definir Dolor y gloria: "He estado conviviendo con Picasso siete meses [con la serie Genius], y vi c¨®mo con la edad la austeridad se fue imponiendo en ¨¦l, hasta que al final solo le bastaban dos trazos para mostrar su genialidad. Con Pedro pasa igual: la pel¨ªcula no es maniquea ni barroca. No trata de enga?arte".
Ahora Banderas entiende mejor a Almod¨®var. "Despu¨¦s de muchos a?os, a¨²n nos quedan cosas por descubrir, capas que quitar a la cebolla. Pedro es herm¨¦tico en cuanto a su vida personal, algunos detalles solo los expresa en sus pel¨ªculas. Esta situaci¨®n nos ha llevado a una juventud recobrada, porque a¨²n nos sorprendemos a nosotros mismos... y espero que al p¨²blico, porque significar¨¢ que no estamos muertos". Un viaje largo, del que el malague?o recuerda la estaci¨®n de salida: "Conoc¨ª a Pedro en 1981, en la terraza del caf¨¦ Gij¨®n una hora antes de que empezara una funci¨®n de La hija del aire, de Calder¨®n de la Barca, rodeado de otros actores. Y lleg¨® un chico con un malet¨ªn rojo que nos cont¨® unas aventuras muy divertidas que hoy ya no recuerdo. Cuando se iba a marchar, me mir¨® -yo iba con un look barroco para la obra, con melena y perilla- y me dijo: 'Tienes una cara muy rom¨¢ntica, deber¨ªas de hacer cine. Adi¨®s'. Se fue, yo pregunt¨¦ qui¨¦n era y me respondieron: 'Es un chaval que ha hecho una pel¨ªcula y no va a rodar m¨¢s'. Espa?a est¨¢ llena de profetas", remata entre risas. "Con Pedro he filmado ocho pel¨ªculas. Es uno de los hombres m¨¢s importantes de mi vida. Cuando me llam¨® para que leyera el guion, me avis¨®: 'Reconocer¨¢s cosas que hemos vivido juntos en los ochenta'. Hasta que le conoc¨ª era un actor de repertorio; Pedro me ayud¨® a crearme una personalidad como artista, me abri¨® mentalmente al mundo".
Si Pedro Almod¨®var ha estado en los ¨²ltimos a?os reflexionando sobre su legado ¡ªy puede que de ah¨ª surgiera tambi¨¦n Dolor y gloria¡ª, el legado de Antonio Banderas ser¨¢ el teatro Soho de M¨¢laga, al frente del cual ha puesto a Llu¨ªs Pasqual. "?l fue el primero que me abri¨® las puertas de la profesi¨®n en Madrid. Le atacaron en su amado Lliure usando un tuit. ?Un tuit! Sobre si era un nacionalista catal¨¢n tibio [tambi¨¦n fue acusado p¨²blicamente de despotismo]. A ¨¦l le ha dolido mucho". Banderas confiesa que nunca ha tenido "tan marcado" su futuro como ahora con el Soho. "No s¨¦ si me arruinar¨¦ antes", bromea. "Pero s¨ª, estar¨¦ m¨¢s presente en M¨¢laga. Es mi tierra, y hay que poner en valor la apuesta de mi ciudad por la cultura. Est¨¢ bien que M¨¢laga tenga turismo, pero hay muchas cosas m¨¢s all¨¢ del olor a after sun. Yo soy actor por el teatro".
A su llegada a Los ?ngeles, Banderas se sinti¨® como "un Rolling Stone". "Hollywood es muy conservador, y yo, por la educaci¨®n recibida por Pedro, me sent¨ªa un rockero". Pone un ejemplo: "En el guion de Philadelphia nunca estuvo el beso que le doy a Tom Hanks llegando al hospital. Y no fue muy grande, de verdad. Pues eso parec¨ªa un anatema en aquel momento. Jonathan Demme acept¨® mi propuesta y Tom me lo agradeci¨® siempre".
En aquel viaje a una nueva vida a EE UU, ?no hab¨ªa una huida del mundo Almod¨®var, una autovindicaci¨®n? "Probablemente. No me gustaba la denominaci¨®n chico almod¨®var, era un traje en el que no me sent¨ªa c¨®modo, a pesar de que entonces y ahora siento una admiraci¨®n absoluta por ¨¦l. Cuando trabajo con Pedro pienso que la vida me ha puesto frente a uno de esos grandes artistas que perdurar¨¢ en la Historia de Espa?a como un hombre que supo relatar su tiempo. Como artista es puro, jam¨¢s se ha traicionado". Y se carcajea recordando un momento del rodaje, con el cineasta llam¨¢ndole Anto?ito. "Lo hace de vez en cuando, y me encanta, porque yo ya estoy cerca de los sesenta".
?Y c¨®mo lleva ahora chico Almod¨®var? "Hoy me r¨ªo mucho. Estados Unidos me permiti¨® hacer cosas muy distintas. Hoy todo ha cambiado. Incluso a otros, como Pen¨¦lope o Javier, que han ganado el Oscar, les ha ido mejor que a m¨ª. Pero yo fui el primero, el que meti¨® la cabeza y dijo: 'Esto se puede hacer". Banderas recuerda cu¨¢ndo acab¨® aquel distanciamiento: "Sal¨ªa de una sesi¨®n de trabajo del musical Zorba el griego en Nueva York, estaba a un tris de aceptarlo, y de repente recib¨ª una llamada de tel¨¦fono. Era Pedro, que me dijo: 'Ha llegado el momento'. '?De qu¨¦?'. 'De que trabajemos juntos otra vez. Han pasado 22 a?os'. Me envi¨® el guion de La piel que habito y fue como una coca-cola en el desierto".
Babelia
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