Oreja para un firme Borja Collado, corneado como Diego San Rom¨¢n
Los novillos de El Parralejo, sin ofrecer peligro, pusieron alto el list¨®n de la exigencia
Dos novilleros acabaron en la enfermer¨ªa; un novillo, el tercero, que apuntaba alto, se desgraci¨® nada m¨¢s tomar la muleta, en un festejo accidentado pero que no dej¨® indiferente a nadie. Porque hubo de todo y, dentro de ese todo, algunas cosas que ponen al servicio de la ilusi¨®n la actuaci¨®n de los j¨®venes toreros. Sobre todo, de los dos valencianos, Miguelito y Borja Collado, que debutaban con caballos en la plaza de la capital. Y dura fue la prueba. Porque, sin sacar peligro, la novillada de El Parralejo s¨ª fue de las que ponen el list¨®n alto. De los seis, el precioso colorado que abri¨® plaza fue el de m¨¢s calidad. Tuvo celo en la muleta, humill¨® por los dos pitones, pero tuvo alto grado de exigencia. Novillo para saber lidiar, primero, y torear, despu¨¦s. El mexicano Diego San Rom¨¢n siempre quiso responder, pero se vio un poco a merced del animal en varias ocasiones. Intent¨® responder bajando mucho la mano; en ocasiones, consegu¨ªa mandar en la direcci¨®n del novillo, pero en otras no lograba acople y se ve¨ªa superado. En una de esas, el novillo le tir¨® un seco pitonazo que le alcanz¨® el gemelo derecho. Visiblemente herido, y en un final de faena con sus apuros, se fue a por la espada para pasar despu¨¦s por su pie a la enfermer¨ªa. No pudo salir a despachar su segundo.
Por el percance de San Rom¨¢n, Miguelito tuvo que matar tres novillos. Y al joven novillero, en su segunda tarde con picadores, no se le acumul¨® la faena. Todo lo contrario. Por momentos pareci¨® estar por encima del bien y del mal, algo que en un novillero tan novel puede ser arma de dos filos. En el segundo hubo un quite de Borja Collado, de frente por detr¨¢s, que levant¨® la primera ovaci¨®n seria de la tarde. Replic¨® Miguelito en un quite correcto al novillo que ya empezaba a distraerse. Muy centrado con la muleta, no se dej¨® nunca sorprender. La mejor virtud fue, con la franela siempre por delante, sujetar al novillo para que no se despistara al salir de cada encuentro. Mejor por el lado derecho. Por el otro pit¨®n falt¨® algo de acople y colocaci¨®n. A la hora de matar tambi¨¦n se llev¨® su cuota de peaje en forma de voltereta.
Se corri¨® el turno y en cuarto lugar mat¨® el que debi¨® ser quinto. Novillo que se dio hasta tres volantines durante la lidia, que le restaron resuello para los restos. Tambi¨¦n centrado, pero condicionado por las fuerzas del novillo, que acudi¨® muy forzado, Miguelito se mantuvo siempre insistente y sonsac¨® muletazos sueltos. En sexto lugar despach¨® el que debi¨® ser el segundo del lote de San Rom¨¢n. En este, Miguelito sac¨® toda la artiller¨ªa. Estuvo m¨¢s en novillero novel, desde que se fue a porta-gayola para recibir al de El Parralejo, trance del que sali¨® arrollado, para seguir fuera del tercio con tres largas cambiadas muy limpias. La faena fue de querer y poder a veces. A base de consentir sac¨® alg¨²n muletazo estimable al novillo que, sin clase y algo protest¨®n, poco a poco renunciaba a la pelea. Los rodillazos finales quisieron justificar una labor de conjunto, en una tarde que se puso m¨¢s cuesta arriba de lo esperado.
A Borja Collado se le desgraci¨® el primero de su lote. Con el capote manifest¨® el joven espada sus intenciones: dos largas cambiadas de rodillas y un toreo a la ver¨®nica lento y sentido, rematado con una media de hermoso dibujo. Tan variado capote, que le permiti¨® llevar por chicuelinas a este novillo al caballo. Novillo que se emple¨® bien en varas, derribando en el primer encuentro. El saludo con la muleta fue prometedor: dos cambiados por la espalda, intercalados por otros tantos por alto. Pero al salir del ¨²ltimo pase, el novillo se parti¨® una pata delantera. Con buen criterio. Collado se fue a por la espada.
PARRALEJO / SAN ROM?N, MIGUELITO, COLLADO
Novillos de El Parralejo, de correcta presentaci¨®n aunque desiguales de hechuras. Se emplearon en varas y fueron a menos en la muleta. El primero destac¨® por su clase.
Diego San Rom¨¢n: tres pinchazos perdiendo muleta _aviso_ estocada tambi¨¦n con p¨¦rdida de muleta y descabello (saludos y result¨® herido).
Miguel Senent 'Miguelito': pinchazo y estocada (vuelta al ruedo); dos pinchazos _aviso_ dos pinchazos y descabello (silencio); pinchazo y media (saludos).
Borja Collado: pinchazo, estocada y descabello (palmas); bajonazo (oreja).
Plaza de Valencia, 12 de marzo. 3? de Fallas. Media entrada. En la enfermer¨ªa fueron asistidos Diego San Rom¨¢n de una cornada en el gemelo derecho de dos trayectorias, que le impidi¨® lidiar a su segundo, y Borja Collado de una cornada envainada en la ingle.
Su segundo lo lidi¨® en quinto lugar. Y a porta-gayola que se fue a recibirlo. La salida fulgurante y ciega del novillo hizo que tuviera que echarse en plancha a la arena para no resultar atropellado. Pero a¨²n pudo manejar de nuevo con mucho gusto el capote. Tambi¨¦n este novillo se emple¨® en varas y tambi¨¦n derrib¨® en la primera. La faena tuvo frescura y llegada a la gente. Con la gala de un valor de verdad y nada para la galer¨ªa. Y torer¨ªa. El novillo, que obedeci¨® a impulsos, tampoco fue un dechado de clase. Pero Collado entendi¨® que por la fuerza de la raz¨®n, el novillo acabar¨ªa en sus manos. Nada de forzar la situaci¨®n, pero dejando claro qui¨¦n ten¨ªa la vara de mando. La faena, sin ser redonda, estuvo salpicada de bellos muletazos. El conjunto fue lo que puntu¨®. A la hora de matar, se durmi¨® en el embroque y el novillo lo cogi¨® de pleno. Lo tuvo suspendido de los pitones durante unos segundos angustiosos y qued¨® la sensaci¨®n de una paliza monumental. Casi en estado de schock dio la vuelta al ruedo, con la oreja ganada a ley -a pesar del bajonazo- para pasar a manos de los doctores.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.