¡°Aqu¨ª muri¨® un bicho¡±: nuevas claves del asesinato de Isabel Carrasco en un documental de HBO
El director de cine Justin Webster prolonga su serie ¡®Muerte en Le¨®n¡¯, sobre la muerte a tiros de la presidenta de la Diputaci¨®n de Le¨®n en 2014, y ofrece nuevos argumentos sobre el crimen
Isabel Carrasco no era la m¨¢xima autoridad en la provincia de Le¨®n. Era el poder en Le¨®n. Una manera de administrarlo, una forma de otorgar y negar favores, un estilo de condenar al disidente o al desobediente dentro de los l¨ªmites de su territorio, la Diputaci¨®n. Isabel Carrasco ejerci¨® la pol¨ªtica en un entorno de hombres y no solo sobrevivi¨® a todas sus conspiraciones sino que acall¨® toda discrepancia sembrando algo parecido al terror. No era un personaje carism¨¢tico, no estaba dotada de don de gentes, ni ten¨ªa un verbo f¨¢cil, no era emp¨¢tica ni populista. Era implacable.
Durante su funeral no hubo l¨¢grimas entre sus correligionarios. No hubo duelo en Le¨®n, a pesar de su muerte violenta, inesperada, inaudita. A mediod¨ªa del 12 de mayo de 2014, un ama de casa de mediana edad, Monserrat Gonz¨¢lez, la esper¨® en la puerta de su domicilio y sigui¨® sus pasos, cortos y acelerados, mientras cruzaba el estrecho puente que atraviesa el rio Bernesga, camino de la sede del Partido Popular, sola, sin escolta, despreocupada la presidenta, qu¨¦ iba a temer ella, cuando la mujer extrajo una pistola de su bolso y descarg¨® tres disparos en su espalda que le causaron la muerte en el acto. No fue un atentado terrorista, se supo con toda certeza pocas horas despu¨¦s, sino un crimen dom¨¦stico, una venganza largamente alimentada, una forma estrictamente personal de ejercer justicia.
Muerte en Le¨®n fue en su origen un documental en cuatro cap¨ªtulos que retrata este episodio, a partir de un hilo argumental, el juicio celebrado en la ciudad a las tres acusadas. Ahora HBO Espa?a ha vuelto a apostar por el trabajo del director Justin Webster, que ahonda en el caso del asesinato de Carrasco en un nuevo documental que se estrena este viernes:?Muerte en Le¨®n. Caso cerrado.?Montserrat fue la ejecutora del crimen, en el papel de madre preocupada, angustiada porque la salud y el futuro de su hija Triana se hab¨ªa quebrado desde el momento en el que fue expulsada del entorno de la presidenta, para quien trabajaba, de quien disfrutaba de favores hacia un porvenir prometedor, no importa que se ama?aran unas oposiciones para que gozara de la condici¨®n de funcionaria de por vida. Pero ese favor se torci¨® y la brillante carrera de Triana colaps¨®: nadie le dar¨ªa trabajo, nadie que no quisiera contradecir las ¨®rdenes de la presidenta. As¨ª era el poder de Isabel Carrasco. Y hab¨ªa un tercer personaje, la amiga ¨ªntima de Triana, Raquel Gago, una polic¨ªa municipal, acusada de complicidad porque sin explicaci¨®n aparente estuvo cerca del lugar de los hechos y la pistola del crimen termin¨® depositada en su veh¨ªculo particular. Las tres fueron condenadas por el jurado.
Muerte en Le¨®n retrata los vericuetos de un juicio que no admite dudas sobre los detalles de la ejecuci¨®n del crimen, (hubo hasta un testigo presencial, un comisario retirado para remate), pero va m¨¢s all¨¢. Retrata algunas lagunas en una investigaci¨®n policial aparentemente sencilla, algunas contradicciones y, seg¨²n avanza la serie, algunos descuidos imperdonables. La serie elabora una tesis: no hubo una intenci¨®n de esclarecer todos los aspectos del asesinato. Entre otras cosas, porque la ejecutora, Montserrat Gonz¨¢lez, no mostr¨® el m¨¢s m¨ªnimo arrepentimiento. Lo dijo fr¨ªa y desapasionadamente ante el juez: ¡°No me arrepiento¡±. Dej¨® por sentado que, en las mismas condiciones, lo volver¨ªa hacer. Y con la misma serenidad con la que ejerci¨® su justicia, acept¨® su condena.
La serie deja una pregunta sin contestar: c¨®mo es posible que no se citara a declarar, o no constara siquiera en el sumario, que hubo una cuarta persona con la que Triana, la hija, sabedora de las intenciones de su madre, establec¨ªa comunicaci¨®n telef¨®nica durante casi 300 veces en los meses anteriores al asesinato. Una persona que habl¨® con Triana el d¨ªa anterior del crimen, incluso el mismo d¨ªa en dos ocasiones por espacio de m¨¢s de una hora. Esa persona, cuyo tel¨¦fono, tanto m¨®vil como el fijo de su despacho, figura en un registro de llamadas de la compa?¨ªa telef¨®nica. Ese hombre en medio de una obra de mujeres, es un alto cargo de la presidencia de Castilla-Le¨®n. As¨ª acaba la serie, como un thriller que nos deja en suspenso deseando que filmen la segunda temporada.
La serie convertida ahora en pel¨ªcula y?la investigaci¨®n que promueve su director, Justin Webster (Six Dreams, 2018; El fin de ETA, 2015; Gabo, la creaci¨®n de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, 2015; Ser¨¦ asesinado, 2013), vuelve atr¨¢s pero trata de avanzar sobre los hechos y, tambi¨¦n, sobre el estilo corrupto de ejercer el poder de Isabel Carrasco. Trata de sumar todos los argumentos que llevaron a Montserrat Gonz¨¢lez a ejercer su particular anhelo de justicia divina, quiz¨¢s los mismos argumentos que expliquen c¨®mo pudo ser que alguien pintara sobre el escenario del crimen, ¡°Aqu¨ª muri¨® un bicho¡±. Por algunas razones, no hubo l¨¢grimas en el funeral de Isabel Carrasco.
Dos polic¨ªas de Burgos
Muerte en Le¨®n retrata aspectos laterales que sorprender¨¢n al espectador. Uno son las opiniones acerca de la fallecida presidenta y su estilo de gobernar: solo hablan periodistas locales y el opositor natural a Carrasco, el veterano Mat¨ªas Llorente, pero no hay intervenciones de sus correligionarios. Dos, las autoridades policiales decidieron desplazar a Le¨®n a dos polic¨ªas de Burgos para asegurar la independencia de la investigaci¨®n con la excusa de que Montserrat estaba casada, aunque no compartieran domicilio, con el comisario de Astorga. Era la mujer de un polic¨ªa. Y esos dos polic¨ªas realizan algunas acciones de dudosa legalidad conducentes todas ellas a un determinado esclarecimiento r¨¢pido de los hechos: estaba la ejecutora, su pistola, su hija y la amiga de su hija. No hac¨ªa falta nada m¨¢s. Caso cerrado. Tres: ?Y las llamadas? Caso cerrado. ?Y el asesor de la presidencia de Castilla-Le¨®n? Caso cerrado. Demasiado inter¨¦s en que el crimen no tuviera ning¨²n sesgo pol¨ªtico.
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