No pinta nada bien
Entre el tufo fascistoide de unos y el temor al eterno retorno de lo mismo, confieso que me siento mayor para ir a votar otra vez m¨¢s con una pinza en la nariz
1. Listas
En los primeros puestos de las listas, generales (pos)franquistas y toreros (aqu¨ª suena el pasodoble Espa?a ca?¨ª, del maestro Marquina Navarro) que presienten que lo suyo se acaba; el gur¨² Steve Bannon ¡ªel Grigori Zin¨®viev de la in¨¦dita Internacional de la extrema derecha¡ª animando el cotarro y constatando que la victoria de Vox es que ya ¡°ha trasladado su conversaci¨®n al resto de la derecha¡±; por doquier, discursos apocal¨ªpticos sobre la en¨¦sima ¡°p¨¦rdida de Espa?a¡± a cargo del nuevo conde don Juli¨¢n S¨¢nchez, que ha abierto las instituciones y el solar patrio a quienes quieren destruirlos¡ En fin: no me extra?ar¨ªa que en las filas de la diestra cada vez m¨¢s radicalizada y ¡°sin complejos¡± se estuviera produciendo un proceso de ¡°exclusi¨®n competitiva¡± semejante al que desbanc¨® a los neandertales en favor de los sapiens (cfr. Los f¨®siles de nuestra evoluci¨®n, de Antonio Rosas; Ariel).
Esto se parece cada vez m¨¢s a algo d¨¦j¨¤ vu suficientemente documentado en los libros de historia. Y el espejo de lo que ocurre en Europa y Am¨¦rica no son solo los a?os treinta ¡ªcuando al menos la izquierda se preparaba, mal que bien y dividida, para contenerla¡ª sino, entre nosotros, los a?os veinte, cuando los j¨®venes mauristas saludaban desde La Acci¨®n, el peri¨®dico del protofascista Delgado Barreto, la marcha sobre Roma de Mussolini y sus camicie nere. Hoy han cambiado las formas, sin embargo, de ah¨ª que algunos analistas exploren las posibles derivas posfascistas de los actuales populismos (Del fascismo al populismo en la historia, de Federico Finchelstein; Taurus). Pero el vino viejo llega en odres nuevos, o quiz¨¢s al rev¨¦s: dense una vuelta por ciertos diarios digitales o amarillos sin lazo, escuchen las emisoras y las tertulias tonitruantes, atiendan los discursos mitineros de los l¨ªderes de los partidos de la derecha, hoy inestablemente democr¨¢tica, a los que Vox hace la cama electoral, ajenos a la t¨®xica masculinidad impostada de su l¨ªder (el perfil joseantoniano del jinete en plano contrapicado).
Esto no pinta bien. Y lo digo porque en la izquierda ¡ªque todav¨ªa no se ha curado de su original ofuscaci¨®n y mala conciencia hist¨®rica ante los nacionalismos¡ª tampoco andan bien las cosas, con tutti quanti hundidos en la arena y d¨¢ndose de goyescos garrotazos (para una interpretaci¨®n del demoledor cuadro, l¨¦ase lo que dice Yves Bonnefoy en su estudio Las pinturas negras; C¨¢tedra). Ser¨ªa muy bueno, ahora que a todo el mundo le ha dado por pedir perd¨®n, que se reconsideraran las graves responsabilidades y oportunismos de la izquierda en el tratamiento de las contradicciones entre el Estado y los recalcitrantes y marrulleros aspirantes catalanes a saltarse la ley y cortar amarras a expensas de la mitad de sus compatriotas y del resto de la (todav¨ªa) naci¨®n de naciones. As¨ª que yo, la verdad, entre el tufo fascistoide de unos y el temor al eterno retorno de lo mismo (que propicia oblicuamente la reproducci¨®n de lo primero), confieso que, al menos por ahora, me siento mayor para ir a votar otra vez m¨¢s con una pinza en la nariz. Disculpen la contradicci¨®n y el des¨¢nimo.
2. Referencia
Internet y Wikipedia han acabado casi totalmente con los libros de referencia. El otro d¨ªa, un librero de viejo le ofreci¨® a mi cu?ado 20 euros por el Larousse de 10 tomos, as¨ª est¨¢n las cosas. Bajo la r¨²brica ¡°Enciclopedias y obras de consulta¡± de la clasificaci¨®n del ISBN solo figuran 19 t¨ªtulos, y uno de ellos es El libro rojo del bombero, as¨ª que h¨¢ganse una idea de la cat¨¢strofe. Yo adoro los libros de referencia que, a diferencia de Wikipedia, admiten una lectura m¨¢s o menos continua. Hay dos, bastante especializados, que utilizo en mi fondo de biblioteca y que pensaba recomendarles hace tiempo, pero la avalancha de novedades, con su acuciante demanda, lo ha impedido.
El primero es la reciente actualizaci¨®n del Diccionario de islam e islamismo (Trotta), de la profesora (y colaboradora de este peri¨®dico) Luz G¨®mez, una estupenda herramienta en la que consultar todas las variedades y aspectos de la segunda religi¨®n abrah¨¢mica m¨¢s practicada. El otro es el entretenido Diccionario amoroso del psicon¨¢lisis (Debate), de ?lisabeth Roudinesco, un recorrido personal y sugerente por la teor¨ªa, la cl¨ªnica y pr¨¢ctica cultural de la llamada ¡°cura por la palabra¡±. Por lo dem¨¢s, y en contraste con el caos de estad¨ªsticas diferentes acerca de la producci¨®n editorial y los h¨¢bitos de lectura, me apunto un dato nuevo y significativo: Ikea, el mueblista m¨¢s utilizado, ha dado a conocer los datos de un estudio basado en sus ventas de bibliotecas caseras, seg¨²n el cual ha aumentado (desde un 4,1% en 2010 al 9,5% en 2018) el n¨²mero de casas espa?olas sin libros. Tomen nota.
3. Cr¨ªtica
Desde su consolidaci¨®n como g¨¦nero, all¨¢ por el siglo XVIII, la cr¨ªtica literaria (y por extensi¨®n, las de todas las artes) est¨¢ en entredicho. Hoy, cuando todo el mundo se cree con derecho a ejercer de cr¨ªtico a trav¨¦s de ese poco fiable nivelador que son las redes sociales, su papel y sus poderes suasorios o disuasorios parecer¨ªan m¨¢s en solfa que nunca. Y sin embargo a¨²n cuenta la opini¨®n de los buenos cr¨ªticos. Lean, si lo dudan, el cartel que, bajo el t¨ªtulo ¡°Las cr¨ªticas expuestas son para el disfrute general del p¨²blico¡±, exhibe el tabl¨®n del cine Verdi de Madrid, donde acud¨ª a ver el ¨²ltimo Almod¨®var: ¡°Rogamos que el interesado/a, especialmente en las cr¨ªticas de C. Boyero, se abstenga de continuar sistem¨¢ticamente llev¨¢ndoselas cada semana para su colecci¨®n y provecho privado. Se lo agradecer¨ªamos todos¡± (cursivas y sintaxis, de sus autores). A m¨ª, siempre temeroso de que no haya nadie al otro lado, solo me queda felicitar al cr¨ªtico que lo ha conseguido: te envidio y te quiero, Boyero (aunque parezca una rima de Blas de Otero).
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