El arte de ensamblar ruidos
Beatriz Ferreyra integr¨® en los sesenta en Par¨ªs el Grupo de Investigaciones Musicales, principal agente de la m¨²sica concreta. Desde entonces, no ha dejado de componer paisajes sonoros
La hierba mecida por el viento, el pur¨¦ de verduras revuelto con la cucharilla o una bisagra chillona. A los 82 a?os, Beatriz Ferreyra sigue capturando los sonidos de su entorno cotidiano. Afincada en la campi?a normanda, no sale a pasear sin llevar consigo una grabadora. Junto a elementos vocales, instrumentales y electr¨®nicos, la m¨²sica concreta se sirve tambi¨¦n del ruido ambiental. Y de ruido el mundo est¨¢ repleto.
Ferreyra lleg¨® a Par¨ªs desde su Argentina natal fantaseando con la idea de comenzar all¨ª una carrera pict¨®rica. Se hab¨ªa formado como pianista, pero la m¨²sica cl¨¢sica dej¨® de interesarle. Sus planes cambiaron cuando se top¨® por azar con el Grupo de Investigaciones Musicales que dirig¨ªa Pierre Schaeffer, padre del sonido electroac¨²stico. As¨ª fue como Ferreyra comenz¨® a recortar, unir o superponer metros y metros de cinta magn¨¦tica que conten¨ªa grabaciones realizadas previamente. Despu¨¦s de montarlo todo, el resultado final se mezclaba con otros rollos y filtros, dando lugar a una partitura auditiva de estructura compleja.
Los m¨²sicos del colectivo trabajaban por separado encerrados durante horas en los estudios de la radio parisiense. Solo all¨ª contaban con los medios t¨¦cnicos necesarios para producir. Una vez a la semana, se reun¨ªan para compartir sus respectivos avances y Schaeffer era el preceptor. El autor de Tratado de los objetos musicales (Alianza), texto fundacional de la m¨²sica concreta, respaldaba en su proceso creativo a esta singular troupe de ingenieros, matem¨¢ticos y music¨®logos. Aquel era un lugar de juego y experimentaci¨®n en mitad de la Francia conservadora de De Gaulle.
¡°En aquellos a?os el sonido era mono, no est¨¦reo como ahora, y nos romp¨ªamos la cabeza para tratar de generar sensaci¨®n de espacio acercando o alejando el ruido¡±, cuenta hoy Ferreyra, con el cabello cano y unas grandes gafas retro de pasta transparente. La creadora aterriza en Madrid avalada por un centenar de composiciones musicales a sus espaldas ¡ªalgunas destinadas al cine o al teatro¡ª para actuar en La Casa Encendida durante una sesi¨®n celebrada el martes pasado comisariada por el colectivo a_mal_gam_a. ¡°Como en la computadora puedes ver la onda sonora, un gr¨¢fico de la m¨²sica que est¨¢s confeccionando, los j¨®venes se han olvidado de escuchar. Nosotros nos limit¨¢bamos a cerrar los ojos y dejarnos llevar¡±, relata.
El ingenio de Beatriz Ferreyra se educ¨® en la escuela anal¨®gica, pero ella ha sabido adaptarse a la era digital y presume de traer los sonidos base del recital guardados en un l¨¢piz USB. Lejos queda el magnet¨®fono de bobina y el equipaje cargado de cintas. ¡°Los medios han cambiado, pero el problema al que me enfrento siempre es el mismo: c¨®mo articular un todo a trav¨¦s de sus partes. Elegir el tiempo, respirar con la m¨²sica, descubrir nuevas cualidades del sonido. Para m¨ª es siempre una aventura¡±, declara. Unas horas despu¨¦s, en la actuaci¨®n, bajo una jaima que oscurece la atm¨®sfera, el p¨²blico la rodear¨¢ recostado sobre el suelo con cojines y mantas.
¡°Tengo amigos que nunca han venido a mis conciertos, les parece horrendo. Yo les digo: ¡®No veng¨¢is, no os quiero torturar¡±
Como int¨¦rprete femenina, Ferreyra siempre lo tuvo m¨¢s dif¨ªcil: ¡°En el grupo hab¨ªa algunos que pensaban que la m¨²sica es cosa solo de hombres. Ha pasado siempre a lo largo de la historia. Gustav Mahler, por ejemplo, se cas¨® con una compositora a la que nunca permiti¨® ejercer. Yo misma no me he casado porque los hombres que pasaron por mi vida trataron de apartarme de la m¨²sica¡±. Algo de todo esto cambi¨®, relata, con la revuelta parisiense de mayo y junio de 1968; una eclosi¨®n pol¨ªtica y cultural que tom¨® la vida cotidiana por asalto. ¡°Nunca he vuelto a ver tanta inquietud y actividad como entonces. La gente se arriesgaba y el arte rejuveneci¨®¡±, rememora.
Ese mismo esp¨ªritu innovador imprime a¨²n hoy el car¨¢cter de esta octogenaria, que defiende la necesidad de romper con ideas preconcebidas: ¡°Siempre habr¨¢ alguien que defienda la pureza. A nosotros mucha gente nos dijo que, al carecer de armon¨ªa y melod¨ªa, lo que hac¨ªamos no pod¨ªa llamarse m¨²sica. Claro, eso ocurr¨ªa porque est¨¢bamos alterando las concepciones habituales del sonido¡±. Aunque la m¨²sica concreta influenci¨® en la obra de referentes de la cultura popular como Frank Zappa o Sonic Youth, el g¨¦nero es un gran desconocido fuera de Francia.
¡°Tengo amigos que nunca han venido a mis conciertos porque les parece horrendo lo que hago. Yo les digo: ¡®No veng¨¢is por amistad, no os quiero torturar¡±, bromea esta pionera de la m¨²sica electr¨®nica. En sus conciertos, Ferreyra propone un viaje a trav¨¦s de paisajes sonoros en los que perderse. Como ella misma recomienda, lo mejor es no ofrecer resistencia y entornar los ojos. ?Clac! Suena el obturador de la c¨¢mara durante la sesi¨®n de fotos: ¡°?Ves? Ese ruido, por ejemplo, no tiene suficiente cuerpo, no me servir¨ªa para componer¡±.
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