Muere el compositor Pierre Henry, pionero de la m¨²sica electroac¨²stica
El artista franc¨¦s fallece a los 89 a?os en Par¨ªs
La segunda mitad del siglo XX siempre se pens¨® a s¨ª misma como una concatenaci¨®n de coherencias, un desarrollo lineal hacia delante en el que la concepci¨®n cient¨ªfica y su pariente, la tecnolog¨ªa, guiaban a la manada hacia alg¨²n destino luminoso. En esta narraci¨®n, la m¨²sica electr¨®nica jugaba un papel central, al menos en sus or¨ªgenes. Y en esos or¨ªgenes, Pierre Henry era una suerte de poeta, aventurero, visionario y, solo, siempre solo, como lo describe el t¨ªtulo de una de sus obras emblem¨¢ticas, Sinfon¨ªa para un hombre solo, de 1950, excelente manera de comenzar la segunda mitad del explosivo siglo XX.
Pierre Henry falleci¨® ayer, 5 de julio, apenas cinco meses antes de cumplir los 90 a?os. Nacido en Par¨ªs, el 9 de diciembre de 1927, recibi¨® estudios musicales en el Conservatorio de su ciudad en los turbulentos a?os de la guerra, con profesores como Olivier Messiaen o Nadia Bulanger. Entre las materias que estudiaba destaca la percusi¨®n, lo que le introduce de lleno en el mundo de los sonidos no determinados o, t¨¦cnicamente, ruidos. A los 22 a?os, se enrola en las filas de la m¨²sica concreta que capitanea Pierre Schaeffer en Radio France. Es una decisi¨®n que marca su destino, la m¨²sica concreta hab¨ªa sido la f¨®rmula pionera de la electr¨®nica musical, pero pronto se ver¨ªa envuelta en pol¨¦micas con la ortodoxia de la escritura musical (Pierre Boulez) o la m¨²sica electr¨®nica de laboratorio (Stockhausen). Henry tom¨® otra v¨ªa, la creaci¨®n de m¨²sica desde la l¨®gica del intuitivo, casi como si el sonido fuera una suerte de escultura. Esto produjo obras de rara fascinaci¨®n y le acercaron pronto a otros artistas que ve¨ªan poes¨ªa en esa nueva manera de hacer m¨²sica. As¨ª, la citada Sinfon¨ªa para un hombre solo ser¨¢ pronto adoptada por el gran core¨®grafo Maurice B¨¦jart.
Tras esta aventura, ser¨ªan legi¨®n los artistas que buscar¨ªan colaboraci¨®n con este Van Gogh de la m¨²sica electr¨®nica: los core¨®grafos Georges Balanchine, Carolyn Carlson, Merce Cunningham, Alwin Nikolais, Maguy Marin, cineastas como Dziga Vertov o incluso artistas pl¨¢sticos como Yves Klein, Georges Mathieu o Thierry Vincens.
Con el paso de los a?os, la m¨²sica electr¨®nica envejeci¨® y se renov¨® de manera vertiginosa. En los ¨¢mbitos cl¨¢sicos, Boulez se adue?¨® del ¨²nico juguete que siempre despreci¨®, el IRCAM, que creaba hegemon¨ªa desde la reci¨¦n llegaba inform¨¢tica musical, mientras que las nuevas generaciones de m¨²sicos que se adue?aron de los venerables estudios de Radio France jugaban a la contra. Entre todos ello, Henry se encontr¨® m¨¢s solo que nunca. Se encerr¨® en su laboratorio de Par¨ªs, so?¨® con obras ecol¨®gicas de duraciones extens¨ªsimas, sus Cosmogon¨ªas de cerca de 20 horas. Y, de pronto, la electr¨®nica musical se convirti¨® en un utensilio barato, al alcance de los j¨®venes totalmente desinteresados en batallas est¨¦ticas heredadas del ya extinto existencialismo, y esos j¨®venes se proclamaban herederos de Henry, era la generaci¨®n techno.
Finalmente, el Estado franc¨¦s, siempre vigilante de sus glorias, lo colm¨® de subvenciones para que su laboratorio tuviera el rango que merece un h¨¦roe de la vieja guardia.
As¨ª, el hombre que hac¨ªa m¨²sica con unos aparatos dignos del Nautilius se convert¨ªa en un enigma y en una figura soberanamente aislada. Frank Langlois, en su ensayo biogr¨¢fico, lo resume as¨ª: ¡°Entre una perspectiva hist¨®rica de las vanguardias musicales posteriores a 1945 y el mercado mundial de las industrias culturales, la singularidad po¨¦tica de Pierre Henry sigue pendiente de valorar; su lugar en la fulgurante ¡°generaci¨®n 1925¡±, permanece sin nombre.¡±
Lo podr¨ªamos decir de otra manera: entre sus inicios como escultor en bruto de los sonidos electr¨®nicos y un final de vida en el que la m¨²sica electr¨®nica se ha reinventado varias veces hasta convertirse en mercanc¨ªa, ?cu¨¢l es su papel? Quiz¨¢ el de Prometeo.
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