La poes¨ªa, ?el g¨¦nero m¨¢s pujante del espa?ol?
Los llenos que consiguieron en el Congreso de la Lengua de C¨®rdoba los poetas confirman la excelente salud creativa que viven


Si despu¨¦s de tanto destruir algo ha construido Internet, es furor po¨¦tico. La buena salud del g¨¦nero ha quedado de manifiesto en el Congreso Internacional de la Lengua, celebrado hasta el s¨¢bado en C¨®rdoba (Argentina). Tiene mucho que ver con la onda de expansi¨®n masiva que provoca la red. Y con la destreza con que la dominan los millennials. Lo dijo Elvira Sastre, poeta segoviana, de 27 a?os, estrella en la reuni¨®n: ¡°Se est¨¢ expandiendo gracias a ese medio y no hay quien la pare¡±.
Sastre representa un s¨ªmbolo del presente renacer. En todo el territorio de este "espa?ol trufado", en palabras del poeta peruano Alonso Ruiz Rosas. Llena distintos aforos en M¨¦xico, Colombia, Per¨²¡ Como no, en Argentina, donde ha le¨ªdo y ha participado junto a otros representantes de distintas generaciones en coloquios y sesiones de lectura multitudinarios a los que arrastr¨® p¨²blico y donde arranc¨® ovaciones. Como le sucedi¨® junto a Joaqu¨ªn Sabina en el Teatro del Libertador. Ocurri¨® al leer Somos mujeres. El aplauso fue tan estruendoso, que ella, con su recia discreci¨®n castellana, hac¨ªa gestos al p¨²blico como para indicarles que pararan.
Vive la calle y habita el espacio online con el mismo desparpajo. Del blog, pas¨® a vender decenas de miles de copias en papel de sus poemarios. En el twit, persigue el aforismo perpetuo. Con la novela se ha estrenado ganando el premio Biblioteca Breve por D¨ªas sin ti. Se obsesiona con la b¨²squeda del poema: ¡°Como si cada uno de ellos fuera un pez y el oc¨¦ano de la literatura lo escondiera todo¡±.
Siempre est¨¢n dispuestos a ir donde sea y encontrarse con otros. Extienden as¨ª sus contactos y sus redes propias. Da igual que les propongas viajar en colectivo (autob¨²s) o dormir en pensiones. Apenas nada les impide acudir¡±, asegura el argentino Mart¨ªn Prieto
En eso nada le separa de sus maestros. Uno de ellos es Benjam¨ªn Prado, que tambi¨¦n convoc¨® multitudes. ?l ha estado atento al fen¨®meno de la nueva generaci¨®n desde su atalaya f¨ªsica de metro noventa y con la actitud de quien sabe conceder relevos. Prado tiene muy presente que a ¨¦l tambi¨¦n le ayudaron cuando fue demasiado joven. Sobre todo Rafael Alberti y ?ngel Gonz¨¢lez. ¡°Los recuerdo o los cito cada d¨ªa¡±, confiesa. Y a veces, como le ocurri¨® el s¨¢bado en C¨®rdoba, se le cruza un nudo en la garganta al hacerlo cuando le dio por recitar la canci¨®n que le compuso junto a Sabina para el ¨²ltimo de ellos: Menos dos alas. Tuvo que parar por el mal rato.
Gonz¨¢lez respond¨ªa a la estirpe con que Mar¨ªa Negroni, poeta argentina, trata de definir la madera de los suyos: ¡°Los que descienden a lo desconocido en una ceguera trabajosa quien sabe que lo real no resulta articulable, un ant¨ªdoto contra el discurso autoritario, alguien que huye de la c¨¢rcel de lo convencional¡¡±. Tambi¨¦n alguien entregado a lo reflexivo, que se expresa entre hachazos y caricias del pensamiento. Eso que, como cuenta el dominicano Jos¨¦ Marmol, vio un fil¨®sofo como Heidegger en un poeta como el rom¨¢ntico H?lderlin. ¡°Un ser determinado a escapar de la dictadura de lo igual¡±, comenta Marmol.
Y siempre dispuesto a compartir versos sin que importe el precio. En eso, Mart¨ªn Prieto, poeta argentino, ve una ventaja. ?l ha organizado encuentros literarios en su pa¨ªs y con ello ha podido observar que la flexibilidad de los poetas a la hora de acudir es mucho m¨¢s amplia que la del resto. ¡°Quiz¨¢s ah¨ª se esconda una de las razones por las que tienen tanto p¨²blico. Siempre est¨¢n dispuestos a ir donde sea y encontrarse con otros. Extienden as¨ª sus contactos y sus redes propias. Da igual que les propongas viajar en colectivo (autob¨²s) o dormir en pensiones. Apenas nada les impide acudir¡±.
Esa diferencia, esta vez con hoteles decentes, se ha puesto de manifiesto con mucha pujanza y de manera refrescante en C¨®rdoba. Los poetas han reivindicado su soberan¨ªa sobre la lengua en un congreso, quiz¨¢s demasiado volcado a la obsesi¨®n digital. Algo que ha producido lagunas para un g¨¦nero tambi¨¦n hoy con extra?a salud de hierro, como el teatro. Menos mal que ese aspecto lo reivindic¨® Nuria Espert, gracias a Lorca. La gran dama llen¨® el Real de C¨®rdoba con su escenificaci¨®n, junto a Llu¨¬s Pasqual, del Romancero gitano.
Los dramaturgos y quienes dan vida sobre un escenario a la palabra han quedado en la cuenta a deber para el pr¨®ximo congreso. Ser¨¢, muy probablemente, en Arequipa (Per¨²), la ciudad donde naci¨® Mario Vargas Llosa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
