El aroma de Finito cierra la Magdalena

La lluvia hizo su aparici¨®n en el cierre de La Magdalena, el ruedo de la plaza se embarr¨® de lo lindo y la corrida hubo de ser aplazada casi una hora para acondicionar la arena. Cuando las cuadrillas iniciaron el pase¨ªllo hab¨ªan pasado 55 minutos de las cinco de la tarde, hora anunciada. Y sali¨® el toro. Y el primero, de correcta presentaci¨®n y ofensivo, no fue toro del gusto de Finito. Solo con la capa, una vez el animal se cans¨® de corretear por el ruedo, pudo sujetarlo y darle un racimo de ver¨®nicas con la media final de buen gusto. Pero ah¨ª se acab¨® la historia. Con la muleta nunca hubo plena confianza, ligero y despegado se pas¨® a un toro que ped¨ªa m¨¢s compromiso. Por la izquierda un par de intentos, sin mucha insistencia, y a otra cosa. Y otra cosa peor fue con la espada: un verdadero mitin y desconfianza absoluta.

M¨¢s motivado y comprometido sali¨® Finito en el cuarto, cuando la lluvia arreciaba. No se lo puso f¨¢cil el toro de inicio, porque a la salida de los muletazos iba en busca de los tableros. Pero la veteran¨ªa es un grado y Finito, a base de consentir y tratar con paciencia al toro, se hizo con ¨¦l antes de lo previsto. La faena, sobre todo en su segunda mitad, fue una sinfon¨ªa de arte, no completa pero sinfon¨ªa al fin y al cabo. Luci¨® Finito con esplendor en el toreo al natural, m¨¢s ajustado, y en el toreo en redondo sobra la derecha, tambi¨¦n abrochado. Los remates a dos manos, los adornos, las trincherillas, el sabor de un torero veterano que se destap¨® con esencia. Pero la espada volvi¨® a ser un problema y el triunfo que ya se mascaba qued¨® en una ovaci¨®n muy cerrada.

El primero de Cayetano fue un buen toro, de los que dejan pensar y estar. Sobre todo, excelente por el pit¨®n izquierdo, de larga y clara embestida, aunque tampoco sobrado de fuerzas. Cayetano lo tore¨® con aseo con la capa, con el remate de una brillante larga cordobesa. Con la muleta lo mejor estuvo a cargo de su mano izquierda, toreando por naturales que le salieron largos y templados. Pero, quiz¨¢s, supo a poco el toreo por ese buen pit¨®n del toro, porque por el derecho el aseo y la pulcritud fue lo que domin¨®. Una muy buena estocada final puso el remate a una faena donde la est¨¦tica fue la bandera.

Manso declarado desde que sali¨® fue el quinto. No hubo forma de meterlo en vereda por m¨¢s que Cayetano insisti¨®. Busc¨® el toro siempre por donde salirse de la suerte y el torero no logr¨® sujetarlo pese a los intentos. Y cuando uno no quiere, dos no ri?en. Los rodillazos finales y la estocada contundente animaron la situaci¨®n e, incluso, se pidi¨® premio para un esforzado Cayetano.

El tercero, con el hierro de Garc¨ªa Jim¨¦nez, jug¨® a favor del torero de casa. Un buen toro de principio a casi fin, porque en el ¨²ltimo tramo de faena pareci¨® medir m¨¢s su embestida. Tuvo alegr¨ªa en banderillas, donde ?ngel Otero cuaj¨® dos pares monumentales. Y un Varea decidido que sali¨® a por todas y tantas, que en ocasiones aceler¨® su buen concepto de torero. No fue una faena redonda, porque tuvo altibajos, pero s¨ª tuvo y retuvo momentos muy art¨ªsticos. Al natural salieron largos los muletazos, alguno con cierto despegue, pero siempre tuvieron porte. Hubo torer¨ªa en los remates y mucha actitud. Exprimi¨® con buenas formas al excelente astado y coron¨® la faena con una buena y rotunda estocada que dej¨® al toro sin puntilla. Se llev¨® Varea el premio de una oreja, pero el presidente se llev¨® la bronca por no conceder la segunda que fue pedida por la plaza entera. La corrida y la feria la cerr¨® un deslucido toro que nunca quiso embestir. Cuando lo hizo fue a golpes, frenado, y con un feo derrote al final de cada muletazo. Varea se sali¨® de su concepto, pele¨® con armas que no son suyas, y sac¨® su versi¨®n valerosa que cont¨® con el benepl¨¢cito de sus paisanos. Pero la espada conden¨® a la nada el ¨²ltimo cap¨ªtulo de la Magdalena.