Mientras los dioses no cambien
Tuvo reconocimientos que nunca busc¨®. No practic¨® el desaire ni cultiv¨® el halago que tanta prosperidad depara
Ten¨ªa predilecci¨®n por el g¨¦nero de los pecios. Algunos fueron compendiados en su libro Mientras los dioses no cambien, nada ha cambiado, donde incluy¨® alg¨²n presagio como el que ahora puede estar a punto de cumplirse: ¡°Vendr¨¢n m¨¢s a?os malos y nos har¨¢n m¨¢s ciegos¡±. Antes, la Asociaci¨®n de Periodistas Europeos hab¨ªa inventado para ¨¦l la Lecci¨®n Conmemorativa Pascual Madoz encomend¨¢ndole la primera edici¨®n de la serie que dict¨® en 1983 bajo el t¨ªtulo de El ej¨¦rcito nacional. La versi¨®n inicial la hab¨ªa escrito para las p¨¢ginas de EL PA?S, pero andaba disgustado por la demora en publicarse. El responsable de la demora parec¨ªa ser ?ngel S¨¢nchez Harguindey. Quisimos averiguar la raz¨®n y Ferlosio concedi¨® que le hab¨ªa salido un poco largo. ?Cu¨¢nto de largo? 27 folios, fue su respuesta.
Ese mismo a?o le fue concedido el Premio de Periodismo Francisco Cerecedo y se vio conminado a escribir una breve autobiograf¨ªa que titul¨® Rafael S¨¢nchez Ferlosio par lui m¨ºme. All¨ª declaraba ser hijo de padre espa?ol y madre italiana y haber nacido en Roma. Luego a?ad¨ªa c¨®mo a la edad de 14 a?os, en el texto de literatura espa?ola de Guillermo D¨ªaz-Plaja y en la frase en la que el autor, retratando al infante don Juan Manuel, dec¨ªa literalmente ¡°ten¨ªa el rostro, no roto y recosido por encuentros de lanza, sino p¨¢lido y demacrado por el estudio¡±, conoci¨® cu¨¢l era su ideal de vida. No obstante, precisaba, hab¨ªa sido siempre demasiado perezoso para llegar a empalidecer y demacrarse en medida condigna a la de su ideal emulatorio, y que su m¨¢ximo t¨ªtulo era el de bachiller. Conclu¨ªa su autorretrato con el reconocimiento de que habi¨¦ndolo emprendido todo por su sola afici¨®n, no se ten¨ªa a s¨ª mismo por profesional de nada.
Nunca estuvo sujeto a la percepci¨®n de salario alguno. Tuvo en Madrid distintas soluciones habitacionales. Una larga temporada de residencia en la glorieta de Bilbao le hizo asiduo del Caf¨¦ Comercial. All¨ª le¨ªa la prensa espa?ola e italiana y a partir de esas lecturas dio en establecer La hip¨®tesis del Belgrano. En ese art¨ªculo memorable anticip¨® que el crucero Belgrano de la Armada argentina habr¨ªa sido hundido por la Royal Navy pese a encontrarse fuera de las aguas que los brit¨¢nicos hab¨ªan declarado exclusivas. El Almirantazgo quer¨ªa a toda costa la guerra de las Malvinas y calculaba que con ese hundimiento el dictador Galtieri quedar¨ªa impedido de rehusar el enfrentamiento. Tuvieron que pasar a?os para que Thatcher reconociera en la C¨¢mara de los Comunes que as¨ª hab¨ªa sido.
Tuvo reconocimientos que nunca busc¨®. No practic¨® el desaire ni cultiv¨® el halago que tanta prosperidad depara. Ni siquiera acept¨® ser acad¨¦mico cuando Francisco Rico le ofrec¨ªa como premio que tendr¨ªa a su disposici¨®n el libro del conde de Clonard sobre los uniformes de la Infanter¨ªa. Pero jam¨¢s dedic¨® desd¨¦n alguno hacia quienes persiguieron ese cursus honorum. Nada de torre de marfil; caf¨¦ de barrio, tertulia al final en el bar Universo, inter¨¦s hasta el ¨²ltimo d¨ªa por los asuntos p¨²blicos de aqu¨ª y de la escena internacional y sin arredrarse al declarar ¡°no estoy de acuerdo con todo lo que he escrito en mi vida¡±.
Babelia
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