Los ¨ªberos, el pueblo que cortaba cabezas
Una exposici¨®n en el Museo Arqueol¨®gico indaga en las costumbres b¨¦licas de los habitantes del este peninsular en la Edad del Hierro
Dice Carmen Rovira, del Museo de Arqueolog¨ªa de Catalu?a (MAC), que los humanos de la Edad del Hierro (etapa que comenz¨® en el primer milenio antes de nuestra era) guardaban las cabezas cortadas de sus coet¨¢neos por dos razones: o para mantener pr¨®xima ¡°la esencia de la persona¡± fallecida junto a ellos, o para ¡°mostrar su poder¡± frente a los enemigos derrotados. La exposici¨®n Cabezas cortadas. S¨ªmbolos de poder, que se ha presentado este martes en el?Museo Arqueol¨®gico Nacional y que se centra en los descubrimientos realizados en el poblado ¨ªbero de Ullastret (Girona) en 2012, corresponde indudablemente al segundo grupo.
Desde el Neol¨ªtico (comenz¨® hace unos 10.000 a?os y no en todo el mundo al mismo tiempo) existen evidencias en todos los continentes de esta costumbre de decapitar a otros humanos. Los ejemplos m¨¢s antiguos se sit¨²an en Jeric¨® (Cisjordania, Palestina) durante el Neol¨ªtico (unos 9.500 a?os atr¨¢s). En 1952, se hallaron nueve cr¨¢neos perfectamente conservados y con conchas dentro de las ¨®rbitas oculares. Esto es importante porque, como explica Rovira, si los que cortan cabezas intentaban reconstruir la mirada del fallecido se debe a que su cr¨¢neo era guardado para mantener su esencia, algo que no ocurre en ninguno de los cinco que se muestran en la exposici¨®n del Arqueol¨®gico: todos eran enemigos.
Carece de nombre, pero no de rostro gracias a las nuevas tecnolog¨ªas. Era un joven ¨ªbero de entre 16 y 18 a?os que nunca hab¨ªa entrado en batalla. Esto se sabe porque su cr¨¢neo carec¨ªa de cualquier herida o muesca. Su cabeza, tras ser decapitado, fue metida en una bolsa, atada al caballo de su vencedor y transportada hasta Ullastret, la ciudad ¨ªbera m¨¢s grande que se conoce (unas 15 hect¨¢reas), capital de los indiketas, con altas murallas de protecci¨®n, campos arados, ganader¨ªa, minas y canteras. En 2012, durante las labores de excavaci¨®n arqueol¨®gica, su cr¨¢neo ¡ªcon un clavo de 23 cent¨ªmetros atraves¨¢ndolo de arriba abajo¡ª fue desenterrado.
La testa fue insertada en la fachada de la vivienda de un noble, junto con su falcata (espada ¨ªbera de hierro) para que el notable mostrase su poder frente al resto de vecinos. No era la ¨²nica que se pod¨ªa ver en aquellos momentos en Ullastret. De hecho, los trabajos de excavaci¨®n hallaron otras cuatro m¨¢s completas y otras tantas incompletas. El director del MAC, Jus¨¨p M. Boya i Busquet, avanza a EL PA?S que en la ¨²ltima campa?a se han encontrado m¨¢s ejemplos de estas terribles muertes y que los resultados se har¨¢n p¨²blicos en breve. Porque antes de colgar el cr¨¢neo, los ¨ªberos le extra¨ªan las v¨ªsceras al decapitado mediante incisiones con cuchillos en las partes frontal y lateral, siempre que el cr¨¢neo estuviese "fresco", pues pasados muchos d¨ªas desde el fallecimiento se pod¨ªan fracturar los huesos al introducirle el clavo para colgarlo en la pared.
En la muestra se puede ver c¨®mo a uno de los cr¨¢neos le falta un hueso temporal (el espadazo debi¨® de cortar la oreja izquierda del desdichado), a otro la mand¨ªbula, un tercero fue atravesado en la regi¨®n occipital por las falcatas...? Algunos de los cr¨¢neos tienen mandobles en los huesos frontales, pero los arqueoforenses han determinado que estos individuos fueron capaces de sobrevivir a una primera lucha, aunque luego terminaron derrotados. Y decapitados.
Gabriel de Prado, responsable de la sede del MAC en Ullastret, explica que ¡°las cabezas eran separadas del cuerpo de las v¨ªctimas y tratadas hasta convertirlas en instrumentos medi¨¢ticos, en s¨ªmbolos de la victoria b¨¦lica o el dominio de la fuerza¡±. ¡°Cualquier hipot¨¦tico enemigo, interno o externo, ve¨ªa claramente cu¨¢l ser¨ªa su fin¡±.
Esta cultura ¨ªbera ¡ªque ocupaba en el territorio un arco que transcurr¨ªa desde el actual Languedoc franc¨¦s hasta Andaluc¨ªa¡ª desapareci¨® con la llegada de los romanos a la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. A Roma le espeluznaba la costumbre de cortar cabezas y exponerlas, seg¨²n sus cronistas. ¡°Pero era una falsedad. Ellos tambi¨¦n las sajaban. De hecho, en la columna Trajana se ve a un guerrero portando la cabeza de un dacio", se?ala Rovira.
La muestra, que termina su ciclo por Espa?a (ya estuvo en Barcelona y Valencia) ha sido posible gracias a los pr¨¦stamos de los museos de Barcelona, Granollers, Soria, Cerda?ola, Valencia, Am¨¦rica y Nacional de Antropolog¨ªa. "Es la ¨²ltima oportunidad para verlo todo en conjunto", anuncia De Prado. "Cuando acabe, habr¨ªa que ir museo a museo reconstruyendo la historia del pueblo que ocup¨® la costa mediterr¨¢nea de la Pen¨ªnsula". "Y de Francia", replica Boya i Busquet, "porque los franceses siempre venden que ellos eran galos: galos por aqu¨ª, galos por all¨¢, pero en la parte sur del pa¨ªs no es verdad", se r¨ªe.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.