La p¨¦rdida (ir)reparable
El incomparable dolor de perder a un hijo o una hija peque?os. Un trauma irreparable. O quiz¨¢ no
El incomparable dolor de perder a un hijo o una hija peque?os. Un trauma irreparable. O quiz¨¢ no.
CEMENTERIO DE ANIMALES
Direcci¨®n: Kevin K?lsch, Dennis Widmyer.
Int¨¦rpretes: Jason Clarke, Amy Seimetz, John Lithgow, Jet¨¦ Laurence.
G¨¦nero: terror. EE UU, 2019.
Duraci¨®n: 101 minutos.
La novela de Stephen King Cementerio de animales, publicada en 1983, plantea uno de los dilemas m¨¢s irresolubles de la psicolog¨ªa, la filosof¨ªa y la teolog¨ªa: c¨®mo soportar el duelo, sobre todo en los tiempos contempor¨¢neos, donde la fe y las creencias religiosas en la paz y la salvaci¨®n tras el deceso est¨¢n en declive. ¡°La muerte no es nada, solo he pasado a la habitaci¨®n de al lado¡±, escribi¨® San Agust¨ªn. Y, bien mirado, esa habitaci¨®n de al lado bien podr¨ªa ser la necr¨®polis de mascotas creada por King en su libro, ya trasladado al cine en una versi¨®n de 1989, Cementerio viviente, dirigida por Mary Lambert y escrita por el propio novelista, y que ahora regresa con una segunda adaptaci¨®n, Cementerio de animales, escrita y dirigida por la pareja creativa que forman Kevin K?lsch y Dennis Widmyer, siempre apegados al cine de terror.
Cementerio viviente, quiz¨¢ por tener al mago del terror en el guion, es una pel¨ªcula, en general, bien considerada por los fans que, vista hoy, peca de cierta ingenuidad, aunque en beneficio de un enorme sentido del alboroto mal¨¦volo, en su sentido m¨¢s gamberro y terror¨ªfico. Y su osado plano final podr¨ªa ser su paradigma, tanto para lo bueno como para lo malo.
Con algunos atrevidos cambios en su argumento, Cementerio de animales, en cambio, es una pel¨ªcula m¨¢s compleja y trascendente, pero tambi¨¦n mucho m¨¢s convencional. Goza de un alcance mayor en el an¨¢lisis de la culpa adulta en la muerte infantil, en lo que podemos llegar a pensar y a hacer para poder pasar al menos un instante m¨¢s en la compa?¨ªa de lo que ya se fue, e incluso en lo que podemos llegar a sentir como seres humanos al lado de una incurable y dolorosa enfermedad, como adultos y, sobre todo, como ni?os.
Sin embargo, la planicie en la puesta en escena y la incapacidad de K?lsh y Widmyer para crear im¨¢genes para el recuerdo dejan a la pel¨ªcula en un peligroso territorio indefinido, porque lo sombr¨ªo no acaba de convertirse en terror¨ªfico. Y, cuando acude a ese sentido dionisiaco del miedo de la pel¨ªcula de Lambert, es ya tard¨ªsimo: ¨²nicamente en los ¨²ltimos segundos.
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