Para anticipar la defunci¨®n de inquilinos longevos
Julio Salvatierra firma un sainete social en el que brilla el registro humor¨ªstico de Enriqueta Carballeira
¡°Se vende piso con su anciana propietaria dentro¡±, reza el anuncio. ¡°Ideal para inversi¨®n¡±. A Camila, en silla de ruedas, con la memoria algo perjudicada, su pensi¨®n no le alcanza para pagar el salario de Consuelo, la cuidadora de acento flotante, entre argentino y colombiano, que acaba de ponerle su sobrino ausente: ¡°Y ahora vienes t¨², hablando tupamaro¡±, le espeta la vieja.
Al olor del negocio, acompa?ada por una agente inmobiliaria, llega a casa de Camila una inversora, muy interesada en su salud¡ Entre el sainete y la comedia social, durante la primera mitad de Se vende sus cuatro int¨¦rpretes surfean ¨¢gilmente la ola de chistes y de situaciones jocosas que les proporciona Julio Salvatierra, su autor, incluida una sorpresa de efecto equivalente a la que depara la fantasmal Julia a Ferm¨ªn en Elo¨ªsa est¨¢ debajo de un almendro.
Se vende
Autor y director: Julio Salvatierra. Int¨¦rpretes: Enriqueta Carballeira, Esperanza Elipe, Elena Lanza y Blanca Oteyza. M¨²sica: Mariano Mar¨ªn. Luz: Luis Perdiguero. Vestuario: Lupe Valero. Escenograf¨ªa: Pangea Producciones. Madrid. Teatros Luchana, todos los domingos de abril.
Enriqueta Carballeira coloca sus golpes c¨®micos como le place, por sorpresa siempre, en r¨¢faga a veces, incluida alguna morcilla jugosa (no sabe uno si acu?ada en el acto, en el curso de funciones anteriores o en el de los ensayos). Su Camila parece una cosa, pero acaba resultando muy otra, como la Sor Mar¨ªa de Melocot¨®n en alm¨ªbar, aunque su car¨¢cter no est¨¦ delineado con la deliciosa ambig¨¹edad con la que Mihura traz¨® el de su monjita.
En esta primera parte, que se extiende m¨¢s all¨¢ de la mitad de la pieza, resulta evidente el oficio humor¨ªstico de Salvatierra: alguna de las r¨¦plicas de sus personajes se enhebran con el mismo ingenioso hilo popular de las de La tremenda corte, el en toda Am¨¦rica a¨²n hoy celeb¨¦rrimo radioteatro par¨®dico escrito durante dos d¨¦cadas por el en Espa?a ignorado autor coru?¨¦s Castor Vispo (1907-1973), que hizo en Cuba una carrera prol¨ªfica vinculada al teatro y al cine, pero sobre todo a la radio.
Interpretadas por Esperanza Elipe y por Blanca Oteyza, la irrupci¨®n en escena de Casimira y Carol es una soberana entrada de payasos: hay en ellas un d¨²o c¨®mico en potencia, que debieran explorar. Desconcierta de entrada la ambig¨¹edad del acento de Consuelo (justificada luego por el texto), personaje que Helena Lanza compone con calurosa presencia y vigor.
Las cuatro actrices est¨¢n en su sitio y tienen cada una brillo personal, pero la Carballeira dota adem¨¢s a su protagonista de un colorido registro humor¨ªstico. Da gusto verla, por su oficio y por lo caro que resulta encontrar actores veteranos en escena, dado lo poco que tiran de ellos productores y directores, incluso los de los teatros p¨²blicos: hoy, dos de cada tres papeles ancianos los interpretan comediantes que distan 30 o 40 a?os del personaje representado, al que escaso favor hacen, por lo general.
Poco a poco, el sainete va tomando tonalidad de comedia negra, hasta decantarse del lado oscuro. Entonces, lo que marchaba tan alegre como disparatadamente a puro golpe de humor reclama racionalidad argumental, y los di¨¢logos se llenan de aclaraciones y de justificaciones de verosimilitud dudosa. ?Ah, c¨®mo pesan la raz¨®n y el af¨¢n de l¨®gica! ?Cu¨¢nto m¨¢s plausibles son en este tipo de comedias lo surreal y la emoci¨®n risue?a!
La escenograf¨ªa es m¨ªnima, que no minimalista (la multiprogramaci¨®n reinante en los Luchana no las permite mayores), y el retrato que la preside, por textura, composici¨®n y enmarcado semeja personaje de ficci¨®n m¨¢s que un ser querido.
El p¨²blico, familiar y bullicioso, pareci¨® en su mayor¨ªa haber pasado un buen rato de evasi¨®n dominical.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.