Muere el acad¨¦mico y poeta Gonzalo Sobejano a los 91 a?os
En su obra siempre mantuvo un admirable esp¨ªritu comparatista y abierto, especializ¨¢ndose en la narrativa del siglo XX
Gonzalo Sobejano forma parte del grupo de valiosos acad¨¦micos que en los a?os cuarenta y cincuenta, ante la falta de expectativas profesionales que ofrec¨ªa la universidad espa?ola, decidieron explorar otras alternativas en universidades extranjeras, en lugar de seguir el camino habitual, y casi ¨²nico entonces, opositar a c¨¢tedra de instituto y de all¨ª dar el salto a la Universidad. Fue el caso tambi¨¦n de otro profesor, y murciano ilustre, Javier Herrero, conocido sobre todo por su ensayo sobre la g¨¦nesis del pensamiento fascista.
Un d¨ªa habr¨ªa que hacer un estudio en profundidad sobre la influencia de aquella generaci¨®n acad¨¦mica que se desarroll¨® fuera de nuestras fronteras, pero que fue decisiva en el desarrollo del hispanismo internacional, y muy especialmente del estadounidense, en la estela de Am¨¦rico Castro y otros m¨¢s. Pienso en Juan Luis Alborg, Francisco M¨¢rquez Villanueva, Ricardo Gull¨®n, Francisco Ayala, Pere Corominas, Concha Zardoya, Jos¨¦ Ferrater Mora¡
Sobejano pues pertenece a la generaci¨®n universitaria que puso algo m¨¢s que las bases de los estudios llamados ahora peninsulares, aportando su entusiasmo y vocaci¨®n, pero tambi¨¦n la necesidad de hacerse con un nuevo espacio profesional que requer¨ªa amplitud de miras. Naci¨® en Murcia en 1928 y all¨ª vivi¨® y se form¨® hasta los dieciocho a?os, cuando se traslad¨® a Madrid para seguir sus estudios, iniciados en la Universidad de Murcia con el represaliado don ?ngel Valbuena Prat. En Madrid estudiar¨ªa con Rafael Lapesa y D¨¢maso Alonso, dos referentes de la escuela estil¨ªstica espa?ola. Estil¨ªstica, gram¨¢tica hist¨®rica y dialectolog¨ªa eran las tres disciplinas sobre las que segu¨ªa inercialmente apoyada la filolog¨ªa espa?ola durante el franquismo.
A Sobejano le surgi¨® la oportunidad de ir a Heidelberg como lector. All¨ª conoci¨® a su esposa, la alemana Helga (ignoro su apellido), un apoyo imprescindible a su carrera. En torno a 1955 regres¨® a Espa?a para cumplir tard¨ªamente con el servicio militar. Trabajar¨ªa como traductor del Ministerio de Informaci¨®n, aprovechando su conocimiento del alem¨¢n. Pero pronto dar¨ªa el salto a la Universidad de Colonia, como profesor asociado.
Este fue el verdadero comienzo de su carrera acad¨¦mica, hasta entonces en conflicto con su vocaci¨®n po¨¦tica y su puesto de traductor. Diez a?os en Colonia donde trabar¨ªa una gran amistad con el colombiano Rafael Guti¨¦rrez Girardot, influencia decisiva en la escritura de su libro de referencia: Nietzsche en Espa?a (1967, 204), ultimado ya en Estados Unidos, pa¨ªs al que llegar¨ªa para quedarse en 1963, de la mano del galdosiano Joaqu¨ªn Casalduero. En su estudio Sobejano analizaba el alcance del pesimismo filos¨®fico en la literatura finisecular espa?ola.
En su obra siempre mantuvo un admirable esp¨ªritu comparatista y abierto, especializ¨¢ndose en la narrativa del siglo XX: del 98 hasta los autores que m¨¢s le interesaron del presente ¡ªJavier Mar¨ªas, Enrique Vila Matas, Juan Jos¨¦ Mill¨¢s o Antonio Mu?oz Molina, sin olvidar a sus amados Miguel Espinosa y Juan Benet¡ª. Fue una generaci¨®n de acad¨¦micos eminentemente masculina, erudita, poco dada a teorizar y, en cierto modo, su forma de concebir el estudio y la docencia se ver¨ªa arrasada por los Cultural Studies. Pero su huella es duradera y el viento del tiempo no va a apagarla.
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