Escudero
A menudo lo pondero como ejemplo: Sancho de apellido Panza se hipnotiza por el puro verbo de un hidalgo llamado Alonso Quijada o Quezada y entre ambos fincan un afecto inquebrantable
A menudo lo pondero como ejemplo: Sancho de apellido Panza se hipnotiza por el puro verbo de un vecino, hidalgo venido a menos, llamado Alonso Quijada o Quezada y entre ambos fincan un afecto inquebrantable que define ya para siempre una de las formas las lindas de la amistad. No est¨¢n de acuerdo en todo lo que intentan y no miran ambos con la misma lente o dioptr¨ªa el enrevesado paisaje de la realidad; no pretenden fines clonados, aunque sean m¨¢s o menos afines los sue?os de uno por enamorar a la musa Emperatriz y del otro por fincar en una isla el feliz gobierno para su esposa y prole. No comparten el mismo valor ante los embates del odio y difieren en las dioptr¨ªas con las que uno mira molinos de viento, all¨ª donde el otro asegura palpar gigantes.
Hablan largas horas en la madrugada interminable del insomnio compartido, por senderos que parecen extenderse al ritmo mismo de su conversaci¨®n y juntos han soportado la dualidad de la sorpresa ante lo inexplicable; hablan incluso callados en largos p¨¢rrafos que no llegaron a plasmarse en tinta, donde los une el silencio y esa dulce complicidad que confirma lo que dec¨ªa Lichi: la amistad es tambi¨¦n una forma del romance. De tanto que se ha dicho ya parece lugar com¨²n, pero habr¨¢ que repetir que conforme avanza la vida de ambos, la novela m¨¢s grande jam¨¢s contada, Sancho se va Aquijotando y Don Quijote se va enSanchando: la l¨®gica terrenal y pedestre del escudero incondicional se va enredando poco a poco en el delirio ilusionado de la locura, mientras que la demencia demediada del Caballero de la Triste Figura empieza a mostrar espasmos de cordura que lentamente lo llevar¨¢n a volver a la querencia, a la cama donde ha de morir, m¨¢s propenso a expirar que a volver a salir por los Campos de Montiel y salir una vez m¨¢s de la Mancha, y de la mancha tipogr¨¢fica, para gloria y prez de una leyenda doble, compartida a brazo partido con un amigo a toda prueba, que lo arma y desarma como mozo de espadas al alba y ocaso de todo albero, sobre una geograf¨ªa entra?able que se van cruzando con las rutas le¨ªdas y recorridas por ambos sobre los lomo de un borrico y un jamelgo. Si acaso hay algo que parte el alma a la mitad de un p¨¢rrafo anunciado es el preciso instante tipogr¨¢fico en que Sancho y Quijote se hablan por ¨²ltima vez, all¨ª donde la locura se ha esfumado y la cordura moribunda le dice al fiel escudero que se acaba la aventura¡ y el amigo desconsolado, antiguo gobernador de la Isla Barataria, vuelto vecino humilde de un villorio en medio de la nada, exclama llorando el deseo de todos los amigos que nos ayudan a levantar el ¨¢nimo de todos los d¨ªas, para ver si vuelven ambos a las andanzas y juntos, una vez m¨¢s, como siempre conquistar el mundo o por lo menos sus letras con el inquebrantable salvoconducto de saberse el Uno para el Otro.
Babelia
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