Eug¨¨ne Viollet-le-Duc, el restaurador de la Notre Dame destruida
El incendio de la catedral arrasa el legado del responsable de la pol¨¦mica reforma de la estructura a mediados del siglo XIX
El fuego en Notre Dame de Par¨ªs ha arrasado con una restauraci¨®n monumental, la que ejecut¨® durante dos d¨¦cadas Eug¨¨ne Viollet-le-Duc (1814-1879), a mitad del siglo XIX. La aguja que se dobleg¨® ante las llamas fue su firma y su capricho. Pretend¨ªa depurar el g¨®tico m¨¢s de lo que el g¨®tico fue capaz de depurar. Por eso erigi¨® una aguja inexistente, con la que pasar a la posteridad y acentuar la verticalidad, en una arquitectura nacida para tocar el cielo. Las llamas devoraron su legado, pero ¨¦l se salv¨® de la quema.
Entre las figuras de bronce del apostolado que coloc¨® a los pies de la aguja, Viollet-le-Duc se reserv¨® un hueco protagonista para su autorretrato. El padre del nuevo g¨®tico, el fundador de la conservaci¨®n moderna, se coloc¨® entre todas esas esculturas, que miraban hacia Par¨ªs desde lo alto. Pero su figura se gira, le da la espalda a la ciudad y se lleva su mano izquierda al rostro, para librarse del resplandor. A esa escultura, de la que no se ve la cara, no le importa la visi¨®n de Par¨ªs: est¨¢ admirando su propia creaci¨®n.
Viollet-le-Duc?se conserva intacto ¡ªel apostolado, tambi¨¦n¡ª en alg¨²n almac¨¦n. D¨ªas antes del incendio que ha borrado su legado, todas las figuras que decoraban el arranque de la aguja fueron desmontadas y trasladadas a un refugio donde son rehabilitadas por expertos. Ahora mira atr¨¢s, a lo perdido: junto a la aguja, intervino en los grupos escult¨®ricos y se excedi¨® en sus adaptaciones y eliminaciones. La carpinter¨ªa original del coro y la nave hab¨ªan sobrevivido a los siglos, pero ¨¦l reconstruy¨® parte de la cubierta, a la que se conoc¨ªa como El bosque por la cantidad de madera que se hab¨ªa utilizado en su construcci¨®n. M¨¢s de 100 metros de largo por 13 metros de ancho.
Un pastel en una bandeja
Pero no solo eso, tambi¨¦n cre¨® una nueva manera de admirar un monumento: cosific¨® la catedral. En la novela de V¨ªctor Hugo Nuestra Se?ora de Par¨ªs, uno de los ¨²ltimos testimonios antes de la reconstrucci¨®n de Viollet-le-Duc, leemos c¨®mo las casas se amontonaban sobre la iglesia, de tal manera que uno se daba de bruces con la monumentalidad del edificio al salir de las calles. El reformador del neog¨®tico dio la orden de ¡°limpiar¡± los alrededores y despej¨® la fachada principal. ¡°Imagin¨® Notre Dame como concepto de monumento, para percibirlo a un golpe de vista¡±, apunta la arquitecta y especialista en la obra de Viollet-le-Duc, Idoia Camiruaga. ¡°No hab¨ªa una visi¨®n completa y la despeja con una plaza por delante, para admirar los 90 metros de su torre. Ese concepto ha impregnado de tal manera que ya no podemos ver de otra manera los monumentos. Hoy vemos Notre Dame como una maqueta, como si fuera un pastel sobre una bandeja¡±, asegura la experta, que no se muestra favorable a esta soluci¨®n.
¡°Fue tan sabio como eg¨®latra¡±, se?ala Javier Ribera, director del Instituto del Patrimonio Cultural de Espa?a (IPCE). ¡°Era un erudito total. ?l corrige la historia, defiende el arquetipo. Entiende que la catedral de Par¨ªs deb¨ªa ser el modelo de las dem¨¢s. De hecho, si hubiera tenido m¨¢s dinero, habr¨ªa construido sobre las dos torres de la fachada otras dos agujas gigantescas¡±, explica el experto sobre el arquitecto franc¨¦s, que extendi¨® su influencia durante m¨¢s de un siglo por todo el mundo. Aspir¨® a hacer un modelo g¨®tico ideal, puro, y destruy¨® partes de la catedral original que consideraba mal resueltas, como las vidrieras del crucero.
Recuperar inventando
La restauraci¨®n, como aseguraba Le-Duc, ten¨ªa por objetivo ¡°recuperar un estado completo¡± del edificio. Es decir, ¡°restaurar un edificio no es mantenerlo, repararlo o rehacerlo, es restituirlo a un estado completo que quiz¨¢s no haya existido nunca¡±. Una contundente afirmaci¨®n que abri¨® la puerta a mantener el estado original, pero tambi¨¦n a suprimir aquello que no se adecuara a su transformaci¨®n, como ocurri¨® en Notre Dame de Par¨ªs. Rescatar tal como fue el origen de Notre Dame no era suficiente, hab¨ªa que hacerlo ¡°tal y como deber¨ªa haber sido¡±. En los postulados violletianos el valor de la novedad estaba tan legitimado como el valor hist¨®rico. El resultado en Notre Dame -y otros- fue un espl¨¦ndido falso hist¨®rico, una adulteraci¨®n en la que no se distingu¨ªan las partes originales de las a?adidas.
Su catedral, la que levant¨® sobre la original, es la m¨¢s documentada. De la medieval sabemos muy poco, por eso cree Ribera que la nueva Notre Dame ser¨¢ a imagen y semejanza de la de Viollet-le-Duc. Pero sin madera. El director del IPCE cree que surgir¨¢ un fuerte debate sobre qu¨¦ materiales utilizar y se terminar¨¢n por imponer los del siglo XXI: fibra de vidrio, aluminio, menos pesados que la madera para ¡°garantizar¡± la perpetuidad de una estructura da?ada en el incendio. Por eso la p¨¦rdida que m¨¢s lamenta Ribera ¡ªa falta de los an¨¢lisis de las b¨®vedas¡ª son las vidrieras, originales.
Recuperar la restauraci¨®n
El director del IPCE cree que surgir¨¢ un fuerte debate sobre qu¨¦ materiales utilizar y se terminar¨¢n por imponer los del siglo XXI: fibra de vidrio, aluminio, menos pesados que la madera
Alicia Castillo, presidenta del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), se?ala que la conservaci¨®n f¨ªsica es importante, pero no podemos olvidarnos de la conservaci¨®n inmaterial: ¡°Esa catedral es parte de la identidad de Par¨ªs, est¨¢ en el imaginario colectivo. Eso va m¨¢s all¨¢ de la recuperaci¨®n del edificio, hay que rescatar el imaginario con procesos colectivos para resarcirnos de la experiencia traum¨¢tica. La recuperaci¨®n debe ser de forma participada, no solo desde el punto de vista de lo f¨ªsico. Cada vez tenemos m¨¢s especialistas en esta l¨ªnea, dedicados a la memoria de los monumentos en las personas¡±, dice. Es una nueva forma de trabajar sobre la ruina, desde las emociones, para repensar c¨®mo queremos que sea la nueva catedral.
Le-Duc es el primero en crear los principios de una teor¨ªa de restauraci¨®n arquitect¨®nica y en ejecutarla de manera sistem¨¢tica en los numerosos edificios medievales que estuvieron bajo su direcci¨®n, adem¨¢s de la catedral parisina: la catedral de Amiens (1849-74), la sala sinodal de Seis (1851-77), la Madeleine de V¨¦zelay (1840), la reconstrucci¨®n del castillo de Pierre-fonds (1857-79), las murallas de Carcasona (1852-79) o el remate de la catedral de Clermont-Ferrand (1855).
Su influencia lleg¨® al siglo XX, cuando los restauradores acometieron la recuperaci¨®n de la catedral de Le¨®n, tras el incendio de 1966. ¡°Yo trabaj¨¦ en la recuperaci¨®n y su influencia fue patente, pero la cubierta de metal y hormig¨®n no tiene la misma dignidad que la que hizo Le-Duc, que pod¨ªa haberla hecho de acero, pero us¨® la madera. Pero no somos Viollet-le-Duc y la nueva Notre Dame quedar¨¢ congelada en imagen a la que nos dej¨® ¨¦l¡±, cuenta Camiruaga. La arquitecta recuerda que en la historia siempre hay esperanza: ¡°El destino del patrimonio es ese: renacer de su propia materia¡±.
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