La leyenda de Chavela Vargas, la mujer que desafi¨® al destino, cumple un siglo
La cantante deja un legado irrepetible a 100 a?os de su nacimiento. Fue mexicana porque as¨ª lo quiso, artista contra todo pron¨®stico, de su ¨¦poca y adelantada a su tiempo
Chavela Vargas es un canto desgarrado por la libertad. Una voz que no necesita m¨¢s acompa?amiento que una guitarra para llevar a su p¨²blico hasta las l¨¢grimas. Una figura ind¨®mita y adelantada a su ¨¦poca que naci¨® en Costa Rica ¡ªhace hoy un siglo¡ª pero se hizo mexicana. Que naci¨® mujer y se hizo la m¨¢s macha. Que lo perdi¨® todo en el alcohol y en el dolor, pero que resurgi¨® infinidad de veces. Es La Chamana que conmovi¨® a Jos¨¦ Alfredo. ¡°Chavela, as¨ª con v, por joder¡±. La que conoci¨® a todos y pag¨® como pocas la factura de la soledad. La marimacha que silenci¨® con sus gritos a una sociedad que la tundi¨® con cr¨ªticas y despu¨¦s se rindi¨® ante su genio sin igual. En el centenario de su nacimiento y a siete a?os de su muerte, la leyenda de la cantante resurge con fuerza para reclamar su lugar entre las artistas m¨¢s influyentes de las ¨²ltimas d¨¦cadas.
Pero la de Chavela es una historia llena de claroscuros, un mito que ella supo forjar desde la adversidad. ¡°Su legado, lo que la hizo irrepetible, fue desafiar a un destino que era todo menos f¨¢cil, pero que no le impid¨® hacer lo que quiso¡±, afirma su bi¨®grafa y una de las personas m¨¢s cercanas hasta su muerte, Mar¨ªa Cortina. Isabel Vargas Lisano naci¨® el 17 de abril de 1919 en el rec¨®ndito pueblo de San Joaqu¨ªn de las Flores, en la provincia de Heredia, en Costa Rica. Era una ni?a rara y rechazada, que hab¨ªa sido condenada a tener una vida insignificante en una finca en medio de la nada y que creci¨® con la certeza de que nadie la quer¨ªa. Cada vez que recordaba su infancia, cerraba los ojos, lloraba en silencio y sent¨ªa un vac¨ªo que la laceraba. La poliomielitis, el rechazo de sus padres y sus hermanos, el cura que le cerr¨® las puertas de la iglesia del pueblo, la ni?a que hablaba con los animales porque no ten¨ªa amigos. Por eso, desde los 11 a?os supo que tendr¨ªa que dejar su tierra para siempre. ¡°Me toc¨® nacer en Costa Rica, pero la vida de verdad la encontrar¨ªa en M¨¦xico¡±, escribi¨® en Las verdades de Chavela, su biograf¨ªa.
Chavela vendi¨® unas gallinas, una vaca y consigui¨® el dinero suficiente para subirse a un peque?o avi¨®n de h¨¦lice. Siete horas m¨¢s tarde, aterriz¨® en Ciudad de M¨¦xico con una mano delante y otra detr¨¢s. Ella dec¨ªa que hab¨ªa llegado a los 17 a?os, pero, como pasa con muchos otros pasajes de su vida, no se sabe con exactitud cu¨¢ndo lo hizo. Cortina asegura que en realidad fue por primera vez al pa¨ªs a los 13 a?os, pero que no se estableci¨® de forma definitiva hasta los 20.
Fue cocinera, camarera, vendi¨® ropa para ni?os y condujo los coches de familias de la alta sociedad antes de que despegara su carrera art¨ªstica. Vivir del canto le tom¨® 20 a?os. Su primera oportunidad le lleg¨® despu¨¦s de que su prima le present¨® a la amante de un temido coronel, quien la refiri¨® a la oficina de la Loter¨ªa Nacional, donde le dieron un programa de radio, el medio de comunicaci¨®n con mayor alcance en el M¨¦xico de los a?os cuarenta. La voz de Chavela se hizo conocida y con el tiempo empezaron las primeras presentaciones en peque?os bares de la bohemia mexicana.
Sus inicios fueron turbulentos. Le pusieron un vestido escotado y tacones, pero pas¨® desapercibida. Le dijeron que nunca vivir¨ªa del canto, que se diera por vencida. ¡°Me propuse cantar diferente, yo sola, con mi jorongo y mi guitarra¡±, recordaba. ¡°Canta como te salga del alma¡±, se repet¨ªa, sin importar que la llamaran marimacha por ponerse pantalones en un mundo de machos y vestidos escotados. Y as¨ª naci¨® un estilo inconfundible y desgarrador que la catapult¨® al ¨¦xito y a la fama en los dos lados del Atl¨¢ntico. Nadie cantaba las rancheras como ella. ¡°Fue una mujer que triunfa sobre los obst¨¢culos de una sociedad machista, las habladur¨ªas, la mala leche, y, todav¨ªa mejor, triunfa sobre sus demonios y los convierte en canci¨®n¡±, dice la cantante mexicana Eugenia Le¨®n, una de sus herederas.
¡°Chavela Vargas hizo del abandono y la desolaci¨®n una catedral en la que cab¨ªamos todos¡±, escribi¨® Pedro Almod¨®var, ¡°su esposo¡± y entra?able amigo. El director es tan solo un eslab¨®n de una larga cadena de c¨¦lebres amistades que contaban a la cantante como una de las personas m¨¢s influyentes y queridas de sus vidas: hu¨¦sped frecuente de Frida Kahlo y Diego Rivera, c¨®mplice de parrandas y del alma de Jos¨¦ Alfredo Jim¨¦nez, compa?era de cumplea?os de Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez y musa de Joaqu¨ªn Sabina, entre much¨ªsimos otros. La lista es interminable, a pesar de tener una personalidad dif¨ªcil. De Espa?a aprendi¨® a amar, adem¨¢s de su calidez y su arte, su gastronom¨ªa. Cuentan que no pod¨ªa resistirse al vino y a un buen jabugo.
Dentro de su desparpajo, su sexualidad fue siempre un tab¨². Hasta que no super¨® la barrera de los 80 a?os no reconoci¨® abiertamente que era lesbiana. Hoy es reivindicada por la diversidad sexual y por el movimiento feminista, aunque ella adopt¨® ese discurso m¨¢s por sus acciones y su intuici¨®n que por una intenci¨®n expresa de abanderarlo. Chavela no era religiosa ni de simpat¨ªas pol¨ªticas. ¡°Chavela cre¨ªa solo en la justicia y en su verdad¡±, afirma Cortina.
El alcohol, el catalizador que la impuls¨® en los primeros a?os, la borr¨® del mapa durante los ochenta. ¡°Lo perdi¨® todo y muchos la daban por muerta¡±, cuenta su bi¨®grafa. Chavela aseguraba, desde la fantas¨ªa, haber tomado 43.000 litros de tequila durante su existencia. Hizo del Tenampa, la meca del mariachi y la bebida, su casa. ¡°Qui¨¦n supiera re¨ªr como llora Chavela Vargas¡±, reza su mural en la m¨ªtica cantina de la capital mexicana. Hasta que no dej¨® de beber no pudo recobrar su carrera y su vida. Su resurgimiento se apuntal¨® en los noventa y se mantuvo con fuerza hasta los ¨²ltimos d¨ªas de su vida, hasta que el tiempo la venci¨®.
Chavela, como era Chavela, pidi¨® cuatro ¨²ltimos deseos, relata Cortina. El primero fue escribir su propio libro y contar su historia. Despu¨¦s, sacar Luna Grande, un homenaje a Federico Garc¨ªa Lorca: su poeta y eterno confesor. Tambi¨¦n quer¨ªa ir por ¨²ltima vez a Espa?a, incluso en el l¨ªmite de su salud y teniendo que enga?ar a la muerte. Que le permitieran subir al avi¨®n para volver a su casa en Tepoztl¨¢n fue una odisea, aseguran sus cercanos.
El cuarto deseo, el ¨²nico que no pudo cumplir, fue sacar una versi¨®n personal de La Llorona, uno de los temas que consigui¨® hacer m¨¢s suyos. Cuando sus pulmones no dieron m¨¢s, convaleciente en la cama de un hospital en la soleada ciudad de Cuernavaca, Chavela se quit¨® la m¨¢scara y recit¨®, seg¨²n Cortina, sus ¨²ltimas palabras: ¡°Me voy con M¨¦xico en el coraz¨®n¡±. Su vida se apag¨® el 5 de agosto de 2012. Pero el mito seguir¨¢.
Babelia
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