Fallece Chavela Vargas, la mujer que forj¨® un mito latino
La cantante, mexicana de adopci¨®n y todo un mito latino, falleci¨® ayer a la edad de 93 a?os Fue amiga de los grandes artistas del siglo XX y conquist¨® ambos lados del Atl¨¢ntico
Dir¨¢n que este 5 de agosto ha muerto en Cuernavaca, Morelos, Isabel Vargas Lizano, nacida en 1919, natural de Costa Rica, referente de la canci¨®n mexicana, amiga de grandes artistas del siglo XX, cantante de oficio y due?a de un sentimiento que conquist¨® ambos lados del Atl¨¢ntico. Pero la verdad es que Isabel Vargas Lizano, mejor conocida como Chavela Vargas, la voz que trascendi¨® rancheras, boleros, corridos revolucionarios, tangos y canciones cubanas para forjar un estilo dulce y desgarrado, hondo y brav¨ªo, macho y femenino¡ la verdad es que no ha muerto, solo ha comenzado esta noche de agosto su balada inmortal.
Chavela era como los toreros, siempre se desped¨ªa y siempre regresaba. No se le dio la gana morirse en su ¨²ltimo viaje a Espa?a, cuando el 12 de julio fue ingresada en el hospital por agotamiento. Los peores augurios tuvieron que esperar. Pisar¨ªa de nuevo M¨¦xico. Todo fue aterrizar para que comenzara el canto chavelesco: ¡°Ya vine de donde andaba, se me concedi¨® volver. A m¨ª se me figuraba, que no les volver¨ªa a ver¡±. La letra de El Ausente fue el saludo que pusieron sus amigos en la cuenta de Twitter abierta a nombre de la Vargas. ¡°M¨¦xico lindo y querido, qu¨¦ bello es volver, qu¨¦ bello es respirar tu aire y ver la luna junto al Chalchi. M¨¦xico creo en ti¡±. Del Chalchi, su escarpada monta?a de Tepoztl¨¢n, se despedir¨ªa el 30 de julio, cuando se la llevaron al hospital donde dej¨® de respirar a los 93 a?os.
No la venci¨® el alcohol ni el olvido. No se perdi¨® en la fama ni en los recuerdos. Mostraba la misma pasi¨®n por los grandes que por las simples cosas. Le aburr¨ªa que le preguntaran por Frida Kahlo, pero le divert¨ªa recordar, de buenas a primeras, lo que vivi¨® con la pintora y con Diego Rivera al poco de haber llegado a M¨¦xico.
¡°Me invitaron a una fiesta en su casa. Y ya me qued¨¦, me invitaron a quedarme con ellos a vivir y aprend¨ª todos los secretos de la pintura de Frida y Diego. Secretos muy interesantes que nunca desvelar¨¦, jam¨¢s. Y ¨¦ramos felices todos. ?ramos una gente que viv¨ªa d¨ªa con d¨ªa, sin un centavo, tal vez sin qu¨¦ comer, pero muertos de la risa. Todo el tiempo. Me fui acostumbrando a ellos, acostumbr¨¢ndome a sus costumbres¡±, le dijo Chavela a Pablo Ordaz, de EL PA?S, en abril de 2009, fecha en que celebr¨® sus primeros noventa a?os.
Cuando ya nadie cre¨ªa que pod¨ªa cantar dio un recital en el Teatro de la Ciudad en 2009. Cuando ya todos se resignaban a la eternidad de cl¨¢sicos como La Macorina o Piensa en M¨ª, produjo el a?o pasado el disco La Luna Grande. Cuando pocos cre¨ªan que podr¨ªa viajar, regres¨® la primera semana de julio a Madrid, donde la muerte le coquete¨® sin ¨¦xito. Muri¨® viviendo. Con su ¨²ltima gira todav¨ªa fresca, como los grandes, sin importar la edad, activa como siempre desde que descubri¨® su destino y no supo hacer m¨¢s nada que cantar y amar. ¡°Las personas, simplemente, aman o no aman. Los que aman, lo har¨¢n siempre a todas horas, intensa y apasionadamente. Los que no aman, jam¨¢s se elevar¨¢n ni un cent¨ªmetro del suelo. Hombres y mujeres grises, sin sangre¡±, dijo alguna vez.
El calendario de la vida de Chavela est¨¢ hecho de saltos y leyendas que incluso confunden la fecha misma de su nacimiento (se enojaba cuando intentaban corregirle la mentira sobre su edad). De recuerdos amargos de Costa Rica, pa¨ªs que dej¨® a los 14 o a los 17 a?os, la fecha que gusten es buena, y al que regres¨® al arrancar el siglo XXI para confirmar, siete meses despu¨¦s, que ella era de M¨¦xico, pero ya no de la capital, con sus fr¨ªos, sus chubascos traicioneros y sus madrugadas de fiesta. Para amanecer en sus ¨²ltimos a?os eligi¨® Tepoztl¨¢n, un pueblo de clima templado donde ella amanec¨ªa dialogando con El Chalchi, su monte-cham¨¢n.
¡°El Chalchi me habla y se queda callado de una estrella a la otra, se queda de un silencio armonioso, es muy bello, y como sabe que yo detesto el invierno, que vienen los fr¨ªos, las noches de Agust¨ªn Lara. En esta noche de fr¨ªo/ de duro cierzo invernal/ llegan hasta el cuarto m¨ªo/ las quejas del arrabal¡¡±, as¨ª contestaba una pregunta de EL PA?S en noviembre pasado, mitad hablando, mitad canci¨®n que sal¨ªa incontenible.
¡°A comienzos de los a?os cincuenta, en un momento que result¨® decisivo para la historia de la m¨²sica en aquel pa¨ªs, se cruzaron las trayectorias del compositor que llev¨® la canci¨®n mexicana hacia lo m¨¢s alto y la cantante que la puso boca abajo, que le dio la vuelta para mirar a lo m¨¢s hondo¡±, dice Enrique Helguera de la Villa, en el pr¨®logo Dos vidas necesito: las verdades de Chavela, volumen editado en Espa?a por la propia cantante y su coautora y amiga Mar¨ªa Corina.
El arrabal reivindicado. Hoy que escuchar rancheras puede ser hasta chic. Hoy que mujeres vestidas de hombre son cool. Hoy que ser lesbiana es por fin y poco a poco reconocido como lo que siempre fue, una condici¨®n que no admite adjetivos, hoy el tama?o de Chavela solo ha crecido, pues vivi¨® cada etapa sin pedir permiso, sin rogar perd¨®n. ¡°Yo nac¨ª as¨ª. Desde que abr¨ª los ojos al mundo. Yo nunca me he acostado con un se?or. Nunca. F¨ªjate qu¨¦ pureza, yo no tengo de qu¨¦ avergonzarme... Mis dioses me hicieron as¨ª¡±, dice Chavela, citada en el documento que el gobierno mexicano someti¨® en la primavera al premio Pr¨ªncipe de Asturias al hacer de la cantante su candidata para el galard¨®n de las artes.
En ese mismo dossier, Carlos Monsiv¨¢is explica: ¡°Cuando Chavela Vargas empez¨® a cantar a finales de los cincuenta, sorprendi¨® por su actitud desafiante y su apuesta radical. No s¨®lo fue su apariencia la que se saltaba las reglas establecidas, sino que musicalmente prescindi¨® del mariachi, con lo que elimin¨® de las rancheras su car¨¢cter de fiesta y mostr¨® al desnudo su profunda desolaci¨®n¡±.
El recientemente fallecido Carlos Fuentes dijo que ¡°o¨ªr a Chavela es saber que no somos parte del reba?o, parte del mont¨®n. La o¨ªmos y sabemos que canta para nosotros, y sentimos que nos quiere, que nos aprecia, que nos necesita¡±. Quiz¨¢ eso pasaba por la honestidad de la cantante: ¡°jam¨¢s ensay¨¦, jam¨¢s prepar¨¦ nada. Era la espontaneidad. Era entrar en una cosa sagrada, cada canci¨®n, y as¨ª las iba cantando, a veces conciertos de horas, y no me daba cuenta¡±, dijo Chavela a este reportero en su casa de Tepoztl¨¢n en noviembre pasado.
Las d¨¦cadas pasaron y ella se qued¨® sola. Murieron sus compositores y amigos Jos¨¦ Alfredo, ?lvaro Carrillo, Tom¨¢s M¨¦ndez, Tata Nacho, Cuco S¨¢nchez, Manuel Esper¨®n. Se volvieron mito Pedro Infante, Diego Rivera, Frida Kahlo y Trotsky. Desaparecieron escenarios como El Patio y otros entraron en letargo, como El Blanquita. El M¨¦xico de los a?os setenta se hundi¨® en la crisis econ¨®mica y Chavela en el alcohol. Pero ella resurgi¨®. En 1991, cant¨® en Coyoac¨¢n y volvi¨® a convivir con los grandes, para empezar con Werner Herzog, que la invit¨® a El grito de piedra. Quince a?os de retiro que no hicieron mella: ¡°se me abrieron las puertas: esperaban que yo volviera¡±.
El a?o siguiente ya era un triunfo en Espa?a, donde en 1992 recibi¨® la medalla de Oro de la Universidad Complutense de Madrid. Participa en Kika (1992) La flor de mi secreto (1995) y Carne Tr¨¦mula (1997), cintas de su ¡°alma gemela¡± Pedro Almod¨®var. El Olympia de Par¨ªs le programa en 1994, el Carnigie Hall en 2003. Los discos suman 80 y son variadas sus participaciones en pel¨ªculas, entre ellas Frida (2002) de Julie Taymor y Babel (2006), de Alejandro Gonz¨¢lez I?¨¢rritu.
¡°Yo quiero que alg¨²n d¨ªa se entienda que mi mensaje ya no es de la garganta, ya no es de disco, ya no es de concierto: es la voz inmensa del individuo humano que est¨¢ callada, que no tiene nombre, que no puede llam¨¢rsele de ninguna manera. Eso es lo que yo siento, eso es lo que no me deja morir hasta que la gente sepa que mi canto no es canto, que es algo m¨¢s all¨¢ del dolor, m¨¢s all¨¢ de la angustia, m¨¢s all¨¢ del saber, m¨¢s all¨¢ de todo, del arte en s¨ª mismo¡±, dijo en una entrevista realizada en Madrid y publicada en la revista Letras Libres en septiembre de 2003.
¡°Me voy. Les dejo de herencia mi libertad, que es lo m¨¢s preciado del ser humano¡±, dice en esa charla. Pero estuvo nueve a?os m¨¢s de un lado a otro, y visit¨® en julio sus ¡°madriles¡±, y volvi¨® a la Residencia de Estudiantes de Madrid para evocar a Lorca y brindarle La Luna Grande, y ya rumbo a M¨¦xico el 26 de julio mand¨® decir en Twitter: ¡°Mil gracias por todo Espa?a. Recog¨ª mi alma, pero volv¨ª a dejar mi coraz¨®n en Madrid y para siempre...". Su alma solo esper¨® a llegar a Tepoztl¨¢n para empezar a tenderse sobre todos los que alguna vez han llorado, gritado y amado, como y con Chavela Vargas.
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