Un voto para Pardo Baz¨¢n
Clar¨ªn escribi¨® las dos novelas m¨¢s intensas del siglo y Gald¨®s fue el m¨¢s met¨®dico, pero ella fue la m¨¢s atrevida: lo hizo todo
![Emilia Pardo Baz¨¢n, fotografiada en Madrid por el estudio E. Otero.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PE4TYHVJM6OO2PAQFVUWSRL3XE.jpg?auth=d3997859ae25d298821462ab88a34ae98e09425ddd10c77424630f963306ad1b&width=414)
Creo que el siglo XIX todav¨ªa no tiene entre nosotros el reconocimiento que merece. Lo seguimos viendo bajo la ¨®ptica del siglo XX, que en buena parte se hizo contra ¨¦l: burl¨¢ndose de su solemnidad huera; otras, de su localismo terne y de su mediocridad. Y es inevitable que este prejuicio haya contaminado incluso a la memoria de los gigantes literarios de la centuria. ?Cu¨¢ntos reproches no se han hecho a la escritura familiar y digresiva de Gald¨®s? ?Cu¨¢ntas veces no se habr¨¢n subrayado las cicater¨ªas de Clar¨ªn en su funci¨®n de cr¨ªtico? ?Qui¨¦n no ha se?alado la pedanter¨ªa de Pardo Baz¨¢n o sus vaivenes ideol¨®gicos?
Pero pocos hicieron tanto por una literatura nacional a la altura de su tiempo. La hab¨ªa inventado (y le dio nombre) Mariano Jos¨¦ de Larra, como heredero natural de la Ilustraci¨®n tard¨ªa, y Leopoldo Alas asoci¨® su conquista al esp¨ªritu revolucionario de 1868. Gald¨®s la vio como el despliegue contradictorio y apasionado de una pugna civil, desde ¡®Trafalgar¡¯ hasta ¡®C¨¢novas¡¯, en sus Episodios nacionales. Y para todos, el a?o de 1898 fue un mazazo espiritual, mucho m¨¢s vivo y doloroso que el que acus¨® la presunta generaci¨®n que nos empe?amos en asociar a aquel guarismo¡ A Emilia Pardo Baz¨¢n la resaca de 1868 la llev¨® del liberalismo familiar al carlismo y la del 98 se sustanci¨® en cuentos y art¨ªculos briosos pero, a veces, olvidables. En su caso, el carlismo fue una suerte de sentimentalismo pol¨ªtico no muy diferente del que ocup¨® buena parte de la vida de Valle-Incl¨¢n. Y tambi¨¦n sus creencias religiosas, nunca desmentidas, hay que entenderlas en el marco del espiritualismo decimon¨®nico: su temprana y meritoria vida de san Francisco fue un s¨ªntoma de devoci¨®n posrom¨¢ntica europea m¨¢s que de superstici¨®n hispana. Pero su amistad con otro Francisco, con Giner de los R¨ªos, patentiz¨® su modernidad: ¡°Era tal vez el mejor de mis amigos¡±, escribi¨® en su preciosa necrol¨®gica de 1915.
Quiz¨¢ de Giner aprendi¨® hacer de la amistad un culto y lo ofreci¨® a los otros grandes escritores de su tiempo, sus iguales. Ellos la estimaron, pero no dejaron de ser varones espa?oles. El solter¨®n Gald¨®s fue su amante, y la desdichada p¨¦rdida de su parte del epistolario que mantuvieron nos veda conocer si su visi¨®n de aquella relaci¨®n era tan moderna como la de su compa?era: una mezcla de afecto muy directo, buen humor, independencia y gusto por la libertad. En todo caso, Gald¨®s tuvo menos prejuicios que Juan Valera ¡ªun hombre complejo pero, en el fondo, muy tradicional¡ª o que Leopoldo Alas, en quien la vulnerabilidad de su esp¨ªritu alerta se le convert¨ªa en desconfianza y recelo. Para todos aquellos caballeros, la s¨¢tira era un ejercicio social casi deportivo y el valladar de sus prejuicios. Pero todos ¡ªlos citados y Jos¨¦ Mar¨ªa de Pereda, y a veces Marcelino Men¨¦ndez Pelayo, y por supuesto los catalanes Narc¨ªs Oller y el gran cr¨ªtico Josep Yxart¡ª se leyeron mutuamente, se escribieron a menudo y, discrepando o asintiendo, aprendieron los unos de los otros.
As¨ª se inventaron la novela realista, lo que supuso acotar y entender una realidad cada d¨ªa cambiante, desarrollar un lenguaje para contarla y dignificar un g¨¦nero, m¨¢s all¨¢ del costumbrismo ralo o de la moraleja edificante. Alas, el dubitativo, escribi¨® las dos novelas m¨¢s intensas del siglo. Gald¨®s fue el m¨¢s met¨®dico y, a la vez, quiz¨¢ el m¨¢s so?ador y ut¨®pico. Pardo Baz¨¢n fue, sin duda, la m¨¢s atrevida porque lo hizo todo: la novela social (La Tribuna), la del mundo rural (Los pazos de Ulloa), la novela femenina (Insolaci¨®n y Morri?a), la novela de artistas (La quimera)¡ La novela y la cr¨ªtica literaria fueron hermanos gemelos que nacieron de la emancipaci¨®n intelectual del escritor y de la constituci¨®n de un p¨²blico interesado. Los autores se quejaban de la esclavitud de escribir todos los d¨ªas, pero all¨ª estaba la fuente de ingresos y prestigio. Clar¨ªn fue el m¨¢s culto, abierto y temido. Valera, el m¨¢s refinado. Pero, sin duda, Pardo Baz¨¢n no qued¨® atr¨¢s en cultura y les gan¨®, de largo, en curiosidad y universalidad (desde el naturalismo y la novela rusa ¡ªsobre la que escribi¨® un estudio excelente¡ª hasta la antropolog¨ªa criminal, los boy scouts y el futurismo).
Esto y mucho m¨¢s (las humillantes votaciones en la RAE o en la Universidad Central) se cuenta y se analiza en una recent¨ªsima biograf¨ªa, obra de Isabel Burdiel, tan bien escrita ¡ªcon un estilo ¨¢gil y personal¡ª como bien pensada, en la orilla de la justa apolog¨ªa, pero templada por la reflexi¨®n y, sobre todo, por el dominio del tema. Cierto que los ¨²ltimos 15 a?os han registrado una primavera fecunda de estudios acad¨¦micos sobre Pardo Baz¨¢n, pero este libro de Burdiel es una excelente muestra de ¡°historia biogr¨¢fica¡± (como vindica su autora) que llegar¨¢ a m¨¢s lectores. Lo merece¡ Ha aparecido en una colecci¨®n, Espa?oles Eminentes, editada por Taurus y la Fundaci¨®n Juan March, donde se public¨® hace poco otra notabil¨ªsima semblanza de Concepci¨®n Arenal, escrita por Anna Caball¨¦, que tiene mucho que ver con esta. Entre otras cosas ¡ªy hora es ya de consignarlo¡ª porque ambas cumplen un acto de justicia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.