Emoci¨®n y ciencias exactas

La mejor descripci¨®n de Joan Margarit la escribi¨® Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo cuando en 1996 lo incluy¨® en su famosa antolog¨ªa Veinti¨²n poetas catalanes para el siglo XXI: ¡°Es un poeta que hubiera podido darse en italiano, franc¨¦s, ingl¨¦s, portugu¨¦s o castellano, y su calidad hubiera sido siempre muy alta: su catal¨¢n bru?ido, claro y directo, le sirve de m¨¢gico y veloz transporte para expresar el contenido de cada uno de sus poemas, que suelen encerrar muchas veces un elemento sorpresa que sacude y emociona al lector¡±.

?Descarnado, conversacional, narrativo y meditativo, confesional y amoroso, en Margarit no se da tanto una tensi¨®n entre claridad y hermetismo como entre lo concreto y lo abstracto. Por algo dice que las matem¨¢ticas son las m¨¢s exactas de las ciencias y la poes¨ªa, la m¨¢s exacta de las letras. Por algo dice tambi¨¦n que Newton le ense?¨® tanto como Rilke: ¡°La ciencia convence; la poes¨ªa conmueve. Una maneja el futuro igual que la otra maneja el pasado¡±. Arquitecto y profesor de c¨¢lculo de estructuras adem¨¢s de escritor, sus poemas no tratan de la ciudad sino de una ciudad, la que sea. Barcelona, por ejemplo, a la que ha dedicado versos memorables que no hablan de las calles sino de una calle concreta: la calle Balmes, la calle Cerde?a.

Para ¨¦l todo es susceptible de convertirse en poema: lo m¨¢s alto y lo m¨¢s bajo, un sem¨¢foro y una sinfon¨ªa. ¡°Se debe rastrear la poes¨ªa / por los juzgados y los hospitales: / m¨¢s tarde ya hablar¨¢ de la amada¡±, dicen tres versos de ¡®La educaci¨®n sentimental¡¯, incluido en Aguafuertes, un libro de 1995 que vale por toda una biograf¨ªa: Sana¨¹ja, Tenerife, las hijas, el padre al que conoci¨® cuando sali¨® de la c¨¢rcel despu¨¦s de la guerra. Hab¨ªa sido soldado republicano pero su v¨¢stago lo retrata as¨ª: ¡°La ternura te hab¨ªa abandonado: / como el pa¨ªs entero, / te ibas convirtiendo en un fascista¡±. Siete a?os m¨¢s tarde public¨® una de las grandes eleg¨ªas de la literatura reciente, Joana, un libro dedicado a la muerte de su hija que produce una extra?a sensaci¨®n de desolaci¨®n y consuelo. Autor de 13 poemarios a los que hay que sumar los ¡°restos del naufragio¡± ¡ªlos anteriores a 1987¡ª, a partir de C¨¢lculo de estructuras (2005) su voz se vuelve todav¨ªa m¨¢s ¨¢spera. Emprende, en sus propias palabras, ¡°un camino hacia una ret¨®rica que pretende eliminar al m¨¢ximo la ret¨®rica¡±.

La obra de Joan Margarit est¨¢ tan pegada a su vida que alguna vez ha tenido que avisar a los literales: ¡°Lo que importa en un poema es justo lo que no es solo tuyo. Decirle a un desconocido algo que necesita o¨ªr sin que supiera incluso que lo necesitaba: eso es un poema¡±. La mejor prueba de que tiene raz¨®n es que ¨¦l mismo es un caso raro: un poeta con lectores, con miles de lectores. La lengua de la literatura, defiende, debe ser la misma que se habla en la calle. Por eso el a?o pasado puso al frente de sus memorias de infancia ¡ªPara tener casa hay que ganar la guerra¡ª el consejo que le dio otro arquitecto, Jos¨¦ Antonio Coderch: ¡°Una casa no debe ser ni independiente, ni hecha en vano, ni original, ni suntuosa¡±. Es justo lo que ¨¦l piensa de la poes¨ªa.