M¨²sica
Desde hace un par de meses, en los que acced¨ª con desgana y temor a las plataformas digitales, he desertado de mis eternos amores. Ahora busco obsesivamente en Netflix y en Movistar series y documentales
Al principio sent¨ªa de alguna forma el reproche, pero era mudo. Hasta que estall¨® el llanto, la tristeza quejumbrosa, las amargas acusaciones de traici¨®n y de abandono. Lo hac¨ªa mi filmoteca particular, miles de pel¨ªculas en DVD y en Blu- ray que me regalaban Arcadia todas las noches, que me serv¨ªan de b¨¢lsamo en los tiempos m¨¢s duros, que espantaban al lado m¨¢s sombr¨ªo de la soledad. Me acusan de que ya no les hago ni puto caso, que el polvo empieza a acumularse en sus fundas, que he olvidado a los que siempre me sirvieron bien.
Tienen raz¨®n. Desde hace un par de meses, en los que acced¨ª con desgana y temor a las plataformas digitales, he desertado de mis eternos amores. Ahora busco obsesivamente en Netflix y en Movistar series y documentales. Hay algunas a las que solo les concedo un par de cap¨ªtulos, suficiente para no retornar a ellas jam¨¢s, pero entre los documentales encuentro joyas protagonizadas por gigantes de la m¨²sica.
Sinatra. All or nothing at all bucea durante m¨¢s de cuatro horas, que se hacen muy cortas, en la compleja y fascinante historia, con tantas luces como sombras, de aquel se?or que afirmaba: ¡°Yo no vendo voz, vendo estilo¡±. Qu¨¦ voz, qu¨¦ estilo. Charlton Heston hizo una preciosa definici¨®n de su arte: ¡°Cada canci¨®n que interpreta Sinatra la convierte en una pel¨ªcula de cuatro minutos¡±. Y como siempre, a su manera.
Tambi¨¦n me embelesa Keith Richards. Under the influence, dedicado al incombustible y m¨¢s legendario de los piratas. Es anciano, pero sigue con un whisky en la mano y un cigarro en la boca, riendo sin parar. Y mostrando su tributo a los m¨²sicos que am¨®. Dice Richards: ¡°No se puede comprar un personaje. O te lo inventas o lo eres de verdad¡±.
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