V¨ªctor Manuel, el septuagenario al que le siguen quedando cosas que cantar
El asturiano se concede cuatro noches en Madrid para estrenar ¡®Casi nada est¨¢ en su sitio¡¯ y refrendar su vigencia art¨ªstica
Al hijo del ferroviario, nieto del abuelo V¨ªtor y padre del ubicuo teclista y arreglista David San Jos¨¦ se le siguen acumulando las palabras y los argumentos en los labios. V¨ªctor Manuel va camino de los 72 a?os y hace muchos que perdi¨® la pigmentaci¨®n capilar, pero conserva aspectos mucho m¨¢s esenciales para lo que aqu¨ª nos ata?e. Ante todo la voz, con ese timbre tan peculiar, esa inconfundible dicci¨®n entrecortada y aparentemente dificultosa que, lejos de quebrarse o perder vigor, sigue elev¨¢ndose con una elocuencia ins¨®lita. Y, a rengl¨®n seguido, las ganas por seguir contando y cantando lo que sucede a nuestro alrededor, por denunciar miserias o emocionarse ante la hermosura de un gesto, un cuerpo, una determinaci¨®n.
Muchos habr¨ªan asumido el retiro prudente, un papel m¨¢s gregario, la jubilaci¨®n dorada. V¨ªctor Manuel San Jos¨¦ encontr¨® tiempo para redactar unas memorias necesarias y sentimentales, porque es un brillante relator de historias. Pero a principios de 2018 agarr¨® el l¨¢piz, recuper¨® la pulsi¨®n del cantautor y unas p¨¢ginas fueron llevando a otras, como quien se hace con un pu?ado de cerezas. De ah¨ª que este hijo, padre y nieto ilustre se haya querido encerrar cuatro noches consecutivas en el madrile?o Teatro EDP, en plena Gran V¨ªa, para dar cuenta de un nuevo disco, Casi nada est¨¢ su sitio, y demostrar que no canta por cantar, que le siguen sobrando razones para sentarse frente a las cuartillas.
Despu¨¦s de medio siglo de oficio y varios cientos de p¨¢ginas, el de Mieres podr¨ªa proponer tantos conciertos como le concedieran las leyes de la combinatoria. Para este nuevo espect¨¢culo se decanta por una f¨®rmula equilibrada y prudente, que para eso tambi¨¦n sirven las horas de vuelo: media docena de canciones de estreno, otras tantas joyas no muy difundidas de su cat¨¢logo y un ramillete de sus ¨¦xitos ineludibles, aunque ya son tantos que no caben todos.
As¨®mbrense los esc¨¦pticos: el veterano artista de Mieres es capaz de arrimarse al blues rock en No me digas, con refrendo de saxo tenor y armonizaci¨®n inesperada, mientras que para la luminosa Que se vengan todos acierta con un estribillo de encanto muy pop. Pero en Nos est¨¢n preguntando hurga en el espanto de la venta de armas a pa¨ªses en conflicto, y como ¨²ltima pieza antes del ritual de los bises nos coloca Digo Espa?a, donde se atreve a pararle los pies (¡°qu¨¦ bien suena esa palabra, no la arrojo contra nadie, contra nada¡±) a quienes se apropian de patrias, s¨ªmbolos y sentimientos.
Ll¨¢menlo oficio o, a¨²n mejor, sabidur¨ªa. Con la ayuda de David, su primog¨¦nito, V¨ªctor Manuel ha afianzado un sexteto que le arropa con mucha eficacia y ninguna estridencia. La alineaci¨®n actual acredit¨® arreglos c¨¢lidos y compensados, que no incurren en excesos con las teclas y alternan las pinceladas el¨¦ctricas y las ac¨²sticas, la madera y el metal, incluso un saxo tan sorprendente como el que colorea ahora Ay, amor. En realidad, lo ¨²nico decepcionante es esa escenificaci¨®n sobria y tosca, basada en unas portadas ficticias y muy fe¨²chas de un supuesto Diario noticioso. La cosa va a¨²n a peor cuando acontece un desfile de juguetes y objetos durante Nada nuevo bajo el sol, la canci¨®n dedicada a su hija Marina. La sensaci¨®n es de trabajo escolar en la era del Windows 98, pero quiz¨¢ haya tiempo durante la gira para mejorar en presencia.
Lo mollar, todo lo que incumbe a la parte musical, admite pocas discusiones. V¨ªctor Manuel, el septuagenario resistente, sigue mostr¨¢ndose muy capaz de conmover: en C¨®mo voy a olvidarme (sobre la tragedia y verg¨¹enza de las fosas comunes), en los gui?os al terru?o, en la escalofriante La madre, con la que llevamos tres d¨¦cadas largas soltando la l¨¢grima. El hijo del ferroviario es un cantautor de escuela que ha sido capaz de escribir Soy un coraz¨®n tendido al sol, un tema de 1978 tan vivaz que hoy suspirar¨ªa por ¨¦l cualquier autor jovenzuelo. Que conserva fuerzas para reinventar su t¨ªtulo m¨¢s emblem¨¢tico y regalarnos un Solo pienso en ti rearmonizado por completo, noct¨¢mbulo y casi jazzistico. Y que a las dos horas y diez a¨²n es capaz de terminar, a guitarrazo limpio, con aquello de ¡°Aqu¨ª cabemos todos o no cabe ni Dios¡±. Para que luego les llamen l¨¢nguidos a los cantautores.
Babelia
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