Weyes Blood: m¨²sica celestial para la cat¨¢strofe medioambiental
El nuevo ¨¢lbum de la cantante estadounidense recibe una calificaci¨®n de 8 sobre 10
Si las grandes obras suelen ser aquellas que retratan los dramas y las aver¨ªas de su tiempo, el nuevo disco de Weyes Blood, una inclasificable cantautora estadounidense de 30 a?os, se presenta como una de las obras definitivas sobre la cat¨¢strofe medioambiental que amenaza nuestro planeta. Hace unos d¨ªas un informe auspiciado por la ONU alertaba como nunca antes: si no se toman medidas urgentes, la Tierra va abocada a un ¡°declive sin precedentes¡± por culpa de la acci¨®n humana con la extinci¨®n de m¨¢s de un mill¨®n de especies animales y vegetales en tan solo unas d¨¦cadas. Y, como col¨¢ndose entre las grietas de este grito de socorro, o quiz¨¢ sumi¨¦ndolo en un hechizo, surge hoy en d¨ªa el folk et¨¦reo de una compositora que acaba de firmar su mejor ¨¢lbum, uno de esos trabajos llamados a perdurar en la memoria humana, la misma, todo sea dicho, que olvida el valor de la tierra que pisa y de la que se alimenta.
Artista: Weyes Blood
Disco: Titanic Rising
Sello: Sub Pop / Everlasting!
Calificaci¨®n: 8 sobre 10.
Natalie Mering no lo olvida. Esta joven californiana est¨¢ detr¨¢s del nombre art¨ªstico de Weyes Blood, al que lleg¨® tras probar varios sin buen resultado y decantarse por uno sacado de la novela Sangre sabia de Flannery O'Connor. Una inspiraci¨®n literaria que enlazaba la ind¨®mita naturaleza sure?a del universo de O¡¯Connor con la personal¨ªsima concepci¨®n del folk de ra¨ªz de Weyes Blood, al que ya impregn¨® de un aire m¨ªstico en sus primeros ¨¢lbumes The Outside Room (2011) y The Innocents (2014). Sus canciones siempre han sido como estampas difuminadas en una bruma de ecos y efectos de coro, recordando al legado de los Carpenters pero tambi¨¦n a la febril sensibilidad de las mejores voces de Laurel Canyon. Joni Mitchell o Nicolette Larson planearon con suma gracia en el notable Front Row Seat to Earth (2016), en el que la compositora parec¨ªa romperse de fr¨¢gil mientras reconstru¨ªa las estructuras convencionales de la canci¨®n folk explorando con instrumentos industriales. Su paso por la escena noise de Filadelfia a trav¨¦s del grupo Jackie O¡¯Motherfucker le dio destreza en el uso de distorsiones, afinaciones disonantes y acoples que calza con maestr¨ªa en sus enso?aciones folk.
Admiradora declarada desde adolescente de Syd Barrett, el inflamable diamante loco de Pink Floyd, Weyes Blood se ha elevado sobre s¨ª misma en su nuevo disco, moldeando un ambiente ¨²nico, de una hipn¨®tica melancol¨ªa. Como si nuestro planeta fuera el Titanic que se hunde, Titanic Rising hace referencia a la posibilidad de resurgir de las profundidades del desastre. Solo que, gracias a su m¨²sica atmosf¨¦rica y su poes¨ªa, lo hace mejor que cualquier informe de la ONU. El disco comienza con A Lot¡¯s Gonna Change y su apocal¨ªptico ¨®rgano para dar paso entre tinieblas a una fina voz, acompa?ada de un sentimental piano, lament¨¢ndose por la oscuridad y la falta de amor. Es tiempo de ¡°dejar atr¨¢s todo¡±, canta Weyes Blood entre voces. El amor, como esqueleto invisible que da vida a una persona pero tambi¨¦n a un planeta, es el motor tem¨¢tico de un ¨¢lbum envolvente, que sobre su carencia y su b¨²squeda trata el cambio clim¨¢tico, el agotamiento de los recursos naturales y el rol de la humanidad en una existencia de paso. Lo buc¨®lico alcanza su pico m¨¢s alto en gemas como Andromeda o Something to Believe mientras lo tenebroso -con toques de Giorgio Moroder- encuentra recreaciones sobresalientes en Movies o Mirror Forever. Como si se contemplase un paisaje asombroso, la belleza conquista en Picture Me Better.
Titanic Rising sit¨²a a su autora en la estupenda l¨ªnea de Julia Holter o Kate Bush, pero tambi¨¦n de Father John Misty, con el que comparte su gusto por el sarcasmo l¨ªrico y los melodramas orquestales dist¨®picos y con quien ya ha colaborado. Weyes Blood nos recuerda que el mundo se hunde pero, como en el Titanic, la orquesta no deja de tocar. Su m¨²sica celestial regala esperanza en mitad de una cat¨¢strofe que no se detiene.
Babelia
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