El estado de la fotograf¨ªa hoy: cuando las im¨¢genes se rebelan
Nunca se han hecho tantas fotograf¨ªas y han dejado tan poca huella. Marta Gili hace un diagn¨®stico al hilo de la actual edici¨®n de PHotoEspa?a
Existen tantas posibles respuestas ante la pregunta: ?cu¨¢l es el estado de la fotograf¨ªa actual?, que una llega a la conclusi¨®n de que se trata de una cuesti¨®n a la altura de aquella otra que repetimos varias veces al d¨ªa al cruzarnos con alguien conocido: ?c¨®mo va todo? A riesgo de responder parcialmente a esta segunda cuesti¨®n, una parte importante de la creaci¨®n fotogr¨¢fica contempor¨¢nea es cada vez m¨¢s consciente de que las im¨¢genes se componen a partir de las fricciones entre lo que se da a ver y lo que no. Esta constataci¨®n se hace m¨¢s evidente en el momento en que las elucubraciones sobre la propia naturaleza del medio fotogr¨¢fico ya no constituyen, como anta?o, un objetivo en s¨ª mismo, sino que se integran en amplios debates multidisciplinarios en torno a nuestra sociedad contempor¨¢nea, global, polimorfa y mutante.
De la mano de la filosof¨ªa, de la antropolog¨ªa, de la historia, de la sociolog¨ªa, de la ciencia y, en general, de todas las disciplinas del saber y del pensamiento, la creaci¨®n fotogr¨¢fica se ha convertido en un territorio propicio para explorar la cohabitaci¨®n de diversos reg¨ªmenes de visibilidad, revelando sus consensos, sus deficiencias y sus simulacros. En muchas ocasiones, ya no se trata tanto de producir im¨¢genes con una cierta excelencia t¨¦cnica o un perfecto equilibrio est¨¦tico, tal como obligaban los c¨¢nones de la modernidad. Muchas veces, los autores y autoras acuden a fondos de archivos f¨ªlmicos o fotogr¨¢ficos, o a im¨¢genes realizadas con finalidad casi forense o, incluso, se sirven de la ficci¨®n narrativa con el fin de revelar, de forma cr¨ªtica, las zonas oscuras de los modelos de gobernanza y de las pr¨¢cticas de poder. Es decir, todos aquellos aspectos que forjan una buena parte de nuestra experiencia perceptiva y afectiva, y por tanto social y pol¨ªtica, de los que las propias im¨¢genes son en muchas ocasiones corresponsables.
En el ¨²ltimo tercio del siglo XX, algunos fot¨®grafos y fot¨®grafas se esforzaron, tenaz y felizmente, en desarmar con sus obras el binomio fotograf¨ªa y verdad. Las infinitas posibilidades de la fotograf¨ªa de simular, de enga?ar o de transformar lo que parece en lo que es alertaron acerca de las paradojas e imposturas del medio fotogr¨¢fico como garante de una cierta forma de concebir el mundo. Finalizando la segunda d¨¦cada del siglo XXI, bajo los signos de agotamiento, tanto de la verdad como del medio fotogr¨¢fico, parece que existe una cierta tendencia a admitir que, en definitiva, las im¨¢genes por s¨ª solas ya no nos dicen nada.
Quiz¨¢ por ello, algunos creadores contempor¨¢neos emprenden la tarea de descifrar los silencios de las im¨¢genes, lo que callan o lo que no muestran, con el fin de recuperar otras historias de la Historia, desplazar significados, construir otros nuevos o hasta ese momento inaccesibles o nunca dichos. Sabemos que, desde sus inicios, la fotograf¨ªa se lanz¨® apasionadamente a registrar el mundo, el ¡°c¨®mo va todo¡±. Excelentes fot¨®grafos y fot¨®grafas desde el siglo XIX hasta nuestros d¨ªas se han parapetado tras su c¨¢mara con el fin de mostrar, rese?ar y describir el mundo, defendiendo posiciones variables frente a la realidad que han ido desde una consciente subjetividad hasta una c¨¢ndida objetividad. No obstante, en pleno siglo XXI, con la llegada de formas masivas de producci¨®n, distribuci¨®n, circulaci¨®n y recepci¨®n de las im¨¢genes (fotograf¨ªa digital, Internet, redes sociales, etc¨¦tera), son ellas, las im¨¢genes, las que han tomado posici¨®n contra este marketing de sensaciones visuales, cuestionando su propio valor y su propio saber.
El anacronismo, pues, est¨¢ servido. ?Acaso las im¨¢genes ya no necesitan quien las mire? Posiblemente, todo lo contrario. Las im¨¢genes se resisten, eso s¨ª, a la mirada negligente que se pasea por su superficie sin detenerse a pensarlas. En su acto de sublevaci¨®n contra nosotros, ellas exigen que ahora se las escuche, que se interpreten sus silencios y sus tiempos, que se las haga trabajar sobre lo real modificando perspectivas, de manera cr¨ªtica. Las im¨¢genes, en fin, tienen mucho m¨¢s que decir acerca de nosotros cuando se agudiza el o¨ªdo y se problematiza lo real. La creaci¨®n art¨ªstica ha vivido siempre periodos de ruptura; acaso una de las caracter¨ªsticas del arte sea el constante cuestionamiento de sus fronteras, de sus l¨ªmites y de sus categor¨ªas. No obstante, la creaci¨®n fotogr¨¢fica ha sufrido y sufre todav¨ªa una forma de ¡°guetizacion¡±, favorecida por distintas vicisitudes hist¨®ricas y culturales, que en ocasiones le ha impedido tomar la distancia cr¨ªtica necesaria para ponerse en tela de juicio. Probablemente hemos llegado, pues, a un punto en el que la ruptura y la liberaci¨®n procede de las propias im¨¢genes; esta podr¨ªa ser una de tantas respuestas a la pregunta acerca del estado de la fotograf¨ªa actual. Son ellas, las im¨¢genes, las que cuestionan sus propios l¨ªmites, haciendo alarde, al mismo tiempo, de su porosidad y de su hermetismo.
Explorar el mundo de la mano de estas im¨¢genes rebeldes implica indagar, de forma cr¨ªtica y distanciada, el ¡°c¨®mo va todo¡± (que no es lo mismo que el ¡°c¨®mo va lo m¨ªo¡±, sino m¨¢s bien, el ¡°c¨®mo va lo nuestro¡±, lo com¨²n). Entra?a, tambi¨¦n, emprender la tarea de fomentar experiencias sensibles y afectivas, que puedan llegar a cotejar lo visto con lo vivido, lo conocido con lo desconocido, es decir, cuestionar ideas recibidas y prejuicios de todo tipo; analizar los procesos de percepci¨®n, de creaci¨®n de afectos, de ideas, de movimientos ciudadanos; estudiar las culturas en distintos contextos sociales, pol¨ªticos, econ¨®micos. En fin, proporcionar un espacio p¨²blico de construcci¨®n de sentido a trav¨¦s de la experiencia.
Ante la insurrecci¨®n de las im¨¢genes, las pr¨¢cticas fotogr¨¢ficas deben tomar decisiones y actuar en consecuencia. O acceden a su reclamo y reconocen la necesidad de trabajar con ellas de forma distinta, renunciando a que la imagen sea ¡°una¡± o que sea ¡°toda¡±, como sugiere el fil¨®sofo franc¨¦s Georges Didi-Huberman; o nos quedamos como siempre, vi¨¦ndolas desfilar, de una pantalla a la otra, de una p¨¢gina a otra, susurrando una y otra vez: ¡°Todo va bien. Gracias¡±.
Marta Gili es comisaria de exposiciones y exdirectora del Jeu de Paume de Par¨ªs.
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