El turista 1.999.999
John Lennon, el gur¨² libidinoso y la isla de Mallorca
Supongo que pocos lectores reconocer¨¢n en el titular de hoy una canci¨®n. Una canci¨®n festivalera, stricto sensu: fue grabada por Cristina y Los Stop para el Festival Internacional de la Canci¨®n de Palma de Mallorca. El argumento: la frustraci¨®n del citado turista 1.999.999, que ¨Cdebido a sus prisas¡ª se pierde el honor de ser celebrado como el visitante n¨²mero 2.000.000 , aunque termina feliz ya que, bendita sea, ¡°Palma le ofreci¨® su mundo de sol/ su mundo de amor¡±.
Musicalmente, aquel tema era un horror, aunque nadie deber¨ªa menospreciar el tit¨¢nico esfuerzo de los implicados: digan el t¨ªtulo en voz alta e intenten musicarlo (y no digo ya cantarlo). Ya puestos, imaginen que cualquiera de los dos viajeros fuera John Lennon. Aseguran en Mallorca que viaj¨® con cierta frecuencia a la isla balear cuando exist¨ªan los Beatles e incluso cuando ya se hab¨ªa roto el grupo.
Habr¨¢n visto el cortometraje Kyoko, que narra un incidente ocurrido en 1971: el intento de rapto de Kyoko, la hija de Yoko Ono con su segundo marido, Anthony Cox. Todo muy raro: ciertamente, John y Yoko se llevaron a la ni?a sin avisar a su padre pero ni huyeron ni se escondieron. Cox ten¨ªa serias dudas respecto a los instintos maternales de Yoko y denunci¨® el hecho; la pareja fue detenida en el Hotel Meli¨¤ de Palma y el asunto termin¨® en el juzgado de Manacor, donde hab¨ªan ¡°secuestrado¡± a la criatura. En Kyoko, la historia se narra a trav¨¦s de los testimonios de un locutor de la radio musical, la recepcionista del hotel, un detective, un abogado, un polic¨ªa, un fot¨®grafo y la music¨®loga B¨¤rbara Duran.
Esta ¨²ltima acaba de publicar un librito fascinante, Vaig veure John Lennon (Lleonard Muntaner Editor). A partir de aquel extra?o suceso, Duran amplia el foco y retrata un episodio poco conocido de la presencia extranjera en Mallorca: durante tres a?os, aproximadamente entre 1969 y 1971, all¨ª se reun¨ªan centenares de adeptos y aspirantes a los secretos de la Meditaci¨®n Transcendental. Aprovechando la temporada baja invernal, ocupaban varios hoteles de Cales de Mallorca y zonas adyacentes. No eran necesariamente hippies: abundaba los millonarios alemanes, aunque tambi¨¦n acud¨ªan miembros de los Beach Boys (Mike Love, Al Jardine), el cantautor Donovan y¡?John Lennon?
Atenci¨®n: eso rompe el consenso de los bi¨®grafos sobre la relaci¨®n entre Lennon y el Maharishi Mahesh Yogui. John denunci¨® al personaje en el tema Sexy Sadie (1968), en cuya letra original insultaba con crudeza al sant¨®n tras llegar a sus o¨ªdos los rumores sobre un supuesto acoso sexual a la actriz Mia Farrow. Aqu¨ª se cuenta que, con posterioridad, Lennon sigui¨® los diferentes cursos del gur¨², con el deseo de lograr levitar. ?Uh?
Tengo mis dudas. Uno de los testigos de B¨¤rbara Duran es un disc¨ªpulo mallorqu¨ªn que tambi¨¦n insiste en que pocos vecinos conoc¨ªan entonces a los Beatles, debido a que ¨Cseg¨²n ¨¦l- en Espa?a se prohib¨ªa la circulaci¨®n de revistas extranjeras: ¡°cuando los turistas llegaban, deb¨ªan dejar toda la prensa en el avi¨®n¡±. Caramba, puede que eso sucediera en Mallorca pero, durante los a?os 60, en la pen¨ªnsula encontrabas abundantes publicaciones for¨¢neas, incluyendo las musicales, en los quioscos mejor surtidos.
El presunto rapto de Kyoko atrajo a los medios internacionales y, tal vez, eso explique que, en 1972, el Maharishi Mahesh Yogui y sus seguidores se trasladaran a Fiuggi, en la Italia central. De principio, nada ten¨ªan que ocultar: no se comportaban como una secta y sus actos estaban abiertos a los residentes curiosos. En general, los nativos guardaban las distancias y solo se permit¨ªan bromas privadas, como apodar El Mariachi al maestro indio. Que result¨® ser un director espiritual de la escuela neoliberal: un hombre despiadado que responsabilizaba a los pobres de su condici¨®n y termin¨® rebautizando su organizaci¨®n como la Maharishi University of Management.
?Dej¨® huella Lennon en Mallorca? Escasa, aparte del grupo indie llamado precisamente Sexy Sadie. B¨¤rbara Duran sugiere otra influencia: a trav¨¦s de aquellos cursillos, algunos forasteros descubrieron la belleza tranquila de la isla. Terminaron comprando las propiedades de payeses ansiosos de mudarse a la ciudad, iniciando aventuras como la de Rotana, junto a Manacor, una comuna hippy que deriv¨® en hotel de lujo. Y si alguien se permite ironizar sobre su evoluci¨®n, los veteranos simplemente comparan su impecable estado actual con el desarrollo salvaje que triunf¨® en Ibiza.
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