Miguel Hern¨¢ndez, poemas del alma y de la guerra
'El rayo que no cesa', 'Nanas de la cebolla', 'Para la libertad'... una selecci¨®n de los versos del poeta de Orihuela
Sus versos forman parte de la memoria colectiva de Espa?a pero han tenido un significado especial para los j¨®venes de los setenta, cuando Joan Manuel Serrat populariz¨® sus poemas y los convirti¨® en himnos contra la ya decadente dictadura. Aunque siempre se habla del poeta, Miguel Hern¨¢ndez Gilabert (Orihuela, 1910-Alicante, 1942) escribi¨® tambi¨¦n teatro y cuatro cuentos en 1941 durante su encarcelamiento en Alicante que dedic¨® a su segundo hijo: Cuentos para mi hijo Manolillo.
A continuaci¨®n destacamos algunas de sus m¨¢s notables poes¨ªas:
Para la libertad
Para la libertad, sangro, lucho, pervivo.
Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un ¨¢rbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la libertad siento m¨¢s corazones
que arenas en mi pecho. Dan espumas mis venas
y entro en los hospitales y entro en los algodones
como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vac¨ªas amanezcan,
ella pondr¨¢ dos piedras de futura mirada
y har¨¢ que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan
en la carne talada.
Reto?ar¨¢n aladas de savia sin oto?o,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el ¨¢rbol talado, que reto?o
y a¨²n tengo la vida.
El rayo que no cesa (Fragmento)
?No cesar¨¢ este rayo que me habita
el coraz¨®n de exasperadas fieras
y de fraguas col¨¦ricas y herreras
donde el metal m¨¢s fresco se marchita?
?No cesar¨¢ esta terca estalactita
de cultivar sus duras cabelleras
como espadas y r¨ªgidas hogueras
hacia mi coraz¨®n que muge y grita?
Tristes guerras
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes, tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes, tristes.
Sentado sobre los muertos
Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vac¨ªos
y empu?o rabiosamente
la mano del coraz¨®n
y el alma que lo mantiene.
Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.
Vientos del pueblo (Fragmento)
Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el coraz¨®n
y me aventan la garganta.
Los bueyes doblan la frente,
impotentemente mansa,
delante de los castigos:
los leones la levantan
y al mismo tiempo castigan
con su clamorosa zarpa.
No soy de un pueblo de bueyes,
que soy de un pueblo que embargan
yacimientos de leones,
desfiladeros de ¨¢guilas
y cordilleras de toros
con el orgullo en el asta.
Nunca medraron los bueyes
en los p¨¢ramos de Espa?a.
?Qui¨¦n habl¨® de echar un yugo
sobre el cuello de esta raza?
?Qui¨¦n ha puesto al hurac¨¢n
jam¨¢s ni yugos ni trabas,
ni qui¨¦n al rayo detuvo
prisionero en una jaula?
Nanas de la cebolla (Fragmento)
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus d¨ªas
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi ni?o estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de az¨²car
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
R¨ªete ni?o,
que te traigo la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa
r¨ªete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
R¨ªete tanto,
que mi alma al o¨ªrte
bata el espacio.
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