Muere el dibujante argentino Guillermo Mordillo a los 86 a?os
El vi?etista, concido por sus tiras de humor mudo, fallece en Mallorca, donde pasaba largas temporadas
Es posible que la ¨²nica necrol¨®gica coherente para la muerte de Guillermo Mordillo Men¨¦ndez, sucedida a los 86 a?os en Mallorca, donde ten¨ªa una casa y pasaba largas temporadas, fuera una colorida ilustraci¨®n a toda p¨¢gina, barroca en composici¨®n, llena de plantas y animalillos redondeados (y alguna jirafa, claro), con una muda l¨¢pida en blanco. Ser¨ªa la mejor forma de recordar a un humorista que consigui¨® hacer universal su manera de ver el mundo, a trav¨¦s del dibujo, pero el apremio de escribir esta necrol¨®gica nos obligar¨¢ a recurrir a la palabra, precisamente la que evit¨® desde sus primeras colaboraciones de humor en Francia en los a?os sesenta, seg¨²n ¨¦l mismo reconoc¨ªa, porque era la ¨²nica manera de ocultar que no sab¨ªa franc¨¦s.
De padre extreme?o y madre asturiana, fue un viajero impenitente hasta recalar en Mallorca este argentino del bonaerense barrio del Caballito, nacido el 4 de agosto de 1932, que hizo gala desde muy joven de su gran dotaci¨®n para el dibujo, colaborando en revistas de la editorial Codex, a la par que desarrollaba una pasi¨®n por el f¨²tbol que de ni?o le llev¨® del River Plate al Ferro Carril Oeste (dicen que porque su madre quer¨ªa aficionarse tambi¨¦n al f¨²tbol y sus ojos verde oliva eran los colores de ese club), el equipo cuyos colores pudo llevar, literalmente, despu¨¦s por todo el mundo.
Con poco m¨¢s de 20 a?os, su inquietud le llev¨® a dejar Argentina y viajar en busca de trabajo, primero a Per¨², donde se dedic¨® a la ilustraci¨®n publicitaria, y luego a Estados Unidos, donde quer¨ªa dedicarse a la animaci¨®n por su admiraci¨®n rendida a Walt Disney. Tras varios a?os dedicado a la producci¨®n de cortos y pel¨ªculas animadas en la Paramount, a principios de los a?os sesenta decide trasladarse a Madrid, pero la Espa?a franquista no le agrada y se dirige pronto a Par¨ªs, donde consigue trabajar como ilustrador hasta que, en 1966, le convencen para hacer humor gr¨¢fico. Un punto de inflexi¨®n decisivo para su carrera, que se proyecta desde ese momento gracias a sus colaboraciones en Paris-Match, Lui o Marie Claire, que le abrir¨¢n la puerta de los magazines m¨¢s importantes del mundo.
Su particular y reconocible estilo gr¨¢fico, de formas redondeadas y exuberante cromatismo, en el que las figuras humanas siempre destacaban en inmaculado e intencionado blanco, fue su tarjeta de visita, junto a un humor tan sencillo como universal. Mordillo no hac¨ªa actualidad pol¨ªtica ni editorialismo: sus dibujos tocaban de forma recurrente tem¨¢ticas como el sexo y las relaciones humanas, representados con esos personajes narigudos y esas jirafas omnipresentes en toda su obra, perfectos protagonistas de un humor que se basaba en el gag de una coreograf¨ªa con reminiscencias de los grandes del cine mudo, siempre mirando al gran Buster Keaton. Pero, tambi¨¦n, gags que hab¨ªa aprendido, y mucho, del gran Eduardo Ferro, de Patoruz¨², del que tom¨® influencia en su estilo gr¨¢fico y, sobre todo, del ritmo y la composici¨®n de la p¨¢gina.
Esa cadencia compositiva forma la parte fundamental del humor de Mordillo, mucho m¨¢s que su trazo y su paleta de colores: el magisterio narrativo que le llevaba a hacer chistes gloriosos. Quiz¨¢s por ese dominio del tempo, Mordillo encontr¨® en el deporte una tem¨¢tica donde se mov¨ªa como pez en el agua. Con el f¨²tbol casi siempre como protagonista, siempre con los colores del Ferro, eso s¨ª, el dibujante argentino consigui¨® convertirse en el referente del humorismo gr¨¢fico en el deporte.? Con ¨¦l ¨¦xito internacional, deja Par¨ªs para instalarse entre Mallorca y M¨®naco, mientras sus dibujos se publican en las grandes revistas del mundo. Aunque no volver¨ªa a vivir en Argentina, la revista del diario La Naci¨®n public¨® puntualmente todas las semanas durante d¨¦cadas sus dibujos, ya convertidos en iconos de merchandising que se pod¨ªan encontrar en tazas, peluches, tarjetas de felicitaci¨®n o puzles.
A lo largo de su carrera, solo realiz¨® tres exposiciones: una en Par¨ªs a finales de los sesenta, otra en Barcelona y la ¨²ltima en Palma de Mallorca en noviembre de 1989, cuyos fondos se destinaron al tratamiento de ni?os autistas en la isla mallorquina. Casado con Amparo Camarasa y con dos hijos, Sebasti¨¦n y C¨¦cile, su muerte es una triste noticia para el humor gr¨¢fico, se va uno de los referentes absolutos de una forma personal¨ªsima de hacer un humor que da pleno sentido al adjetivo de ¡°universal¡±.
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