La ¡®resurrecci¨®n¡¯ de Isabel Pantoja
Telecinco ha logrado con la tonadillera lo que parec¨ªa impensable: mejorar la ya espectacular audiencia de ¡®Supervivientes¡¯ y crear un nuevo fen¨®meno generalista

Por si no le hab¨ªa quedado claro a Isabel Pantoja, a eso de la una de la ma?ana del jueves, Jorge Javier V¨¢zquez la inform¨®: "Por cierto, hemos arrasado en audiencia, Isabel...". Al enterarse, ella esgrimi¨® el argumento infalible de su sonrisa blanca y solt¨®: "?Me lo dices o me lo cuentas?". A esa hora, Telecinco iba ya camino de conseguir su segunda mejor cuota de pantalla en la temporada con Supervivientes: un 36% que cuadriplica al de sus competidores.
Lo que no pudo es superar lo que hoy se conoce como el pantojazo. Aquello vino con su salto del helic¨®ptero el primer d¨ªa en Honduras para empezar su participaci¨®n en el concurso que le ha dado nuevo impulso a su carrera y ha confirmado a la cadena como una gran fabricante de perpetuos fen¨®menos.
De tanto peregrinar al Roc¨ªo, Pantoja tiene claro cu¨¢nto cuesta subir al cielo y qu¨¦ barato resulta bajar al infierno. Del escenario a la c¨¢rcel; de su temprana viudedad tras la muerte de Paquirri en la plaza de Pozoblanco hace 35 a?os a los disgustos por cap¨ªtulos de sus hijos, la estrella de la copla ha sido siempre carne de portada. Ahora ha dado un paso m¨¢s all¨¢ y lo es de audiencia televisiva: Telecinco la acaba de ungir como su nueva estrella. Y a fe, que con el rollo que se tiran y estiran, durar¨¢.
Si resumimos esta edici¨®n antes de que termine el pr¨®ximo jueves: ?qui¨¦n se acuerda del resto? ?A qui¨¦n le importa el presunto ganador? Todo se ha reducido a un coro de gog¨®s en torno a la gran diva y ce?ido a un guion bien calculado. Incluso su salida por prescripci¨®n de los m¨¦dicos se ha producido en el momento justo. El ideal para dedicarle un programa homenaje y una coronaci¨®n en el plat¨® como nueva reina de la pantalla. Una trayectoria que acaba de comenzar.
Sab¨ªamos de sus dotes para defenderse y marcar ¨¦poca en un g¨¦nero musical que nos retrotrae al siglo XX. Pero no de su instinto y su carisma para defenderse en una modalidad de espect¨¢culo inventada en el siglo XXI: los reality shows. Puede que lo primero haya potenciado lo segundo. Si eres capaz de provocar el llanto sobre un escenario y sabes interpretar ante miles de personas con desgarro y como un alma en pena, ya tienes mucho ganado.
Para un reality, quien domina el arte de sufrir en p¨²blico, quien sobresale y seduce por instinto, quien arranca chorros de compasi¨®n gracias a una dosis justa de exhibicionismo, quien salta y se muestra espont¨¢neo, quien establece estrategias y alianzas, quien va a deg¨¹ello ante desplantes y humillaciones, lo tiene casi todo ganado para la audiencia. Y para eso, Pantoja lleva ensayando toda la vida.
Pero ha aportado algo m¨¢s. Una autenticidad, una verdad, una melod¨ªa. Quiz¨¢s lo ha hecho consciente de que se presentaba ante un pa¨ªs que la ha visto romperse, re¨ªr, padecer y reinventarse. Que se ha identificado con ella en sus virtudes y sus pecados. Por eso Pantoja se ha mostrado radicalmente genuina. Se ha martirizado ante los telespectadores como una virgen digna de ser sacada en procesi¨®n para ser vitoreada y aclamada.
La sencillez del atuendo con que se present¨® a su regreso estuvo medida: chanclas y un chal colorido para seducir a Jorge Javier, cantar con ¨¦l y llorar por las peleas que sus hijos han mantenido ante toda Espa?a mientras ella estaba lejos. Ha lucido sus rodillas da?adas, dignas de una penitente que se arrastra en busca de perd¨®n. En la isla ha sabido lucir canas, quedarse en los huesos y resistir ataques, desprecios y hasta calabazas por parte de Colate. La acus¨® de robar comida, en uno de los hitos del show, y ella aguant¨® el tipo y lo fundi¨®, celosa, en cuanto not¨® que el truhan prefer¨ªa a M¨®nica Hoyos. Al fin y al cabo, esta concursante es la ¨²nica que ha sabido plantarle cara con cierta eficacia. Pero Pantoja hizo m¨¢s: vio venir la estrategia de hombro complaciente pero intenciones ventajistas de Carlos Lozano, se reconcili¨® con su antigua amiga, Chelo Garc¨ªa Cort¨¦s, busc¨® aliados que desarrollaban su instinto maternal, como Omar, mostr¨® sus galones art¨ªsticos ante las cutreces de las Az¨²car Moreno...
Fue, para culminar, madre doliente de algo que se estila en las mejores familias: hijos d¨ªscolos y a la gre?a: "?Mis ni?os, mis ni?os, ?por qu¨¦ os peg¨¢is?", clamaba el jueves ante el colmillo de Jorge Javier. Un soniquete con el que pueden identificarse buena parte de los hogares de puertas para adentro. Su regreso sirvi¨® para fundirles en un abrazo que nadie duda volver¨¢ a convertirse en le?a. Espa?a es as¨ª, se?ores. La toman o la dejan. Que nos lo digan en estos meses de pactos inviables, cuando las filias y fobias personales se han convertido en baza insalvable de las negociaciones a varias bandas provocando bloqueos de patio de colegio. Vasile, ?qu¨¦ tal meter en la pr¨®xima edici¨®n a Rivera y a S¨¢nchez? Te queman la isla.
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