All together now!
The Richard Channin Foundation fue un colectivo art¨ªstico, una fiesta entre amigos, un jaque mate al 'statu quo' del arte. El CAAC de Sevilla recupera su historia
En un mundo poroso, flexible e inestable como ¨¦ste, es f¨¢cil pensar en una din¨¢mica del arte dirigida a lo colaborativo, lo l¨ªquido y lo permeable. Pocas ideas hay tan resbaladizas como la de colaboraci¨®n. A veces, los puntos de vista son contrapuestos en eso de desbordar la autor¨ªa art¨ªstica y no convertirse en autoritario, de medir bien la posici¨®n dentro de un grupo y aprovechar todo el potencial ontol¨®gico de un t¨¦rmino tan expansivo como dif¨ªcil. Entre los artistas, juntarse sigue siendo una actitud vital. Otro modo de trabajar. En algunos casos, un movimiento de autodefensa. Una manera de poner en valor todo su potencial est¨¦tico: lo formalmente elaborado, lo pol¨ªticamente eficaz y lo absolutamente divertido. Un ejemplo a la vuelta de la esquina: el colectivo de artistas Ruangrupa de Yakarta, Indonesia, al frente de la direcci¨®n de la Documenta 15, que se celebrar¨¢ en 2022.
Un trabajo en colaboraci¨®n que en el arte viene de lejos. Pensemos en el dad¨¢, la Internacional Situacionista o Fluxus, la acci¨®n vienesa, los happenings americanos o la eclosi¨®n de Warhol con Basquiat y Francesco Clemente... En Espa?a la cosa estall¨® en los noventa, la d¨¦cada por excelencia rele¨ªda por la mayor¨ªa de las instituciones ahora, cuando las pr¨¢cticas colaborativas vivieron un repunte avivado por lo que entonces se empez¨® a llamar ¡°crisis de pensamiento¡±. Eran tiempos de desilusi¨®n hacia los Gobiernos de ¡°izquierda¡± del PSOE y de un agotamiento de los modelos del arte pol¨ªtico basados, a su vez, en la representaci¨®n: desde las obras de Hans Haacke o Marcel Broodthaers hasta las cr¨ªticas feministas trasladaban cierto cansancio respecto a lo que estas pr¨¢cticas ten¨ªan ya de ritual autorreferencial. A la cr¨ªtica de arte tambi¨¦n parec¨ªa fallarle el pulso mientras la pol¨ªtica se volcaba en grandes exposiciones y museos alejados de la sinton¨ªa de los artistas m¨¢s j¨®venes. Era cuesti¨®n de tiempo que esos artistas empezaran a organizarse y autofinanciarse al margen de las instituciones, las subvenciones oficiales y el mercado, lanzando discretamente un sinf¨ªn de iniciativas pensadas como plataformas para difundir el arte sin pasar por las v¨ªas habituales. Ah¨ª estaban la Agust¨ªn Parejo School, Estrujenbank, Fills Putatius de Mir¨®, Las Palmeras Salvajes, el Grupo Surrealista de Madrid, La Fiambrera, la Galer¨ªa de Arte Contestatario, el Comit¨¦ Ciudadano para la Nominaci¨®n de Valencia Capital Tercermundista de Europa y un largo etc¨¦tera.
El grupo estaba formado por gente inquieta y divertida, sin complejos ni?espacio f¨ªsico
En ese contexto hay que enmarcar un proyecto como The Richard Channin Foundation (RCHF), cuya estela recoge Sema D¡¯Acosta con una exposici¨®n en el Centro Andaluz de Arte Contempor¨¢neo. Surgido en el contexto art¨ªstico de Sevilla entre 1999 y 2004, fueron cinco a?os de revoltillo cultural, vividos en primera persona por el comisario, justo cuando tres artistas de su quinta, Juan del Junco (Jerez de la Frontera, 1972), Miki Leal (Sevilla, 1974) y Fernando Clemente (Jerez de la Frontera, 1975), se licenciaban en la Facultad de Bellas Artes con ganas de convertir su experiencia vital en experiencia art¨ªstica. Un fen¨®meno sobre el que gravitaron Jos¨¦ Miguel Pere?¨ªguez, Rub¨¦n Guerrero, Javier Parrilla, Mariajos¨¦ Gallardo o Manolo Bautista, y muchos otros.
Eran gente inquieta y divertida, con carisma y capacidad de transgresi¨®n, sin complejos ni espacio fijo, que convocaba con una m¨ªnima dosis de previsi¨®n y muchas ganas de pasarlo bien. Un sentido del humor que coincid¨ªa con el que circul¨® por la Agust¨ªn Parejo School, que se cre¨® en M¨¢laga durante los ochenta, con Rogelio L¨®pez Cuenca a la cabeza, y ese acuciante sarcasmo que hab¨ªa tras la sociedad que formaron Chema Cobo, Pedro G. Romero y Abraham Lacalle bajo el nombre de Juan del Campo en los primeros noventa. En La Channin, lo importante eran las relaciones interpersonales, compartir experiencias y generar situaciones nuevas a cada instante. Cualquier energ¨ªa que llegara de la cultura popular les serv¨ªa para rebelarse contra el elitismo, la erudici¨®n y el encorsetamiento de las bellas artes. As¨ª pues, lo que hac¨ªan no era ni pintura, ni escultura, ni fotograf¨ªa. Tampoco performances ni happenings. Lo que ocurri¨® en Sevilla esos a?os ten¨ªa que ver con descontextualizar, acoplar y desmembrar las formas convencionales, resaltar su aspecto m¨¢s banal y buscar la belleza de lo imperfecto. Arte relacional sin saberlo. Se trataba de plantear propuestas alternativas al estancamiento, a la pasividad y al individualismo reinantes y, de este modo, hacer del arte un ejercicio de subversi¨®n del discurso institucional, demostrando que el arte a¨²n pod¨ªa cumplir un papel ante el mundo real. Un espacio independiente como Sala de eStar, vigente de 2001 a 2007, contribuy¨® a ello. Una experiencia que forj¨® toda una generaci¨®n de artistas en el contexto art¨ªstico de Sevilla y que escribi¨® uno de los cap¨ªtulos de nuestra historia del arte reciente. Historia que contin¨²a.
En el sur, otros proyectos siguen ese esp¨ªritu colaborativo de La Channin. He ah¨ª La Ba?era, a medias galer¨ªa y a medias los estudios que en su d¨ªa compartieron Alejandro Botubol e Ismael Lagares en Sevilla. Tambi¨¦n all¨ª, Plan Renove lleva a?os dinamizando la zona de Pumarejo de la mano de Sema D¡¯Acosta y el m¨¦dico Marcelino Garc¨ªa, y el estudio que ahora comparten Fernando Clemente, Rub¨¦n Guerrero, Pere?¨ªguez y Jos¨¦ Garc¨ªa es un hervidero de actividades. Otro proyecto es Salamina, un espacio de trabajo compartido por artistas que ocupa dos plantas de un edificio industrial en L¡¯Hospitalet de Llobregat, en Barcelona. De la mano de una de las artistas, Laura Llaneli, junto a ?scar Mart¨ªn, tiene lugar el programa Azotea, abierto a propuestas sonoras experimentales. Son espacios donde probar cosas, casi a modo de set de pruebas, entendidos no s¨®lo como lugares f¨ªsicos, sino como zonas de contacto. La misma filosof¨ªa tiene Nyamnyam, una plataforma creada en por los artistas I?aki ?lvarez y Ariadna Rodr¨ªguez, que utiliza din¨¢micas y herramientas propias de la creaci¨®n art¨ªstica para activar o recuperar modos de relaci¨®n difuminando campos, casi siempre alrededor de la comida. En Madrid, el propio Miki Leal, con estudio compartido por otro elenco de artistas, traslada a Nave Oporto mucho de ese juego con el statu quo para acercar el arte a la gente desde cosas sencillas y cotidianas. Una comida. Una copa. Una fiesta. Mala Fama, dice llamarse el otro espacio de trabajo compartido por artistas, con Carlos Aires a la cabeza, que habita en el mismo edificio. Muchos de estos espacios los pueden conocer mediante la celebraci¨®n de Open Studio, un evento anual en el que los artistas abren sus estudios buscando estrechar lazos y dar a conocer su trabajo.
Entre los artistas, juntarse es una actitud vital. A veces, un movimiento de autodefensa
Llegar¨¢ un d¨ªa, como con La Richard Channin Foundation, que alguien explicar¨¢ qu¨¦ ocurre all¨ª dentro, aunque comisariar arte colaborativo tiene sus dilemas, sobre todo si se plantea tambi¨¦n colectivamente. De eso ha escrito bastante Oriol Fontdevila. Desde hace tiempo est¨¢ en ello el CAAC, que ya rescat¨® la historia de la Agust¨ªn Parejo School en 2016. El CA2M llen¨® una de sus plantas con una exposici¨®n dedicada a Espacio P, y CentroCentro es otro lugar que mira de cerca esas pr¨¢cticas colaborativas y tantas veces autogestionadas. Aunque hay centros que llevan los ¨²ltimos a?os debatiendo sobre la deriva del trabajo en grupo que, pese a no ser muy visibles en los medios, son el verdadero pulm¨®n en eso de compartir procesos. He ah¨ª el Huarte de Pamplona, Tabakalera en San Sebasti¨¢n, AcVic en Barcelona, Medialab Prado en Madrid, que llevan a?os trabajando all together now con la plataforma Hablarenarte en eso de reunir, sintetizar y visibilizar proyectos art¨ªsticos en el marco de un proyecto internacional mayor, Collaborative Arts Partnership Programme (CAPP), que dio como fruto el Glosario imposible, la ¨²ltima puesta al d¨ªa del arte colaborativo a nivel editorial. Un arte de nombre escurridizo y que vive en estado salvaje, a la medida de la amistad y los sue?os colectivos.
¡®The Richard Channin Foundation¡¯. CAAC. Sevilla. Hasta el 20 de octubre.
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