Comisario y violador en serie
Mohamed Mustaf¨¢ Tabit film¨® en un apartamento de Casablanca sus agresiones sexuales a 518 mujeres. En 1993 fue condenado a muerte y fusilado
Casi todo el mundo en Marruecos sabe qui¨¦n era el comisario Tabit. Cada vez que un tribunal pronuncia alguna sentencia de pena de muerte,?como sucedi¨® en julio con los tres islamistas que degollaron a dos turistas escandinavas, siempre se recuerda que la ¨²ltima vez en que se aplic¨® esa condena en el pa¨ªs fue para ejecutar a Mohamed Mustaf¨¢ Tabit. Fue fusilado amarrado a un poste el 5 de septiembre de 1993, en un bosque situado en las afueras de Kenitra, a media hora en coche desde Rabat.
Tabit hab¨ªa violado en el mismo lecho a una mujer, a su hija y a su nieta adolescente mientras filmaba el crimen con una c¨¢mara oculta. Y eso mismo hizo con varios cientos de mujeres m¨¢s, seg¨²n dej¨® establecido la investigaci¨®n. Pero tan abominable como Tabit parece la maquinaria del Estado que lo protegi¨® durante a?os, se vali¨® de sus servicios y mand¨® matarlo antes de que hablara demasiado.
Aziz Rhali, presidente de la Asociaci¨®n Marroqu¨ª de Derechos Humanos (AMDH), la ONG de mayor implantaci¨®n en el pa¨ªs, cree que el juicio fue expeditivo y sin las m¨ªnimas garant¨ªas legales. ¡°En aquella ¨¦poca, hab¨ªa m¨¢s gente que llevaba mucho m¨¢s tiempo condenada a pena de muerte. Sin embargo, mataron a Tabit porque interesaba matarle, para que no hablase¡±, recuerda.
Tabit era un piadoso padre de familia, de 54 a?os, casado en segundas nupcias y con cinco hijos. Proven¨ªa del Marruecos profundo, de la ciudad de Beni Melal, en el centro geogr¨¢fico de la naci¨®n. En 1970, cuando era un joven profesor de ¨¢rabe, un mando policial se encaprich¨® de su esposa y a ¨¦l lo envi¨® a la c¨¢rcel con el pretexto de que hab¨ªa insultado a las instituciones sagradas del reino. Al salir, Tabit cay¨® en depresiones y precis¨® asistencia psiqui¨¢trica. Abandon¨® a su mujer, se march¨® del colegio y de la ciudad y oposit¨® para agente en 1974. En Casablanca comenzar¨ªa otra vida con una nueva esposa y como violador en serie.
El comisario no fumaba, no beb¨ªa, hab¨ªa peregrinado varias veces a La Meca, rezaba sus cinco oraciones al d¨ªa y sol¨ªa acudir cada viernes a la mezquita. Tambi¨¦n dedicaba mucho tiempo a acechar a ni?as y mujeres en los colegios, universidades y grandes avenidas. Las introduc¨ªa en su coche, por las buenas o por las malas, y las llevaba a un apartamento alquilado en el n¨²mero 36 de la avenida de Abdellah Ben Yassine. All¨ª hab¨ªa dispuesto varias c¨¢maras y micr¨®fonos para poder filmar las agresiones desde distintos ¨¢ngulos. Ten¨ªa adem¨¢s contratados los servicios de un ginec¨®logo que practicaba abortos y reparaciones de himen.
Tabit colaboraba con los servicios secretos del Estado, pero con el tiempo se volvi¨® incontrolable y hay quienes sospechan que debi¨® de mercadear con sus cintas en redes internacionales de pornograf¨ªa. En 1990, una mujer de 26 a?os lo denunci¨® por violaci¨®n, aunque la denuncia qued¨® enterrada. Al agresor lo amparaba el hecho de que sab¨ªa demasiado sobre demasiada gente. Pero el tufo de sus fechor¨ªas se iba haciendo insoportable.
En el verano de 1992, en un barrio de Mil¨¢n, un ¨ªtalomarroqu¨ª de nombre Said se dispone a ver una cinta pornogr¨¢fica con varios compatriotas, seg¨²n inform¨® en 2007 el semanario Tel Quel. De repente, Said descubre que una de las mujeres que aparecen en la grabaci¨®n es su hermana. Al d¨ªa siguiente se presenta en Casablanca. Y se entera de que un a?o antes, su hermana, de 18 a?os, conoci¨® a un tal Haj mientras esperaba en la parada de un autob¨²s. Con el testimonio de la joven acude a la embajada de Italia y denuncia el caso. La representaci¨®n diplom¨¢tica lo pone en conocimiento del primer ministro, que a su vez informa al rey Hassan II, y encarga una investigaci¨®n a la Gendarmer¨ªa Real, entonces dirigida por Husni Bensliman.
La versi¨®n del ¨ªtalomarroqu¨ª no excluye otra que fue publicada por todos los medios del pa¨ªs: el comisario Tabit secuestr¨® y viol¨® el 2 de febrero de 1993 a dos universitarias que lo denunciaron al d¨ªa siguiente. Esta vez la denuncia prosper¨® y lleg¨® hasta la Gendarmer¨ªa, un cuerpo de seguridad que, sin avisar a la polic¨ªa, registr¨® el piso alquilado de Tabit. Y descubri¨® 118 v¨ªdeos con las filmaciones de 518 mujeres, entre ellas 20 menores. No fue un trago f¨¢cil revisar el contenido de aquellas cintas. ¡°Lo m¨¢s duro a veces eran las palabras, los di¨¢logos. Haj pod¨ªa insultar, golpear, reunir a dos hermanas, a una madre y a una hija, en la misma cama y pasar alegremente de una a la otra¡±, relat¨® un testigo a la revista Tel Quel.
Personajes poderosos
Adem¨¢s de violaciones, las cintas inclu¨ªan escenas pornogr¨¢ficas con actores aficionados. Y en algunas de ellas aparec¨ªan personajes poderosos. Tabit reuni¨® a todas esas personalidades en la famosa cinta n¨²mero 32. La misma que se trag¨® el monstruo del Estado: desapareci¨® en pleno juicio.
El acta de acusaci¨®n contra Tabit, sin embargo, fue distribuida a todos los medios: ¡°Cosa extra?a, inhabitual en un pa¨ªs donde el periodista sufre un problema cotidiano de falta de informaci¨®n¡±, recordaba el a?o pasado un redactor del diario marroqu¨ª Lib¨¦ration a la revista Zamane.
El juicio se abri¨® el 18 de febrero de 1993. Todo Marruecos estaba pendiente. Su abogado defensor le pregunt¨® por el tama?o de su falo. Intentaba demostrar que no hab¨ªa podido practicar sexo con 500 mujeres en tres a?os. El juicio dur¨® 25 d¨ªas, en pleno Ramad¨¢n, y la sentencia se dict¨® el 15 de marzo. La justicia fue acusada de querer sofocar el esc¨¢ndalo lo antes posible.
Los testimonios de la ¨¦poca aseguran que Tabit fue torturado y obligado a callar. La prensa no estaba acostumbrada a plantear preguntas inc¨®modas en el reinado de Hassan II. Y nadie parec¨ªa molesto con que fuese fusilado deprisa y corriendo. Tabit era la representaci¨®n del abuso del poder y de la autoridad. Su inmediato superior fue condenado a cadena perpetua y una treintena de personas recibieron condenas de hasta 10 a?os.
El Estado no le permiti¨® ver a su familia antes de la ejecuci¨®n, pero le concedi¨® otros privilegios: en la ¨²nica fotograf¨ªa suya que publicaron los medios de comunicaci¨®n del pa¨ªs ¡ªla que encabeza este reportaje¡ª no se aprecia bien su rostro. Aparece detenido entre varios agentes y con la barbilla pegada al pecho. Solo se distingue su cabeza medio calva y la nariz que sostiene sus gafas. Llevaba las manos metidas en el abrigo, sin esposas.
Las ¨²ltimas palabras que se le atribuyen antes de ser fusilado son estas: ¡°Yo soy condenado por algo que todo el mundo hace, pero los que han sido condenados conmigo no tienen nada que ver con esta historia¡±. Para creer en esa frase, en la que exime al resto de la maquinaria estatal, habr¨ªa que creer tambi¨¦n a las fuentes oficiales que la difundieron. La familia no fue autorizada a ver sus restos.