La era de los escuchas flotantes
En el arte actual, donde todo parece desbocado, las exposiciones que glorifican a los ¨ªdolos musicales juegan la carta de la nostalgia. La dedicada a Leonard Cohen es un ejemplo perfecto
La ruleta de la fortuna es la misma que la que hila las hebras de la vida. Elige qui¨¦n nace pero tambi¨¦n cu¨¢ndo los mortales deben salvarse o perecer. Los museos y sus musas reciben el cr¨¦dito de fundar una iconograf¨ªa para ellos, resucit¨¢ndolos o ignor¨¢ndolos. Algunos pasan de la categor¨ªa de humanos a deidades, entonces merecen sus propios tapices. El resto son un nudo de briznas que arrastran existencias quebrantadas, s¨ªsifos o escarabajos guiados por los caminos de estrellas.
En los mundos actuales del arte, saturados de artistas tramposos y compradores desbocados, los divos de la m¨²sica pop son metr¨®nomos. Veloces o lentos, sirven para ensayar nuevas f¨®rmulas que conectan con un p¨²blico no intelectualizado pero ¨¢vido de experiencias genuinas, pues ocurre que, a diferencia de muchos creadores visuales, los m¨²sicos de la revoluci¨®n soul y el rock imparten autenticidad. Los museos persiguen lo que hace tiempo el cine vislumbr¨® en ellos: un amasijo de filamentos para urdir historias de superaci¨®n y glamur: el apropiacionista David Bowie (V & A Museum, 2013) es un gnomo sonriente; la feminista Yoko Ono (Guggenheim de Bilbao, 2014), un prot¨®n sobre una fina capa de hielo; la conceptual Bj?rk (MOMA, 2015), un terr¨®n de az¨²car ¡ªen realidad, un cubito de m¨¢rmol¡ª dentro de una jaula para p¨¢jaros (Why do not Sneeze, Bj?rk?), y la cr¨ªtica institucional de Beyonc¨¦ y Jay-Z (un videoclip rodado en el Museo del Louvre, 2018), excremento de mono dentro de una lata. Est¨¢ pr¨®ximo el d¨ªa en que las grandes pinacotecas aborden las secuelas del hipercine de moda, con los biopics sobre Elton John, Freddy Mercury y Michael Jackson. De momento, nos anuncian que el espect¨¢culo debe continuar.
M¨¢s alto, m¨¢s vibrantes
Walter Benjamin escribi¨® que no hay culto a los ¨ªdolos de la m¨²sica sin los instrumentos materiales de creaci¨®n y reproducci¨®n. Play it Loud: Instruments of Rock & Roll, en el Metropolitan Museum de Nueva York (hasta el 1 de octubre), exhibe las joyas m¨¢s vibrantes de la realeza del rock: la bater¨ªa de The Beatles, la descoyuntada Strato para zurdos de Kurt Cobain, el disfraz de querub¨ªn de Prince o el Moog de Keith Emerson (Lake & Palmer), y qui¨¦n sabe c¨®mo demonios debieron de transportar las cuarenta toneladas de aquel cerebro electr¨®nico en sus agotadoras giras por carretera.
Pentimento contempor¨¢neo
En el Kelvingrove Museum de Glasgow (hasta el 12 de enero), Paul McCartney y sus hijas, Stella y Mary, firman la retrospectiva de la fot¨®grafa Linda McCartney. El d¨ªa de la inauguraci¨®n, el exbeatle dijo sentirse ¡°menos culpable¡± de haber arruinado la carrera de su esposa (Linda Louise Eastman, 1941-1998), acreditada reportera gr¨¢fica de las revistas musicales de los a?os sesenta antes de ser Linda/Lady McCartney y dedicarse al vegetarianismo y a la m¨²sica, como integrante del grupo Paul McCartney & Wings.
En los museos, los divos del pop sirven para conectar con un p¨²blico no intelectualizado
El se?or de los anillos
Convenientemente estelarizados en los dispositivos digitales de ¨²ltima generaci¨®n, los astros musicales proyectan identificaciones en p¨²blicos masivos, como una prolongaci¨®n de Hollywood. La exposici¨®n David Bowie is, en el Victoria & Albert Museum (2013), fue una obra maestra de la gesti¨®n, anunciada con la ¨¦pica de un Lord of The Rings. S¨®lo en el museo londinense contabiliz¨® 1,5 millones de visitas, sumadas a los centenares de miles en su gira por 11 ciudades de todo el mundo. Retocada constantemente como una escultura, se adapt¨® a cada museo (en Tokio, el tema fue el vestuario del dise?ador favorito de Bowie, Kansai Yamamoto; y en Berl¨ªn, sus colaboraciones con Iggy Pop) con 500 objetos personales, pel¨ªculas y pinturas hechas por el m¨²sico brit¨¢nico que tocaban todo el teclado del expresionismo centroeuropeo (Kirchner, Nolde. Schiele, Macke y hasta Munch). Un pulpo.
El Duque Blanco muri¨® a principios de 2016. Faltaban pocos d¨ªas para la clausura en el Groninger Museum de Holanda cuando la empresa promotora decidi¨® mantener la gira con el mismo t¨ªtulo, David Bowie is, en tiempo presente. La estrella musical segu¨ªa siendo la obra de arte. El 8 de enero de 2018, coincidiendo con su aniversario, la exposici¨®n se colg¨® en la nube mediante tecnolog¨ªa RA (Realidad Aumentada), disponible para los ¡°escuchas flotantes¡± (Walter Benjamin) de cualquier lugar del mundo.
Duelo, nostalgia y ¡®Hallelujah¡¯
El ¨²ltimo en incorporarse al cenotafio de las parcas ha sido Leonard Cohen, fallecido en 2016, semanas despu¨¦s de publicar su ¨²ltimo ¨¢lbum, You Want it Darker, y cuando el Mus¨¦e d¡¯Art Contemporain de Montreal preparaba una retrospectiva del ¡°poeta total¡±, que incluir¨ªa sus dotes como dibujante, las mejores versiones de sus canciones hechas por m¨²sicos de todo el mundo y una docena de esculturas, v¨ªdeos e instalaciones de artistas que usan su imagen y escritura como material de sus obras. Se inaugur¨® finalmente en noviembre de 2017, y lo que iba a ser una celebraci¨®n en vida se transform¨® en una experiencia solemne de nostalgia.
El Jewish Museum de Nueva York la exhibe ahora bajo el t¨ªtulo A Crack in Everything, un verso de la plegaria filos¨®fica ¡®Anthem¡¯ (1992) que pide mantener la luz de la esperanza en las fisuras (¡°olvida tu ofrenda perfecta, hay una grieta en todo, as¨ª es como entra la luz¡¡±). La exposici¨®n es inmejorable y, en efecto, una hendidura radiante por donde penetran los trabajos de 12 artistas, con el pre¨¢mbulo del hipn¨®tico v¨ªdeo Passing Through, de George Folk, proyectado en una pantalla de 360 grados que resume medio siglo de carrera musical y literaria en la que brillaron, con parecida intensidad, la esperanza y la p¨¦rdida. Los dados est¨¢n trucados¡ everybody knows.
Ofrendas casi perfectas son la pe?l¨ªcula minimalista de Tacita Dean. Ear on a Worm (3¡¯, 28¡¯¡¯) con la imagen de un pinz¨®n posado sobre un cable que advierte de lo pegadizos que pueden ser algunos estribillos; el filme en 3D de John Rafman (Legendary Reality), con un narrador encerrado en su propia mente que lleva las letras de Cohen a un lugar de sue?os (¡°When I couldn¡¯ t sleep / I learned to write¡±); y la instalaci¨®n de Janet Cardiff & George Bures Miller (The Poetry Machine), que mezcla diferentes tipos de amplificadores y un ¨®rgano Wurlitzer que tiene las teclas manipuladas; cada una contiene una grabaci¨®n con el m¨²sico recitando poemas de Book of Longing.
El aura en declive cede el paso a las viejas estrellas y sus excepcionales efectos ic¨®nicos
La obra que lleva su voz de oro a la categor¨ªa de ready made est¨¢ firmada por el colectivo de dise?adores Daily Tous les Jours y se compone de un teatro octogonal y una website (secretchore.com) que opera como un canal de una sola canci¨®n, permitiendo a los internautas sumarse en tiempo real a un coro perpetuo que canta ¡°Halellujah¡±.
Cuerpos conectados y escuchas en suspensi¨®n. El aura en declive cede el paso a los viejos ¨ªdolos de la m¨²sica y sus excepcionales efectos de presencia. Alabados todos.
Leonard Cohen. A Crack in Everything. Jewish Museum de Nueva York. Hasta el 8 de septiembre. En octubre viajar¨¢ a Copenhague y en septiembre de 2020, a San Francisco.
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