Comisario viral
Proyectos como 'In¨¦ditos', en La Casa Encendida, aceleran el pulso creativo de una nueva generaci¨®n de 'curadores' que busca renovar formatos
Hubo un momento, a principios de los a?os noventa, en que todo el mundo quer¨ªa ser comisario. La cosa se hizo viral. Ven¨ªamos de una d¨¦cada gloriosa despu¨¦s de que el comisariado como profesi¨®n naciera en los albores de los a?os setenta, bajo la estela de un tipo como Harald Szeemann, paradigma del intelectual libre, apasionado y con grandes dosis de seducci¨®n, que siempre vio en la sala de los museos un espacio de trabajo y la exposici¨®n como un laboratorio. Prueba de ello fue When Attitudes Become Form (1969), una muestra de apenas un mes en la Kunsthalle de Berna que cambi¨® el rumbo de la historia del arte contempor¨¢neo. Tanto es as¨ª que las nuevas generaciones siguen mirando ese faro buscando nuevas rutas creativas, como revela la exposici¨®n Harald Szeemann. Grandfather: A Pionner Like Us, que estos d¨ªas se puede ver en el Swiss Institute de Nueva York.
Parece que estamos en el mismo punto que entonces, pero no. A la gloria de los a?os ochenta y el boom de los noventa le siguieron la sobre?saturaci¨®n de los dos mil y, casi veinte a?os despu¨¦s, un estado de replanteamiento constante por encontrar su definici¨®n. El comisario independiente sabe que se acaba un ciclo. A la reducci¨®n de encargos y honorarios por parte de los centros de arte y museos hay que sumar cierto estancamiento en los formatos cl¨¢sicos y urge salir del tedio expositivo. En su condici¨®n ambigua, curator se fusiona con currator y la exposici¨®n se convierte en novela. Sobre esa definici¨®n abierta gir¨® la semana pasada el Simposio Internacional de Comisariado en Azkuna Zentroa, junto a Bulegoa z/b. Sobre la importancia de la mediaci¨®n, el di¨¢logo, la comunidad. Sobre la construcci¨®n colectiva y no aut¨®noma. Sobre olvidar la pose y centrarse en los gestos. Sobre la necesidad de ejecutar lazos y construir nodos que hagan m¨¢s productivo este sistema del arte, a veces aburrido de su propia desidia.
Se acaba un ciclo en la concepci¨®n de exposiciones. Hay cierto estacancamiento de formatos y urge salir del tedio
En ese af¨¢n por practicar un cambio afectivo y efectivo, sobre todo entre las generaciones m¨¢s j¨®venes, La Casa Encendida lanza un a?o m¨¢s In¨¦ditos, una de sus convocatorias cl¨¢sicas en materia de comisariado, que cumple ya los dieciocho. Momento tambi¨¦n para recapitular. Sergio ?lvarez Riosalido (Sabadell, 1992), Lorenzo Garc¨ªa-Andrade (Madrid, 1991) e In¨¦s Mu?ozcano (Madrid, 1989) firman las tres exposiciones ganadoras y de diferente perfil, lo que traslada un saludable interrogante que hace que cuestionemos varios l¨ªmites: del pensamiento, de las premisas y de las instituciones. Sobre todo, el proyecto La Pista, de Garc¨ªa-Andrade: una pista de p¨¢del en la Sala A de exposiciones. Una pista normal, con sus medidas propias y sus materiales reglamentarios pero que no s¨®lo es una pista, sino el encuentro de un centro cultural con el funcionamiento de un centro deportivo mediante una obra que no termina hasta que termina la exposici¨®n. Tampoco es s¨®lo la instalaci¨®n de una pista, sino todo lo que emerge en torno a su activaci¨®n, otro t¨¦rmino reciente en torno al concepto de exposici¨®n.
Jugar, ver jugar, la vestimenta, la reserva de la cancha o el peloteo son cosas que adem¨¢s vemos incluso sin estar f¨ªsicamente all¨ª, gracias a las redes sociales. Sobre ellas gira Viral Identities, el proyecto de In¨¦s Mu?ozcano, con una propuesta sencilla e impecable en la l¨ªnea posinternet que tan bien recoge La Casa Encendida. A ello contribuye el trabajo de Jon Rafman, un nombre de reclamo en la escena internacional y part¨ªcipe de ese flujo a trav¨¦s de tendencias sociales y est¨¦ticas del que habla la exposici¨®n. As¨ª que la apropiaci¨®n despiadada encaja bien aqu¨ª. M¨¢s cl¨¢sica es Un amor salvaje que arruina nuestra paz, de Sergi ?lvarez, que introduce aquello que Lacan llam¨® ¡°las cosas del amor¡±. S¨®lo por ver los textos de Marguerite Duras vale la pena perder la calma.
In¨¦ditos 2019. La Casa Encendida. Madrid. Hasta el 1 de septiembre.
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