No nos damos por enterados hasta que lo cuenta un documental

El viaje a la Luna y la vuelta al mundo de Magallanes, de los que se cumplen cincuenta y quinientos a?os, emocionan a cualquier ciudadano medio de hoy y averg¨¹enzan a todos los que necesitan un somn¨ªfero y un whisky doble para subirse a un avi¨®n. Unos insensatos se montaron en unas ba?eras con velas y en una lata de at¨²n propulsada con cohetes y guiada por un ordenador menos potente que un reloj-despertador, y se lanzaron a lo desconocido, asumiendo la propia muerte como el desenlace m¨¢s plausible. Y a pelo: sin somn¨ªfero ni whisky doble.

As¨ª como aquellos pioneros no han conseguido que millones de humanos dejen de tener p¨¢nico a volar, la sociedad de la informaci¨®n tampoco ha erradicado la ignorancia. Podemos contrastar cualquier dato con el cacharro que llevamos en el bolsillo, y a¨²n hay infinidad de personas que se curan el reuma con homeopat¨ªa y que creen que los inmigrantes no pagan impuestos. Porque una cosa es que tengamos la informaci¨®n, y otra, que nos molestemos en leerla.

Lo resum¨ªa muy bien el c¨®mico Aziz Anzari en su ¨²ltimo mon¨®logo de Netflix, a prop¨®sito de la moda de las series documentales, que cuentan lo que ya deber¨ªa saber todo el mundo porque se public¨® en todas partes: ¡°Una cosa es que la informaci¨®n est¨¦ en un art¨ªculo largo, que a ver qui¨¦n se lee, pero ahora que me la presentan de forma entretenida, s¨ª que me indigno¡±. Estar informado se parece hoy a ser astronauta: todos sabemos que el firmamento de los datos est¨¢ ah¨ª, pero pocos vamos a dar paseos espaciales por art¨ªculos, informes, estad¨ªsticas y -oh, horror- libros. Esperamos a que nos lo empaqueten en una serie documental, que es la versi¨®n de somn¨ªfero y whisky doble de la informaci¨®n. Hasta entonces, no nos damos por enterados ni de que el Apolo 11 aluniz¨®.