De exadictos y chopos
"Lo que m¨¢s me gusta es que en los caminos la gente te saluda", dice un paciente del centro de rehabilitaci¨®n de Ambite. Pasear lejos de los lugares t¨®xicos es parte de su terapia
Los mosquitos venenosos de ayer nos obligan a coger dos autobuses para aligerar la jornada. El fot¨®grafo convalece, toca pasear: ir despacio, ver bonito, llegar pronto y evitar la implacable colleja del sol del mediod¨ªa.
Junto a la parada arranca, a decir de las gu¨ªas, la parte m¨¢s linda de la senda local. Un paisaje de amarillos que recuerda a La cosecha, uno de los mejores cuadros de Van Gogh, seg¨²n le escribi¨® ¨¦l mismo a su hermano Theo. Lo pint¨® durante un paseo por la Provenza en una etapa relativamente feliz de su vida dolorosa y enferma. Los trigales segados del cuadro y los de Orusco parecen el mismo ni?o rubio pidi¨¦ndote que le pases la mano para ver c¨®mo pincha su nuevo corte de pelo. Te ponen igual de contenta.
Nuestro paso va leve como el paisaje, sin darse importancia. Ni dram¨¢ticos bosques ni solemnes riscos. Solo campos de cultivo con un suave cortado por el que un pueblo baja hacia el r¨ªo, sus orillas custodiadas por unos ¨¢rboles alargados que creo que son cipreses (son chopos, alguien me corregir¨¢ luego). Van siempre en fila, muy erguidos, como soldados. Juncos, espigas, flores-campanilla. El canto de cuatro tipos de p¨¢jaro. El convaleciente y yo vamos sonri¨¦ndonos como idiotas. Las manos en los bolsillos. ¡°Qu¨¦ fresca est¨¢ la ma?ana, ?eh?¡±. ¡°?Mira qu¨¦ flor!, es como de encaje¡±. Estamos tan desconectados de lo campestre que para describir el original, utilizamos siempre la copia. Un trigal como de Van Gogh, una vista que recuerda a una maqueta de Warhammer (¨¦l), unos ¨¢rboles tan redondos que parecen las bolitas de lana de esos jers¨¦is peruanos con paisajes bordados (yo).?Podr¨ªa buscar en Google ¡°flora fauna vega taju?a¡± y escribir cosas como alisos, taray, carrizo, espada?a o chova piquirroja. Pero paso. No servir¨ªa para transmitir el buen rollo.
?Cu¨¢nto importa por d¨®nde caminamos? Se habla mucho de desconectar, pero caminando tambi¨¦n reconectas. Con tu cuerpo, con el tiempo que pasa de otra manera y con el trozo de corteza terrestre que pisas. ¡°Nunca hab¨ªa sabido que mi paso era distinto sobre tierra roja/ que sonaba m¨¢s puramente seco¡±, escribi¨® Claudio Rodr¨ªguez, que lo hac¨ªa caminando y dijo de la poes¨ªa de Machado que ten¨ªa ¡°el ritmo del paso¡±.
El padre del romanticismo ingl¨¦s, William Wordsworth, tambi¨¦n escrib¨ªa al aire libre. Pateaba cada d¨ªa el Distrito de los Lagos ¡°como un campesino¡±. Adem¨¢s de naturaleza, Wordsworth buscaba en sus caminatas el encuentro con los hombres, sobre todo con aquellos que ten¨ªan peor suerte que la suya. ¡°Para el joven Wordsworth¡±, describe maravillosamente Rebecca Solnit, ¡°los paisajes son a¨²n m¨¢s incandescentes cuando est¨¢n habitados por vagabundos en vez de ninfas y esa incandescencia es a¨²n m¨¢s necesaria como derecho natural y trasfondo de los desesperados [¡] Hasta entonces nadie con una voz as¨ª hab¨ªa pensado que valiera la pena hablar con ellos¡±. Dice Wordsworth de los caminos: ¡°All¨ª mir¨¦ en lo hondo de las almas humanas/ almas que parecen no tener profundidad/ para los ojos vulgares¡±.
Llevamos un par de horas caminando rodeados de belleza tranquila cuando tenemos nuestro encuentro wordsworthiano. El centro de rehabilitaci¨®n para adictos Dianova, a las afueras de Ambite, fue en los a?os veinte una f¨¢brica de harina y en la guerra, un descansadero de las brigadas internacionales. Su director, Ubaldo Arias, tiene fotos en las que sale Hemingway en el bonito patio. Si entras por detr¨¢s, hay una peque?a cascada y un puentecillo. Luego un jard¨ªn de frutales. En total 28.800 metros cuadrados de buc¨®lica parcela.
¡°Hay que alejar a los pacientes de los lugares t¨®xicos¡±, dice Arias. ¡°Les viene bien lo rural; saben que no tienen la sustancia cerca y es un cambio total de los entornos hostiles de los que vienen: la calle, los poblados¡¡±. Aqu¨ª viven 25 personas (y trabajan 23) que adem¨¢s de tener adicciones est¨¢n en riesgo de exclusi¨®n social. Han pasado el mono en cl¨ªnicas de desintoxicaci¨®n de la Comunidad de Madrid y ahora toca recuperar la autonom¨ªa: reaprender a asearse, trabajar, tener en orden los papeles o gestionar el tiempo libre. Lo m¨¢s dif¨ªcil son los primeros 15 d¨ªas, explica el director. La mayor¨ªa se queda entre tres y seis meses (luego pasan a pisos tutelados). Muchos vuelven: ¡°Este camino no es recto; a veces necesitas pasar m¨¢s de una vez por aqu¨ª para salir¡±, dice Arias.
Despu¨¦s de cenar a veces salen de paseo. Cuesta que arranquen, no es una actividad obligatoria y el estado f¨ªsico de algunos lo complica, pero todos (una decena, no podemos dar nombres) coinciden en que caminar por un sitio as¨ª sienta bien: ¡°La naturaleza te rejuvenece¡±, ¡°despeja la mente¡±, ¡°es salud, te alarga la vida¡±, ¡°relaja¡±¡ Lugares comunes que en su voz suenan m¨¢s fuerte: ¡°Lo que m¨¢s me gusta es que en los caminos la gente te saluda¡±.
El paisaje tambi¨¦n les lleva a un tiempo previo a las adicciones. Al hombre que me dice que lo que yo cre¨ªa que eran cipreses son chopos (¡°?pero mujer, lo que un huevo a una casta?a!¡±), los frutales del jard¨ªn le saben a Francia, donde vendimi¨® desde los 12 a?os. Uno cuenta que acompa?¨® a su madre al Camino de Santiago para pedir por su hermano (¡°y luego ca¨ª yo en esto, pobrecita¡±). Otro recuerda que un amigo le arrastr¨® a la Ruta del Cares para que no se gastase la Renta M¨ªnima de Inserci¨®n en veneno: ¡°Era tan bonito aquello que durante el viaje no necesit¨¦ ni la mitad de metadona¡±.
Enganchados tambi¨¦n deambularon mucho, su particular Walk on the wild side. ?C¨®mo es el caminar del adicto? ¡°En c¨ªrculos, adelante y atr¨¢s, solo para pillar una vez y luego otra¡±, ¡°andas pero no llegas nunca a ning¨²n lado¡±. ¡°Ni ves por d¨®nde vas¡±, dice un chico, ¡°y eso que alrededor del poblado de La Ca?ada, donde he vivido a?os, hay campo bonito¡±. Lo s¨¦, estuve por all¨ª hace tres d¨ªas. Entonces ¨¦l hace algo incandescente: ¡°Mira, en este centro la gente entra caminando as¨ª¡±. Se dobla sobre s¨ª mismo, hombros hacia delante, barbilla en el estern¨®n, piernas flexionadas y un poco separadas, tambi¨¦n los brazos para mantener el equilibro. ¡°As¨ª entran, arrastrando el paso, encorvados¡ Y salen as¨ª, rectos¡±. Al decirlo estira la espalda, saca pecho, mira al frente. Se yergue, como un chopo.