S¨®lo para fetichistas
En Amazon puede encontrarse de todo: desde libros hasta lechugas o ¡°diamantes tan grandes como el Ritz¡±
1. Tesoros
Entre los muchos tesoros que conservo en mi ca¨®tica biblioteca se encuentran el manuscrito ¡ªredactado en hojas de un libro de asiento contable¡ª del relato La biblioteca de Babel, escrito por Borges en 1940; una carta bastante desabrida de Trotski a Frida Kahlo cuando ya hab¨ªan puesto punto final al apasionado romance que hab¨ªan mantenido en las mismas narices de Natalia Sedova, esposa del revolucionario; una carta de Maria Callas escrita el 8 de mayo de 1962 en papel timbrado del hotel Ritz (Place Vend?me) en la que se lamenta ¡ªpocos d¨ªas despu¨¦s del suicidio de su madre¡ª de las ¡°cruces¡± que Dios quiere que lleve; una foto dedicada de los hermanos Marx, incluyendo a Zeppo, el menos gracioso y m¨¢s guapo de todos; el borrador, en papel cuadriculado, de la carta que Sartre envi¨® a la Academia Sueca advirti¨¦ndoles de que rechazar¨ªa el Nobel; la minuta por 6.000 reales de vell¨®n que Goya envi¨® (1798) a los duques de Osuna a cuenta de ¡°seis cuadros de composici¨®n de asuntos de brujas¡±; un formulario escrito a m¨¢quina y firmado por Alfred Hitchcock (13 octubre, 1950) en el que jura que nunca perteneci¨® al Partido Comunista (incre¨ªble que alguien pudiera pensarlo); una carta muy agradecida de Wittgenstein a una criada de su infancia que se hab¨ªa acordado de felicitarle en su cumplea?os; fotograf¨ªas aut¨®grafas de Marilyn Monroe, Audrey Hepburn y Billie Holiday; fragmentos manuscritos ¡°de corta y pega¡± para A la sombra de las muchachas en flor, que revelan el peculiar m¨¦todo compositivo de Proust y (oblicuamente) el sufrimiento de sus tip¨®grafos. Pero tranquilos; esos documentos y muchos m¨¢s pueden ser suyos por solo 30 eurillos de nada: Taschen acaba de publicar La magia del manuscrito, un estupendo volumen profusamente ilustrado que ?re¨²ne documentos en facs¨ªmil de la colecci¨®n del editor brasile?o Pedro Corr¨ºa do Lago exhibidos en la Morgan Library de Nueva York. Si usted tiene una amiga/o tan fetichista como yo, este es un buen regalo.
2. Regalos
Como casi todos mis improbables (que durante vacaciones, lo son a¨²n m¨¢s) lectores ya sabr¨¢n, Amazon, la planetaria tienda al por menor que acabar¨¢ con todas las tiendas (excepto, quiz¨¢s, con la china Alibaba, con la que se enfrentar¨¢ en el pr¨®ximo Armaged¨®n at¨®mico), ha abierto una secci¨®n de listas de bodas destinada a facilitar una ¡°experiencia de regalo personal r¨¢pida y f¨¢cil¡± para los invitados y parientes. La compa?¨ªa de Jeff Bezos no pierde una sola oportunidad de ampliar negocio, al tiempo que se las ingenia para pagar menos impuestos en los pa¨ªses en que est¨¢ implantada, y cuyo tejido comercial est¨¢ deteriorando a pasos agigantados. En su infinito cat¨¢logo puede encontrarse de todo, desde lechugas hasta ¡°diamantes tan grandes como el Ritz¡±, como reza el t¨ªtulo de uno de mis relatos favoritos de Francis Scott Fitzgerald (DeBolsillo). Todo lo que usted pueda imaginar, incluyendo libros, algo que me trae a la memoria una an¨¦cdota de mi primera juventud. Tuve entonces un amigo, algo mayor que yo, que, llegado el momento de sus desposorios (nada que ver con los de Can¨¢, por cierto), puso su lista de bodas en la antigua librer¨ªa Fuentetaja de la madrile?a calle de San Bernardo, que a la saz¨®n dispon¨ªa de un cuartito clandestino en el que pod¨ªan obtenerse libros poco gratos para la dictadura. Recuerdo que mi examigo ten¨ªa gustos lectores m¨¢s bien dogm¨¢ticos e intransigentes (una vez me ri?¨® por leer a Proust), y en su lista de bodas predominaban los libros marxistas, con lo que quedaba poco margen para sorprenderle. Creo que me toc¨® regalarle el 18 de brumario de Luis Bonaparte, o quiz¨¢s el Anti-D¨¹hring. No me acuerdo. Lo que s¨ª recuerdo es que durante la modesta celebraci¨®n de sus bodas, y cuando se acab¨® la bebida, el maestresala (o quien interpretara su papel) no pudo constatar que el agua de las vasijas se hubiera convertido en vino.
3. Incompletas
?Albricias! Cuando ya daba por hecho que el estupendo Diccionario hist¨®rico y cr¨ªtico (DHC), de Pierre Bayle (1647-1706), hab¨ªa pasado a engrosar la indignante n¨®mina de proyectos iniciados y desechados por las editoriales comerciales ¡ªme vienen a la cabeza la biograf¨ªa de Picasso de Richardson (Alianza), las Obras completas de Alberti (Seix Barral), la biograf¨ªa de Sade de Jean-Jacques Pauvert (Tusquets), las obras completas de Nab¨®kov y Dostoievski (Galaxia Gutenberg) o la colecci¨®n de cl¨¢sicos grecorromanos de Gredos¡ª, la editorial asturiana KRK me sorprende envi¨¢ndome, siete a?os despu¨¦s del primero, el segundo tomo de esta importante obra que, una vez acabada, tendr¨¢ 20. Pierre Bayle public¨® el DHC en 1697, adelant¨¢ndose m¨¢s de medio siglo a L¡¯Encyclop¨¦die, de Diderot y D¡¯Alembert. Su objetivo era someter a cr¨ªtica toda la tradici¨®n recibida por los aparatos ideol¨®gicos del Estado y la Iglesia, y su diccionario ¡ªen el que no se habla de reyes ni de papas¡ª supone el monumento m¨¢s importante escrito hasta entonces contra la superstici¨®n. Su estructura se organiza en tres niveles tipogr¨¢ficos: uno meramente descriptivo, otro ¡ªel m¨¢s importante¡ª en el que se plasman los comentarios cr¨ªticos que el texto ha suscitado y, por ¨²ltimo, las notas de Bayle y las referencias cruzadas: unos art¨ªculos se encajonan en otros, constituyendo el conjunto una especie de precursor hipertexto. Bayle, barroco y esc¨¦ptico, cre¨ªa en la incompatibilidad filos¨®fica de raz¨®n y fe, aunque sosten¨ªa que todas las religiones merec¨ªan igual trato y que los ateos pod¨ªan ser virtuosos y moralmente justos. La edici¨®n del DHC est¨¢ a cargo de Juan ?ngel Canal y cada tomo (tapa dura, puesta en p¨¢gina exquisita) cuesta solo 50 euros. Eso s¨ª: si KRK tarda siete a?os (cifra b¨ªblica) en publicar cada tomo, estos ojitos no ver¨¢n relleno el hueco de estanter¨ªa que les tengo reservado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.