Margaret Atwood, a la espera de algo mejor
Los nuevos cuentos de la escritora canadiense pueden resultar entretenidos o de una lectura f¨¢cil, pero no est¨¢n a la altura de su carrera
Margaret Atwood ha ido construyendo a lo largo de muchos a?os su particular y subversivo universo literario. Gran conocedora de los cuentos populares ¡ªque, de una forma u otra, han influido en todos sus libros de ficci¨®n, poes¨ªa o ensayo¡ª, desde un principio ha aspirado a darle la vuelta a la tradicional lectura de este tipo de narraciones, con marcados roles de g¨¦nero o elementos sexistas, para demostrar que la semilla liberadora, si se sabe buscar, ya estaba plantada en el folclore popular. ¡°Digamos¡±, dijo en una entrevista, ¡°que los cuentos tienen fuerza; fuerza para cambiar el modo en que las personas piensan y sienten, para bien o para mal¡±.
Esta revisi¨®n o ¡°deconstrucci¨®n¡± de los cuentos populares a trav¨¦s del humor y la iron¨ªa junto a la fuerza del deseo entre hombres y mujeres, independientemente de la edad que tengan, y la obsesi¨®n por el envejecimiento y la muerte, ser¨ªan los hilos vertebradores de Nueve cuentos malvados, el ¨²ltimo libro de Atwood, que ahora publica Salamandra. En este sentido, y como explica ella en los agradecimientos, varios de los cuentos incluidos en este volumen son historias acerca de otros cuentos (¡°dejar¨¦ al lector que descubra cu¨¢les¡±, nos dice).
Margaret Atwood jam¨¢s ha pretendido arrogarse el papel de escritora feminista, ni este libro lleva semejante etiqueta. Pero tras el ¨¦xito obtenido por la serie El cuento de la criada, basado en su novela hom¨®nima, y tambi¨¦n porque en 2008 la autora fue premio Pr¨ªncipe de Asturias de las Letras por, entre otras cosas, ¡°su defensa de la dignidad de las mujeres¡±, s¨ª me parece importante se?alar que tengo mis dudas sobre si estos cuentos, al igual que la serie, favorecen o m¨¢s bien hacen un flaco favor a la causa de la mujer.
En el caso de la novela dist¨®pica y sobre todo su adaptaci¨®n a la serie (para muchos, s¨ªmbolo de la reivindicaci¨®n feminista), uno se plantea si mostrar a una mujer sin voz, esclavizada o relegada al ¨¢mbito dom¨¦stico, continuamente vejada o violada, golpeada o amputada, que, adem¨¢s, poco hace por cambiar su situaci¨®n, sirve de algo en la lucha por la igualdad. O, como se ha dicho de manera reiterada, ?es feminista una serie en donde los papeles de villano recaen sobre otras mujeres (las ¡°verdaderas cabronas¡±)? ?No funcionar¨ªa mejor combinar la denuncia (que no tiene por qu¨¦ ser tan expl¨ªcita ni mucho menos s¨¢dica) con la creaci¨®n de unos personajes femeninos que no sean necesariamente pasivos y v¨ªctimas?
En el primer relato de Nueve cuentos malvados, Constance, la protagonista escritora, tiene a su examante Gavin encerrado en el tonel de roble de un mundo de ficci¨®n llamado Alphilandia, que ella misma ha creado y que visita de vez en cuando meti¨¦ndose en el ordenador. Por otro lado, habla con el fantasma de su marido muerto, que le grita cosas desde un ba¨²l lleno de bolas de naftalina. Si bien puede resultar divertido que los roles est¨¦n invertidos (aqu¨ª el Barba Azul de turno es una mujer), Gavin, que aparece tambi¨¦n en las dos siguientes historias (¡®El aparecido¡¯ y ¡®La dama oscura¡¯), es un personaje estereotipado, con todos los tics del discurso feminista rancio. As¨ª, este hombre (que por supuesto ten¨ªa una amante m¨¢s joven que Constance aceptaba con resignaci¨®n) es el culpable del sometimiento de las mujeres con las que ha estado y que, adem¨¢s, no se muestran m¨¢s que como objeto de deseo. Tampoco ayuda que Constance se sienta afortunada de ¡°ser la elegida¡± por el hombre y que no tenga problema en ser el blanco de los comentarios ir¨®nicos y simplistas de ¨¦l (¡°su hipn¨®tico trasero dec¨ªa mucho m¨¢s de ella que sus, para qu¨¦ enga?arse, poco memorables poemas¡±) o que, en general, est¨¦ pensando solo en seducir y conquistar a los hombres.
Es dudoso si estos relatos e incluso 'El cuento de la criada' favorecen o m¨¢s bien hacen un flaco favor a la causa de la mujer
Pero dejando a un lado la cuesti¨®n feminista, resulta que estos cuentos no acaban de funcionar por otros motivos. En primer lugar y con alguna salvedad como ¡®Colch¨®n de piedra¡¯ (tal vez el mejor de los relatos, la historia de una mujer que se reencuentra en un crucero con su violador y del cual se acaba vengando), uno tiene la sensaci¨®n de que carecen de hilo narrativo, que van pasando de an¨¦cdota en an¨¦cdota sin ning¨²n sentido. Esta falta de tensi¨®n genera aburrimiento en el lector y a veces la sensaci¨®n de estar perdido. Es muy dif¨ªcil identificar el cuento popular en el que est¨¢n basados (como pretende la autora) porque no hay un impulso de atenci¨®n claro que nos gu¨ªe. Por otro lado, el tono, que adem¨¢s de ir¨®nico pretende ser humor¨ªstico, queda a veces reducido al chiste malo, de ¨ªndole sexual (¡°?ser¨ªa Gwyneth tan amable de salir a ver si a ella le arranca su coche, y luego quiz¨¢ de hacerle un empalme? Lo del empalme es un decir, a?ade Sam para sus adentros. A ¨¦l no le importar¨ªa empalmarse un rato con ella¡¡±). Aunque el narrador est¨¦ situado muchas veces en la conciencia del personaje, est¨¢ constantemente juzgando los hechos que relata (¡°Gavin hab¨ªa sido apasionado, s¨ª, pero tambi¨¦n un cerdo; estaba claro, pues, que no era un caballero andante¡±), dejando poco espacio a la imaginaci¨®n del lector o dirigi¨¦ndole hacia asuntos un tanto banales (¡°A Charis le ofenden las palabras malsonantes como ¡®mierda¡¯. Roz una vez sugiri¨® llamarlas ¡®caquitas¡¯, pero a Charis le pareci¨® demasiado infantil. ?Residuos del canal alimentario?, propuso Tony¡±). El estilo, muchas veces recargado de adjetivos, tampoco acaba de funcionar.
Margaret Atwood es autora de m¨¢s de 40 libros, publicados en 35 pa¨ªses, dentro de los g¨¦neros de ficci¨®n, poes¨ªa y ensayos cr¨ªticos. Adem¨¢s del mencionado Cuento de la criada (cuya segunda parte, seg¨²n ha anunciado la autora, ver¨¢ la luz en septiembre de 2019), entre sus novelas est¨¢ Cat¡¯s Eye, preseleccionada para el Booker 1989; Alias Grace, ganadora del Premio Giller en Canad¨¢ y el Mondello en Italia; The Blind Assassin, Booker 2000; Oryx y Crake, preseleccionado para el Man Booker 2003; El a?o del diluvio y MaddAddam. Estos Nueve cuentos malvados, si bien pueden resultar entretenidos o de una lectura f¨¢cil, no est¨¢n a la altura de esta carrera: el lector de Atwood se merece algo mejor.
Nueve cuentos malvados. Margaret Atwood. Traducci¨®n de Victoria Alonso Blanco. Salamandra, 2019. 304 p¨¢ginas. 19 euros.
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