Ostentaci¨®n
La segunda temporada de 'Riviera' vuelve a ser un alarde de ostentaci¨®n: villas en la Costa Azul, coches imposibles, vestuario acorde con las villas, vistas que justifican las colecciones de postales
El lujo y la crueldad son, al parecer, dos de las constantes que motivan la atracci¨®n de la ciuadadan¨ªa. Del lujo queda constancia con el anual inter¨¦s de la publicaci¨®n de las listas Forbes o de series como Billions o Riviera, muy distintas entre s¨ª aunque unidas por el denominador com¨²n de que si no tienes mil millones no eres nadie. De la atracci¨®n por la crueldad, las pruebas son diarias: no hay mas que ver los informativos de Telecinco o Antena 3 que nos ofrecen amplia informaci¨®n sobre atropellos mortales en alguna localidad china, alguien que se arroja al vac¨ªo en un incendio o alguna pelea nocturna en discoteca de barrio. En ocasiones, incluso, advierten de la crudeza de las im¨¢genes no sabemos si por una repentina crisis de sensibilidad o para llamar a¨²n mas la atenci¨®n y conseguir una mayor audiencia.
La segunda temporada de Riviera vuelve a ser un alarde de ostentaci¨®n: villas en la Costa Azul que dejan en pa?ales los casoplones que muestra semanalmente el ?Hola!, coches imposibles, o como se?alan los informes policiales al explicar las confiscaciones a los narcotraficantes "de alta gama", vestuario acorde con las villas, vistas que justifican las colecciones de postales, todo en la serie rezuma un lujo inalcanzable por mas que a los personajes les muevan instintos tan prosaicos y comunes como la codicia, los celos o la supervivencia.
En realidad Riviera es una especie de Dallas en la que el control de un Banco sustituye al negocio del petr¨®leo o de la ganader¨ªa, se gana en gusto, o dicho de otra manera, se rechaza lo hortera, pero mantienen por igual las turbias relaciones entre los miembros de las poderosas familias. Las telenovelas nunca mueren.
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