Oasis musical en Moj¨¢car
El Aku Aku es un refugio tropical con paellas y una larga tradici¨®n de conciertos que mantiene el esp¨ªritu de la ¨¦poca dorada del pueblo, cuando era un para¨ªso ¡®hippy¡¯
Hubo un tiempo en que Moj¨¢car, provincia de Almer¨ªa, era un lugar fuera del mundo, un poco secreto, donde terminaba gente especial, medio escondida, completamente feliz. Artistas, pintores, extranjeros bohemios, ingleses locos, uno de los asaltantes del tren de Glasgow. Una ¨¦poca hippy, de fiestas en la playa, porros de la Transici¨®n y chiringuitos fant¨¢sticos. El Tito?s, fundado por Tito del Amo, un periodista norteamericano que vino en 1966 a informar de las bombas de Palomares y decidi¨® quedarse, fue el primero que empez¨® a hacer conciertos en la orilla del mar y se convirti¨® en una referencia. El Manaca se levant¨® sobre los restos de una caba?a donde John Hough hab¨ªa rodado La isla del tesoro en 1971, protagonizada por Orson Welles. Otro es el Kon Tiki. Pero el gran superviviente de una forma de entender el verano es el Aku Aku, abierto en 1980, que resiste bajo la sombra maternal de frondosos ¨¢rboles indios. Hace conciertos todo el verano de flamenco, blues y m¨²sicas del mundo. Y gratis. Aqu¨ª es posible porque los artistas tambi¨¦n saben que vienen a un sitio distinto. Era la casa de una princesa h¨²ngara y Mar¨ªa Flores se hizo con ella por culpa de un chino.
El chino de B¨¦dar, el primero que apareci¨® por la zona y famoso por su restaurante, fue quien le convenci¨® que ese sitio era perfecto para ella, la meti¨® en un coche y la llev¨® a Almer¨ªa a firmar el contrato de alquiler hace 17 a?os. ¡°Esto es un capricho caro¡±, cuenta Mar¨ªa Flores, de 67, empe?ada en seguir haciendo conciertos poniendo mucho de su bolsillo, pero est¨¢ claro que est¨¢ encantada con su capricho, es suyo. La relaci¨®n con el dinero es peculiar y po¨¦tica en este sitio desde su origen, porque aquella princesa us¨® pesetas como arandelas en los clavos de las vigas.
Mar¨ªa Flores ha ido creando un oasis donde a mediod¨ªa sirven paellas espectaculares y por la noche, m¨²sica, ¡°alimentamos el alma¡±. Lleva ya unos 500 conciertos. La otra mitad del invento es ?ngel Vicente, agente, hombre de m¨²sica, que programa las actuaciones: ¡°Hace 17 a?os que me paso el verano as¨ª, trabajando, y siempre digo que es el ¨²ltimo a?o y lo dejo, pero luego Mar¨ªa me convence. Y si lo piensas, en realidad todo esto es lo que me gusta: la m¨²sica, la naturaleza, el mar, la buena comida, los amigos, hacer feliz a la gente¡±. Este mes de julio no paraba porque ha conseguido llevar a Chick Corea a la plaza de toros de Almer¨ªa, el pasado mi¨¦rcoles 24, y sigue profundizando en esa relaci¨®n ¨ªntima entre flamenco y jazz, desde los tiempos de Miles Davis o John Coltrane. ¡°Es la primera vez que toca en una plaza de toros, le hace mucha ilusi¨®n¡±, contaba antes del concierto de Corea.
Mar¨ªa lleg¨® aqu¨ª despu¨¦s de dar muchas vueltas. Moj¨¢car era un pueblo agr¨ªcola, no se pescaba, y la sequ¨ªa en los sesenta fue demoledora. Ella se fue a Alemania con 20 a?os, trabaj¨® en una f¨¢brica, pas¨® all¨ª 17 a?os y volvi¨® en 1989. ¡°Me faltaba sobre todo el mar¡±, recuerda. Prob¨® con varios locales hasta que empez¨® con el Aku Aku, pero ella quer¨ªa algo m¨¢s que un bar, porque tiene una vena art¨ªstica. ¡°Desde ni?a siempre ve¨ªa por el pueblo alguien pintando¡±. Fue entonces cuando se cruz¨® con ?ngel, al que conoc¨ªa desde ni?o. Le vio triste, se hab¨ªa quedado sin trabajo para el verano y le dijo que se fuera con ella. Ya hab¨ªa convencido a Jorge Pardo, saxofonista y flautista pionero en la fusi¨®n de jazz y flamenco, para que tocara en el Aku Aku. Pardo, que veraneaba en Moj¨¢car y era habitual del Tito's, le regal¨® una peque?a actuaci¨®n el d¨ªa de la inauguraci¨®n y protagoniz¨® el primer concierto, en septiembre de 2003, con Carlos Benavent y Tino di Geraldo. Es un tr¨ªo ya m¨ªtico, pero all¨ª estaban los tres en ba?ador y chancletas.
Como en su casa, los artistas comen all¨ª y luego se echan una siesta en una hamaca. ¡°Hemos tenido m¨²sicos que para verlos en otros lugares la gente se queda sin entrada y aqu¨ª est¨¢bamos 40 personas, sin pagar¡±, cuenta Mar¨ªa. Tomatito, los Habichuela, los Carmona, El Potito, El Bicho¡ Todos le hacen un hueco en sus giras porque es casi un plan de playa y colegas, y Moj¨¢car ya lleva medio siglo de historia musical en el mundillo.
El ambiente es familiar, la gente que viene de toda la vida siempre se deja caer un rato. Por ejemplo, Pedro S¨¢nchez, en aquella foto que le hicieron en 2016, con gorra y gafas de sol, comiendo con su mujer. El l¨ªder del PSOE tiene casa aqu¨ª y viene desde hace a?os. Juan Pedro es otro madrile?o que ven¨ªa los veranos y al final decidi¨® quedarse aqu¨ª, cautivado por M¨®jacar. Tiene la foto del gran Lebowski en el Whatsapp. Tomando una cerveza evoca los buenos tiempos: ¡°El Aku Aku es de lo poco que queda de aquella ¨¦poca, mantiene el esp¨ªritu. Ahora sales por ah¨ª y te encuentras una panda de t¨ªos con penes de pl¨¢stico en la cabeza, de despedida de soltero. Una vez vi un grupo que llevaba un enano sujeto con una correa. El que ten¨ªa la correa iba tan borracho que casi era el enano el que lo llevaba a ¨¦l¡±. Muchos ingleses tambi¨¦n se est¨¢n yendo, por el Brexit.
Pero el Aku Aku ah¨ª resiste, como un refugio sentimental que te traslada a un lugar tropical apenas bajas las escaleras y entras en la penumbra. Al caer la tarde empiezan las cenas y se llena la barra a la espera del concierto. Aqu¨ª trabajan 24 personas, hay mucho movimiento, pero no transmite estr¨¦s. Hay amistad y buen rollo. Llegan viejos hippies de cuando hacerse tatuajes era algo raro, y de hecho no tienen, no los necesitan. Creo que desde el siglo pasado no se me presentaba nadie espont¨¢neamente en una barra, estrechando la mano y dici¨¦ndome su nombre. Hacen unos mojitos peligros¨ªsimos. Algunas noches tambi¨¦n ponen cine al aire libre, siempre gratis, ¨²ltimamente m¨¢s comedias, ¡°para no pensar¡±, dice Mar¨ªa, que abre y cierra, de las doce a las dos de la ma?ana. El grupo de esta noche se prepara y empieza la m¨²sica, entre el rumor de las olas y los grillos.