Terror en la era Instagram
La pel¨ªcula se eleva por encima de la primera entrega, y es al mismo tiempo nada y todo, la superficialidad y la exactitud
A una pel¨ªcula que va al grano, con m¨¦todos de lenguaje cinematogr¨¢fico honestos y sencillos, que no se complica con retru¨¦canos ni metraje innecesarios y que ofrece lo que promete no se le pueden hacer grandes objeciones. Asunto distinto es que lo que est¨¢ contando ofrezca el inter¨¦s suficiente: aventuras juveniles en el mar, terror ligero extra¨ªdo de la onda cl¨¢sica de Tibur¨®n, ambientes y cuerpos Instagram, un guion de apenas unos esbozos, y una puesta en escena que prefiere la sutileza al trucaje de los fuegos de artificio musicales y de montaje. A 47 metros 2: el terror emerge, de nuevo compuesta por el ingl¨¦s de Cambridge Johannes Roberts, se eleva un buen escal¨®n por encima de la primera entrega, de 2017, y es al mismo tiempo nada y todo; la superficialidad y la exactitud; la ligereza y la profesionalidad. All¨¢ cada cual.
A 47 METROS 2: EL TERROR EMERGE
Direcci¨®n: Johannes Roberts
Int¨¦rpretes: Sophie N¨¦lisse, Nia Long, Corinne Foxx, John Corbett.
G¨¦nero: aventura. Reino Unido, 2019.
Duraci¨®n: 89 minutos.
En las primeras secuencias, Roberts y su coguionista habitual, el mallorqu¨ªn afincado en el Reino Unido Ernest Riera, se las arreglan para articular un par de conflictos interiores de baja intensidad alrededor del matonismo colegial y de las nuevas familias de segundas nupcias, con hermanastras conviviendo con la ausencia de lazos y de experiencias del pasado. Nada del otro jueves, pero bien redondeado al final con su estructura circular, y el acad¨¦mico proceso de la protagonista desde la timidez extrema hasta el coraje heroico. Desde luego, bastante mejor en lo que tiene de relato que la infumable trama general de la pel¨ªcula original de hace dos a?os.
Pero en lo que realmente destaca Roberts es en el pulso para la narraci¨®n de las secuencias con los tiburones en el fondo de las cuevas mexicanas donde se ambienta, y en las que aprovecha para jugar con el atavismo de las ruinas submarinas y los restos arqueol¨®gicos mayas. Es ah¨ª donde la claustrofobia se adue?a del espectador con im¨¢genes de notable m¨¦rito.
Por lo dem¨¢s, las chicas van muriendo en el orden tradicional sin mayor sorpresa: a peor comportamiento, mayor castigo; Roberts plagia el momento del discurso de Samuel L. Jackson en Deep blue sea (Renny Harlin, 1999), y el liviano agobio se olvida a los dos minutos de salir del cine. Suficiente.
Babelia
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