Toro tonto, figuras aburridas
Menos de media entrada para ver a Ponce, Gin¨¦s Mar¨ªn y Urdiales, que cort¨® una oreja

Zalduendo / Ponce, Urdiales, Mar¨ªn
Toros de Zalduendo, mal presentados ¡ªimpresentable el segundo y de gran arboladura el sexto¡ª, mansos, a excepci¨®n del primero, muy blandos, sosos, nobles y descastados.
Enrique Ponce: estocada (ovaci¨®n tras petici¨®n de oreja); media estocada, un descabello ¡ªaviso¡ª y un descabello (silencio).
Diego Urdiales: estocada ca¨ªda (oreja); dos pinchazos, estocada y dos descabellos (silencio).
Gin¨¦s Mar¨ªn: estocada (silencio); dos pinchazos ¡ªaviso¡ª media tendida y dos descabellos (ovaci¨®n).
Plaza de Bilbao. 20 de agosto. Cuarta corrida de feria. Menos de media entrada.
Con el primer cartel de figuras lleg¨® el toro mal presentado, blando, noble y tonto. Y para sorpresa de muchos, menos de media plaza en los tendidos (as¨ª, a ojo de buen cubero, y a falta de datos oficiales). Y eso que estaban anunciados Enrique Ponce, toda una autoridad en Bilbao; Urdiales, querido y admirado por sus reiterados triunfos, y un emergente y exitoso Gin¨¦s Mar¨ªn.
Fracasaron los toros, aburrieron las figuras y desesperaron los espectadores, tan indocumentados, generosos y triunfalistas como los de cualquier plaza; claro, que sin ellos esta debacle bilba¨ªna ser¨ªa una ruina a¨²n mayor, pero produce dolor la locura de los tendidos ante cuatro muletazos airosos, y c¨®mo obligaron a saludar a banderilleros por clavar pares sencillamente aceptables. El d¨ªa que un subalterno coloque un par de banderillas de poder a poder, se asome al balc¨®n y salga andando del encuentro lo sacan a hombros. En fin, consecuencias tristes de la ausencia de una afici¨®n sabia y exigente, que sepa distinguir el trigo de la paja.
Toros de Zalduendo sin la presentaci¨®n necesaria para la categor¨ªa de esta plaza; tanto, que el segundo no debi¨® salir al ruedo. El primero fue el ¨²nico que empuj¨® en el caballo, y se escobill¨® los dos pitones en el peto; blandos todos, y agotados en la muleta, sosos, descastados y tan nobles que compitieron en bober¨ªa.
Ni un detalle de toreo de capote (Mar¨ªn dibuj¨® un par de ver¨®nicas en el sexto y pare de contar), ni un quite en toda la tarde, faenas interminables, mantazos por docenas¡
Urdiales cort¨® una oreja de su primero por una faena aseada de un torero artista y en saz¨®n ante un torete anovillado, blandito y con cara de buena persona. No fue una obra con peso, pero s¨ª hubo chispazos de buen toreo, detalles de alta escuela en una tanda de tres derechazos henchidos de torer¨ªa, unos naturales a pies juntos y alguna trincherilla airosa. Un aperitivo, pero el p¨²blico crey¨® que asist¨ªa a una cena de gala. Y eso que el toro fue pitado de salida y a punto estuvo de ser devuelto a los corrales, pero acudi¨® sin codicia y con docilidad perruna a la muleta y lo aplaudieron en el arrastre. ?Qu¨¦ cosas¡! Tan soso fue el quinto, que toro y torero pasaron desapercibidos.
Ponce, ya se sabe, es inasequible al desaliento y tan constante que no se va de una plaza sin un aviso. Ayer, tambi¨¦n, c¨®mo no; ocurri¨® en el cuarto, aburridos el hombre y el animal, y el presidente, desesperado, tal vez, le envi¨® un recado. Aseado, sobrado y fr¨ªo estuvo ante el ins¨ªpido primero, que admiti¨® muchos pases olvidables.
Nada pudo demostrar Gin¨¦s Mar¨ªn ante el descastado primero, y ech¨® el resto en el sexto; primero, a la ver¨®nica (muy corta la sesi¨®n, pero buena), y, despu¨¦s, aprovech¨® la clase del animal en la muleta (el ¨²nico que embisti¨® con franqueza), y se luci¨® en varias tantas por ambas manos en una labor de menos a m¨¢s, pero sin tirar ning¨²n cohete. Mat¨® mal y lo despidieron con una ovaci¨®n.
La corrida del mi¨¦rcoles
Toros de Victoriano de R¨ªo, para Antonio Ferrera, El Juli y Jos¨¦ Mar¨ªa Manzanares.
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